Pros y contras del agujero externo
La fuga de capitales se volvió un tema recurrente cada vez que se publica el informe cambiario del Banco Central. Durante el kirchnerismo sucedía cada tres meses, ahora se divulga en forma mensual, lo que vuelve mantiene el debate mucho más fresco. Los números fríos asustan.
Sólo en enero los argentinos gastaron US$ 1.500 millones por viajes al exterior, demandaron más de 2.000 millones de dólares netos a los bancos (teniendo en cuenta compra y venta). Pero además se requirieron otros US$ 1.000 millones para hacer frente al déficit de la balanza comercial, ante el aumento de exportaciones de casi 11%, pero que fue opacado por el 32% que crecieron las importaciones.
Estos valores llevaron a muchos analistas a considerar que se trata de una dinámica insostenible. La economía argentina presenta un déficit de cuenta corriente que se acerca a 4,5% del PBI, uno de los niveles más altos entre los países emergentes.
¿De dónde salen los recursos para cubrir semejante salida de divisas? Básicamente de la colocación de deuda. Sólo en enero el Gobierno colocó nuevos títulos por US$ 9.000 millones en el exterior. Una parte de esos dólares se vendió directamente al Central, que acumuló reservas hasta llegar a un récord de US$62.000 millones. La consultora Econométrica calculó que para fin de año estarán en US$ 71.000 millones.
La información del Banco Central es transparente, pero al mismo tiempo genera muchas lecturas. ¿Por qué la tendencia a la dolarización sigue tan presente entre los argentinos? ¿Será mejor volver a poner un cepo o al menos algún tipo de impuesto a los gastos argentinos en el exterior? ¿Hasta qué punto deben abrirse las importaciones, teniendo en cuenta además la competencia que generan al productor nacional?
Todas estas preguntas esconden en realidad el principal temor relacionado con esta dinámica, que es hasta qué punto puede sostenerse este esquema. Los más alarmistas señalan que en caso de no producirse una corrección en el corto plazo, una vez más la economía argentina se terminará estrellando.
Sin embargo, desde el Gobierno advierten que se trata de una transición típica de países que comienzan a recuperarse después de una crisis. Mencionan, por ejemplo, que el salto de las importaciones está relacionado con la necesidad que tiene la industria de comprar insumos para llevar adelante su producción Las compras de bienes de capital al exterior aumentaron un 29%. También crecieron las importaciones de bienes de consumo. ¿Pero es necesariamente malo? Las notebooks, por ejemplo, tuvieron fuertes caídas de precios y un gran aumento de ventas (por encima del 50%) ante la reducción de los aranceles y la apertura. Es decir terminó siendo una medida que benefició al consumidor.
Otro de los canales que permiten compensar esa salida de divisas es el ingreso de dólares que llegan para inversiones financieras. Aunque se trata de capitales de corto plazo cuya entrada pueden desestabilizar la economía, al mismo tiempo presenta otros efectos favorables. Por ejemplo ahora el Tesoro buscará nuevamente financiarse a través del mercado interno con la emisión de dos bonos en pesos. Y se espera que un porcentaje relevante llegue de inversores extranjeros, que ingresan dólares para apostar por op- ás allá de las distintas visiones y lecturas, el acceso de la Argentina a los mercados sigue resultando fundamental para mantener el gradualismo fiscal. Sin ese financiamiento externo, quedarían dos opciones para seguir cubriendo el déficit: más emisión monetaria del Central, lo que agravaría el problema inflacionario, o bien achicar el rojo de las cuentas públicas. O una combinación de ambas.
La marcha de la economía tiene contrastes que llaman la atención. La inflación y la dependencia del financiamiento externo aparecen como grandes desafíos para sostener el crecimiento. Pero al mismo tiempo aparecen indicadores que siguen mostrando una recuperación que tiene bastante solidez. La actividad creció arriba de 4,5% interanual en enero, la venta de autos fue récord y lo mismo sucedió con el despacho de cemento.
Pero la sensación de la gente es distinta. Las expectativas económicas se siguen deteriorando, esto significa que la gente ve un peor horizonte por delante y eso puede retraer decisiones de consumo y de inversión. “Pensamos que esto es un fenómeno transitorio. Es cierto que la inflación le quita poder adquisitivo a los salarios, pero esto es un fenómeno transitorio. Vemos que la economía sigue creciendo bien y generando empleo. A la larga eso es lo importante”, enfatizó sobre el cierre de la semana, Francisco Cabrera.
El ministro de Producción reconoció que Mauricio Macri también le había manifestado su preocupación por la caída de la imagen de la gestión pero también en relación al futuro de la economía. Y fue uno de los temas que se trató en profundidad durante el “retiro” de ministros con el Presidente en Chapadmalal la semana pasada.
Mientras tanto, Argentina volverá a estar en el centro de las miradas internacionales durante marzo. Habrá dos grandes encuentros en el que confluirán importantes funcionarios, banqueros y empresarios del mundo. Uno de ellos será el 19 y 20 próximo, cuando se reúnan los ministros de economía y presidentes de bancos centrales del G-20 en Buenos Aires. Apenas dos días más tarde arrancará la reunión anual del Banco Interamericano de Desarrollo en Mendoza, un encuentro que hace más de veinte años que no tenía lugar en la Argentina. Será una nueva oportunidad para mostrar el rumbo elegido y que no decaiga el entusiasmo de los inversores.
Trigo duro Maiz duro Maiz dent. Cebada Forraj. Girasol Soja Trigo duro Maiz duro y dent. Cebada Forraj. Girasol Soja 431-460 461-490 491-520 Más de 520 Hasta 520 Más de 520 Hasta 470 Más de 470 Hasta 440 Más de 440 Esp. y bn. 351/390 Esp. a bn. 391/430 Regulares Esp. y bn. 300/340 Esp. y bn. 351/390 Esp. a bn. 391/430 Regulares Esp. a buenos Esp. a buenas Regulares Conserva buena Conserva inferior Esp. a buenos Regulares Total de animales