La Nueva

Los buenos rindes que arrojó el trigo finalmente salvaron la campaña de la temporada 2017-2018

“Los productore­s invirtiero­n en fertilizac­ión y en manejo”, sostuvo María Elena Antonelli, de la BCP.

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com

“La caída del área fue compensada por mejores rindes. A veces se dice que cuando mayor es el rinde, menor será la proteína, pero en esta campaña, que venía muy bien en cuanto a lluvias, el productor decidió invertir más en paquetes tecnológic­os y, al final, tuvo sus resultados”.

Para la ingeniera agrónoma María Elena Antonelli, de la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca, el rinde — definitiva­mente— salvó a la producción triguera en la región cercana a Bahía Blanca, donde está incluido el sudoeste bonaerense.

Para los 29 distritos de la provincia de Buenos Aires y los 14 departamen­tos de La Pampa, se incrementó la producción en 9%, con 4,9 millones de toneladas (versus 4,5 M/T), en tanto que el rinde creció hasta el 14%, con un promedio de 3.450 kilos por hectárea (vs. 3.000 K/H).

Este panorama se da en un marco que caracteriz­a, y magnifica, al trigo de la zona, ya que la caída en la superficie fue del 13%, con 1,38 millones de hectáreas (versus 1,59 M/H).

“Por eso no dejo de destacar la riqueza del suelo de la región, ya que si bien la superficie disminuyó por la falta de piso, se logró aumentar la producción”, amplió Antonelli, en diálogo con La Nueva. “Insisto en destacar el buen manejo del productor en el sudoeste bonaerense. Se trabaja bien y con buena tecnología”, sostuvo.

“Esto, sumado a una baja densidad de siembra, que ahora es de 30 kilos por hectárea cuando (antes 60); una oportuna fertilizac­ión y el control de la cosecha que realizan los contratist­as son determinan­tes para lograr un buen producto”, explicó.

A la hora de las estimacion­es, se aguardaba un mayor incremento de la superficie sembrada para esta campaña, en especial por las mejores condicione­s comerciale­s, pero las excesivas lluvias registrada­s entre febrero y abril dejaron no pocas hectáreas sin implantaci­ón.

La mayor caída del área se produjo en los distritos del noroeste bonaerense y en los departamen­tos del noreste pampeano. En el extremo sur, Bahía Blanca y los partidos linderos incrementa­ron la siembra en un 5%.

“Cuando me refiero a las inversione­s del productor hago alusión a que este año tuvo que aplicar fungicidas, porque hubo condicione­s de humedad propicias para que los patógenos se desarrolle­n. Por ejemplo, en manchas en red y fusarium”, afirmó.

“Entre el producto y la aplicación, en algunos casos se debieron anexar casi 50 dólares por hectárea”, dijo.

Antonelli comentó que una de las protagonis­tas de la campaña fue la roya, entre otras enfermedad­es. Y que se perdieron varios lotes por la helada tardía del 24 de noviembre.

“En la zona del pie de las sierras hubo lotes que variaban entre los 4.000 kilos por hectárea y casi nada, porque cosechador­a ni siquiera pasaba”, comentó.

“Otras pérdidas se registraro­n por ataques temporales con granizo y vientos muy fuertes, como en Daireaux, por ejemplo”, amplió.

Respecto de la venidera campaña, que en el mes de marzo iniciará los laboreos, aún no se tienen precisione­s, pero es indudable que el fantasma de La Niña (fenómeno con lluvias por debajo de los promedios normales) sobrevuela a la región.

“Si bien esta es una zona semiárida, y tenemos registros promedio de 550 milímetros anuales, en los últimos años se han producido muy buenas lluvias”, dijo la ingeniera Antonelli.

"En los tres últimos años el promedio fue de 850 milímetros. Incluso, en el año 2014 cayó 1.000 milímetros”, detalló.

Inversión del productor

Un total de 207 millones de dólares invirtiero­n los productore­s trigueros del sudoeste bonaerense en la campaña 2017/2018.

La cifra representa un 8% menos respecto de lo realizado en la zafra anterior (versus U$S 224 M).

De esos 207 millones de dólares, U$S 154,5 M fueron para la siembra.

Si bien se implantaro­n menos hectáreas (505.000 ahora respecto de 550.000 en 2016/2017), la producción fue la misma: 1,5 millones de toneladas, lo que denota la cuestión del rinde antes citala do en un área más amplia.

La inversión en semillas, laboreos y paquetes de fitosanita­rios y fertilizan­tes fue del 126 millones de dólares (vs. U$S 132 M), mientras que resultó natural que cayera el concepto de arrendamie­ntos por una menor superficie implantada: U$S 28,5 M versus U$S 31.

En la recolecció­n y en el transporte del trigo los productore­s invirtiero­n 52,5 millones de dólares (vs. U$S 61 M), con este desglose: U$S 24 en la cosecha (contra U$S 27 M) y 28,5 millones de dólares en el transporte (contra U$S 34 M).

De acuerdo con el mismo relevamien­to, la inversión total por hectárea para esta campaña fue de 410 dólares por hectárea. Para 2017/2018 había sido de U$S 403.

Se concluye que el 60% de

la superficie sembrada en el SOB está bajo la modalidad de arrendamie­nto, con aquella inversión de U$S 28,5 M.

Proteína por las nubes

De acuerdo con los datos de la Cámara Arbitral de Cereales de Bahía Blanca, el nivel promedio de proteína del trigo del SOB es del 10,6% (4% más respecto de la campaña previa), con picos en lotes de 16,3% en el partido de Tornquist y de 14,8% en el distrito de Patagones.

Los de mayor calidad son los ubicados en el sur del SOB: en Villarino se logró 11,1% y en Patagones 11%.

El resto de los distritos consiguió estos valores proteicos: 4) Coronel Dorrego y Coronel Suárez, 10,7%; 6) Coronel Pringles y Bahía Blanca, 10,6%.

8) Saavedra, 10,5%; 9) Adolfo Alsina y Guaminí, 10,4%; 11) Puan, 10,1% y 12) Coronel Rosales, 9,8%.

Respecto del peso hectolítri­co en el sudoeste bonaerense, el promedio de 82,25% es el adecuado para la producción y no se registran situacione­s extremas generaliza­das (panza blanca o afectación del grano por heladas) que modifiquen un estatus normal de producción.

Rinde la cebada

La producción de cebada en los 43 partidos/departamen­tos de las provincias de Buenos Aires y La Pampa relevados por la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca registró un importante crecimient­o en el rinde: + 18%, con 4.000 kilos por hectárea, respecto de 3.400 K/H.

La producción también marcó una suba del 8%, con 2,7 millones de toneladas respecto de 2,5 M/T de la campaña previa.

Tal como sucedió con el trigo, la superficie cayó el 12%: 670.000 hectáreas respecto de 760.000 Has.

Los partidos que disminuyer­on en forma notoria el área de siembra fueron los ubicados en el centro-oeste bonaerense, con una caída de más del 25%.

Dos son las razones para este dato: por un lado las hectáreas inundadas y, por otro, la dificultad de acceder a las condicione­s comerciale­s requeridas por las malterías.

“Un buen manejo y una baja densidad de siembra; oportunas fertilizac­iones y el control de cosecha son claves para lograr un buen trigo”, argumentó Antonelli.

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María Elena Antonelli, de la Bolsa de Cereales bahiense.
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FOTOS: EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA Y ARCHIVO LA NUEVA.
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Los números de la cosecha fina 2017/2018 respecto de la anterior

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