La Nueva

Sierra de la Ventana: el dolor y la nostalgia por el cierre de la estación de trenes de la localidad

Marcelo García y su familia le dedicaron su vida a la estación de trenes de Sierra de la Ventana. Esta semana les dijeron que en un mes se cierra.

- Ag. Sierra de la Ventana laregión@lanueva.com

Llora como un chico. Marcelo García no da más de la angustia. Cualquiera podría pensar que es porque esta semana le comunicaro­n que la Provincia liquida Ferrobaire­s, y que en algo más de un mes dejará de ser el jefe de la estación Sierra de la Ventana.

No es por eso. Lo que realmente le estruja el alma es la certeza de que se firmó el certificad­o de defunción de su amado tren, al cual le dedicaron la vida sus padres, él y su hermano Rubén.

Las lágrimas le brotan solas. Trata de frenarlas con los dedos, haciendo alguna pausa en el relato, pero igual le corren por las curtidas mejillas. La voz se le quiebra.

“No hay vuelta atrás -dice-. La estación ya tiene su fin decretado; pasará a formar un listado de estaciones desactivad­as, cerradas como viene ocurriendo desde la década del '90 hasta ahora. Lo que jamás pensé es que yo sería el último en cerrarla”.

El cierre oficial será el 15 de marzo próximo. Desde ese día quedarán a la buena de Dios no sólo la estación de Sierra, sino otras importante­s del ramal en esta región, como las de Coronel Pringles, Laprida, Saldungara­y, Cabildo y, hacia el sur, todas las de la línea Pedro LuroStroed­er-Patagones.

Así se lo dijeron esta semana a Marcelo y a otros ferroviari­os de la zona. Fue en una reunión sorpresa organizada en Bahía Blanca por la Superinten­dencia de Transporte.

“Se calcula que 1.300 empleados quedarán sin trabajo, que son los que dependen de Ferrobaire­s. Son 1.300 familias en la calle”, lamenta.

Su mamá entra a la sala y lo mira. Es una mujer delgada, de 87 años de edad, pero con una fortaleza enorme. En sus ojos, sin embargo, se nota el dolor por partida doble: por el desguace del tren y por la angustia de sus hijos.

Los García llegaron a Sierra de la Ventana en 1977. El padre, Marcelo Bernardo, había sido nombrado jefe de la estación y no dudó en mudarse allí con su mujer, Adela Salazar, y sus hijos Rubén Darío y Marcelo Fabián.

Los cuatro -incluso Adelase abocaron como familia a hacer grande y pujante a la estación, dedicando muchas más horas que las reglamenta­rias a tener todo impecable. Dicen algunos vecinos que aquellos fueron los mejores años del tren en Sierra, y que una prueba de eso es el premio que en 1981 le entregó Ferrocarri­les Roca a los García por tener “la mejor estación de la línea”.

En 1988 tras el fallecimie­nto del jefe de la familia, fue sucedido en la estación por Rubén Darío. Así estuvieron 5 años, hasta que se reabrió la estación de Saldungara­y y Marcelo fue destinado allí en calidad de jefe. Diez años después, en 2003, se dispuso un enroque, y los hermanos intercambi­aron las jefaturas de las estaciones.

“De mi paso por Saldungara­y me quedó la alegría de haber reinventad­o la esta- ción, poner en valor instrument­os originales y armar un mini museo”, recuerda Marcelo con orgullo.

“En Sierra -agrega- también puse en valor de todos los instrument­os originales, que están a la vista de quienes nos visitan”. Fueron horas extra no registrada­s; tiempo y dinero propio dedicados a su amada estación. Por eso Marcelo no se resigna.

“La estación fue declarada Sitio Histórico Cultural -dice-. Hay que protegerla. Que no se convierta en un relato vacío, sino en algo tangible que se pueda ver y conocer por generacion­es”.

De la comunidad de Sierra -enfatiza- sólo ha recibido en los últimos días “afecto, apoyo y agradecimi­ento”.

“Todos tenemos que luchar para reactivar el tren de pasajeros. Sierra no puede perder un servicio esencial como este, que permite viajar a personas de toda condición social y que une a los puebles", cierra.

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 ??  ?? Marcelo García junto a su madre, Adela Salazar. Los García llegaron a la estación de Sierra en 1977, donde aún viven. Esta semana les dijeron que en un mes se cierra el edificio..
Marcelo García junto a su madre, Adela Salazar. Los García llegaron a la estación de Sierra en 1977, donde aún viven. Esta semana les dijeron que en un mes se cierra el edificio..

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