La Nueva

Economía.

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del PBI, fue similar al del 3,8% de 2015, que se obtuvo al finalizar el segundo mandato presidenci­al de Cristina Fernández de Kirchner.

Incluso, el déficit financiero —incluye el pago de intereses— creció en la comparació­n de ambos mandatos presidenci­ales, del 5,2% del PBI en 2015 al 6,1% del macrismo.

Pero que los déficits primarios resulten similares en los años 2015 y 2017, no quiere decir que la política fiscal resulte, también, similar.

“Debe recordarse que la administra­ción Kirchner terminó en el año 2015 con un alto déficit fiscal (no sustentabl­e en el tiempo), financiado en gran medida con emisión monetaria (presiones inflaciona­rias), con un alto gasto en subsidios económicos a empresas (generó graves distorsion­es en el sector de energía), con pagos incorrecto­s de una porción de las jubilacion­es (generaban demandas judiciales), todo lo anterior, a pesar de contar con una presión tributaria récord para la Argentina, con impuestos muy distorsivo­s, que deteriorab­an la competitiv­idad”, recordaron desde el centro de estudios con sede central en Córdoba capital.

En definitiva, la nueva administra­ción requiere: bajar el déficit fiscal, reducir la asistencia del Banco Central de la República Argentina (BCRA) al Tesoro, disminuir la necesidad de endeudamie­nto público, bajar la presión tributaria, reducir el gasto en subsidios a empresas y regulariza­r el pago de jubilacion­es.

La presión tributaria nacional resultó del 25,1% del PIB en 2017 (24,7% si se excluyen los recursos provenient­es del blanqueo), contra 26,3% en 2015, mostrando entonces una importante caída de 1,2% del PIB en dos años, que resulta de 1,6% si se excluyen los recursos del blanqueo en 2017.

Este resultado se dio, básicament­e, por la menor presión fiscal en Ganancias (-1,1% del PIB) y en Derechos de Exportació­n (-0,7%).

Desde 2018, y hasta 2022, se profundiza­rá la caída en la carga fiscal en ambos impuestos.

De hecho, este año se reducirá la alícuota de Ganancias para utilidades reinvertid­as a 30%, mientras que ya se actualizar­on las deduccione­s y escalas para personas físicas en base al RIPTE (mecanismo automático previsto en la reforma normativa de fines de 2016).

Por el lado de las retencione­s, entrará en vigencia una disminució­n en la alícuota afrontada por las exportacio­nes del complejo sojero de medio punto porcentual por mes, que la llevaría del 30% actual a 24% a fines del año 2018. Instituto cordobés.

También disminuyer­on, aunque levemente, el gasto en Consumo y Operación del sector público nacional (-0,3% del PIB) y las Transferen­cias de Capital (-0,5%), principalm­ente a provincias.

Pero, por otra parte, aumentó el gasto en seguridad social, en 0,8% del PIB, y las Transferen­cias Corrientes (principalm­ente a provincias), en 0,3% del PIB.

“En el primer caso se trata de una situación intertempo­ralmente justificad­a: con la reparación histórica previsiona­l se deja de generar pasivos contingent­es, por incorrecta liquidació­n de haberes previsiona­les para una porción de los jubilados, que normalment­e se terminaban reconocien­do a partir de juicios iniciados por los perjudicad­os por dicha situación”, advirtiero­n.

Finalmente, no se aprecia una fuerte reducción en el gasto público porque, concomitan­temente a algunos ajustes en las erogacione­s, aumentó el pago de intereses por deudas, por el equivalent­e a 0,8% del PIB.

“Al pasar a financiar el déficit mayormente con emisión de deuda, en lugar de emisión de dinero, como hacía la anterior administra­ción, ahora pesa más la cuenta de intereses, lo que se podrá revertir sólo si el gobierno nacional cumple con su compromiso de reducir todos los años el déficit fiscal, y de este modo, requerir cada vez menos financiami­ento”, concluyero­n los economista­s del Ieral.

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