Economía.
rarán nuevas demandas en actividades que necesitan exclusivamente la intervención humana.
Estos son los empleos que requieren sensibilidad, calidez, empatía, humor, sociabilización, liderazgo y, obviamente, capacidades tecnológicas.
La discusión sobre la reforma laboral debería tomar como eje los desafíos que plantea este cambio tecnológico disruptivo. Enumerar cuántos “derechos laborales” se pierden respecto a la legislación vigente es inconducente, ya que más temprano que tarde las nuevas tecnologías los van a aniquilar sin miramientos.
Por el contrario, la vía más efectiva para promover protección y mejor calidad de vida es canalizar energías en modernizar las instituciones laborales, a fin de que el tránsito de los trabajadores hacia los nuevos empleos sea más fluido y menos traumático.
Hay que innovar en las figuras legales para facilitar el trabajo bajo los nuevos entornos tecnológicos, desburocratizar y establecer mecanismos que no traben la salida de los trabajadores de los empleos en extinción, sino que los protejan en la transición y los apoyen en la búsqueda de los nuevos empleos.
Pretender frenar los efectos de las nuevas tecnologías aferrándose a una legislación laboral vetusta es una salida cómoda desde lo político, pero socialmente dañina.
Frente a la inevitable destrucción de muchos empleos tradicionales por las nuevas tecnologías, la reforma laboral es la oportunidad para hacer menos traumático este proceso y más rápida la generación de nuevas oportunidades.
Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OT) aseguró que el desempleo y el déficit de trabajo decente continuarán este año siendo elevados en muchas regiones del orbe, aunque la tasa de desocupación mundial se estabiliza, según el estudio Perspectivas sociales y del empleo en el mundo.Tendencias 2018.
El informe del organismo laboral tripartito indicó que, a medida que se recupera la economía mundial aumenta la población activa, por lo que el desempleo debería mantenerse como en el año 2017, y sostuvo que la tasa de desocupación se estabilizó.
"Luego de subir en 2016, se estabilizó. En 2017 se situó en 5,6%, y los desempleados superaron los 192 millones", manifestó.
“Como las perspectivas económicas a largo plazo continúan siendo moderadas a pesar de un mayor cre- cimiento, la tendencia positiva de 2017 y 18 se asentará en el buen desempeño de los mercados laborales en los países desarrollados, en los que la tasa de desocupación debería disminuir otro 0,2 puntos este año para alcanzar el 5,5 por ciento, un índice inferior al previo a la crisis", puntualizó.