El club Estudiantes, un centenario lleno de espíritu
grito por Estudiantes resonando en cada rincón y las cálidas jornadas de los clásicos con Olimpo, a estadio lleno, fueron las bases del surgimiento del ADN de la ciudad: la Capital del Básquetbol.
En esa identidad existe una figura que trasciende y vive en los recuerdos estudiantiles y bahienses: Alberto Pedro Cabrera.
“Beto llevaba el básquetbol muy, muy (sic) adentro. Siempre era el primero en aparecer en el entrenamiento; si andaba mal en un partido, al otro día iba al club y se ponía a tirar al aro. Era una figura tal que es imposible de poder definir”, contó Bebe Storti sobre el mejor deportista bahiense del Siglo pasado.
Quizás sea complejo reflejar en frías palabras su simbolismo para con un club (en realidad, para con una ciudad) que lo vio nacer en sus pasillos más internos y disfrutó de sus triunfos (9 torneos argentinos con Buenos Aires, 12 provinciales con Bahía y 17 títulos locales con el albo) y de su don humano. Valores albos universales que también tuvieron su ejemplo, por caso, en René Giménez.
“Fue el primer basquetbolista bahiense que comenzó a ejecutar tiros en suspensión (jump shot) y en utilizar cortinas falsas”, redactó por entonces la pluma de Enrique Nocent. Imágenes grabadas sobre el piso (de polvo, baldosa y luego parquet), tribunas y techo del estadio Osvaldo Casanova, inaugurado en 1939 para ser sede del 11º Campeonato Argentino de Básquetbol y sitio de innumerables acontecimientos, deportivos y de los otros, como circos, actos políticos, conciertos y hasta ¡corrida de toros!
El Casanova, un emblema albo que, casi 8 décadas después, y en cada uno de sus rincones exhibe el espíritu de Estudiantes, que está de festejo.
Un presente consolidado y un futuro prometedor Estudiantes-Olimpo, varios homenajes y muchos recuerdos Mayores detalles, en el sitio web de