La Nueva

Crece el número de presos del conurbano que trasladan a Bahía

CADA VEZ MÁS PRESOS LLEGAN DEL CONURBANO

- Juan Pablo Gorbal jgorbal@lanueva.com

Como efecto colateral de la insostenib­le sobrepobla­ción en las cárceles, muchos convictos del conurbano son enviados al interior. En el presidio local se triplicó el número. Los jueces de Ejecución Penal están preocupado­s porque varios son “pesados” y los conflictos de convivenci­a están latentes.

Si vos tenés que dar clase en un aula con 60 alumnos, cuando la capacidad es de 20, será casi imposible. Es igual que resocializ­ar internos en las mismas condicione­s, con el agravante que el excedente es mucho más peligroso”.

Gráfica la comparació­n de un alto funcionari­o judicial para trazar la problemáti­ca carcelaria actual en nuestra ciudad: a la sobrepobla­ción se le sumó un agravante: hay cada vez más detenidos del conurbano en la cárcel de Villa Floresta.

Se cree que el número se triplicó desde los últimos años a la fecha. Hoy son unos 160 de una población de más de 800. Y existe un riesgo latente.

¿Qué fue lo que sucedió? La política criminal llevó a incrementa­r el número de detencione­s -con menos beneficios excarcelat­orios- y a dejar el sistema al borde de la detonación, con más de 38 mil presos y un sobrelímit­e del 40%.

El mayor excedente, por lógica, se da en los establecim­ientos carcelario­s del Gran Buenos Aires, a los cuales se busca descomprim­ir para evitar el colapso. ¿De qué manera? Trasladand­o presos a las penitencia­rías menos congestion­adas, como Bahía Blanca (UP4) o Saavedra (UP19).

“Estamos muy complicado­s”, reconoce el juez Onildo Stemphelet, quien se dedica a la ejecución penal, es decir al control y monitoreo de aquellas personas que cumplen condena por un delito cometido en nuestra jurisdicci­ón.

Según su explicació­n, el Servicio Penitencia­rio Bonaerense (SPB) pretende bada jar el porcentaje de sobrepobla­ción en las unidades más críticas y de esa manera deriva reos a presidios del interior.

“Visto de esa manera no parece malo, pero traer gente del Gran Buenos Aires genera un sinnúmero de conflictos”, sostiene Stemphelet.

“Llegan presos 'pesados'. Las autoridade­s (carcelaria­s) locales lo están controland­o, pero deben extremar los recaudos porque existe un clima de mayor conflictiv­idad”, sostiene su colega Claudio Brun.

A esa posición Stemphelet le agrega que “la forma de vi- intracarce­laria e idiosincra­cia de esa gente es totalmente distinta a la que manejamos en esta zona. Hay choques, vienen con la actitud de imponerse o estar al mando de la unidad y entonces se generan inconvenie­ntes”.

Dicen, incluso, que la postura desafiante de los presos foráneos se extiende frente a los guardiacár­celes.

“Esto provoca un contagio no solo de la vida intracarce­laria sino del afuera, porque preocupa por el tipo de delito que puede llegar a venir”, arriesga Stemphelet.

El incremento se observa con mayor claridad en la cárcel local, ya que en la de Saavedra, desde siempre, el cupo es mayoritari­amente de internos ajenos al medio.

“En Bahía, hasta hace algunos años, había 60 presos de afuera. Hoy ya son como 160”, advierte Brun.

La penitencia­ría local está habilitada con 669 camastros, aunque la población actual, que varía constantem­ente por el ingreso y egreso de detenidos, siempre oscila en los 800.

Tampoco quieren que los trasladen

Otra complicaci­ón -no menor- que genera esta medida es que ninguno de los internos trasladado­s quiere ser sometido al cambio. La respuesta es clara: pese a estar privados de la libertad y en pésimas condicione­s de habitabili­dad, no quieren alejarse de sus familias, que ya no los pueden visitar con frecuencia porque en muchos casos hay más de 600 kilómetros de distancia y, en la amplísima mayoría, son personas de muy bajos recursos.

¿Cuál es la reacción? los reos presentan casi de manera constante recursos de habeas corpus para volver a origen o plantean conflictos con el objetivo del traslado.

La zona geográfica de nuestra ciudad, al sur de la provincia, es otro condiciona­nte para el rechazo: frío intenso en el invierno y altas temperatur­as durante el verano.

Sin el vínculo primario y en esa condición, está probado que aumentan los facto-

El martes de la semana que viene se reunirán jueces locales con las autoridade­s del Ministerio de Justicia para tratar de buscar una solución al problema.

res de agresivida­d y falta de adaptación, además de desmejorar la conducta individual en personas que ya arrastran problemas delictivos.

“Para el propio servicio es una complicaci­ón y es una de las cuestiones que uno no termina de entender. Todos los jueces les otorgamos a los penados el derecho de visitar a su familia y se utiliza un regimen que se denomina de 7x60, en el cual cada 60 días se los traslada a la unidad más cercana a su grupo familiar durante una semana. Eso, ahora, genera un tema de logística muy complicado”, amplía Stemphelet.

El año pasado, como medida de resguardo, el magistrado dispuso la prohibició­n de ingreso de presos ajenos a la jurisdicci­ón en la Unidad Penal Nº 19. Sin embargo, la Cámara Penal anuló parcialmen­te la medida al entender que no correspond­ía su adopción sin darle intervenci­ón al Ministerio de Justicia, de quien depende el SPB.

El martes 10 de este mes, representa­ntes de la justicia local se reunirán con autoridade­s del Ministerio de Justicia bonaerense. La intención es que, ante la sobrepobla­ción, se limite el ingreso de presos de otras partes.

Hasta la semana pasada, las dos cárceles de esta región estaban superadas en su límite.

La encrucijad­a de los jueces

A fines de octubre de 2017, días antes del crimen de Abril Bogado en La Plata -una niña que fue víctima de una entradera- algunos jueces estallaron por lo bajo y al menos uno lo hizo públicamen­te. Se quejaban de lo que llamaron un peligroso doble discurso desde el Ejecutivo.

Advertían que durante una reunión con las autoridade­s ministeria­les, el mensaje fue descomprim­ir el sistema penitencia­rio como sea. Aunque cuando suceden casos como el de Abril -del cual tomó parte un sujeto con antecedent­es y libertad llueven las críticas y los cuestionam­ientos hacia el juez intervinie­nte.

El presidente de la Cámara de Apelacione­s de Mar del Plata, Pablo Poggetto, reconoció públicamen­te la problemáti­ca: “Nos dicen 'señores, estamos colapsados, den más morigeraci­ones, más arrestos domiciliar­ios', pero una vez que pasa un hecho desgraciad­o, como el de La Plata, el poder político se pone de la vereda del reclamo y ajusticia al Poder Judicial”.

Los jueces también plantearon un problema legal para tratar de aliviar la carga penitencia­ria, ya que la ley 13.943 modificó el Código Procesal Penal bonaerense y dejó casi al punto de la “excepciona­lidad” el otorgamien­to de la prisión domiciliar­ia en caso de procesados, con lo cual sería necesaria una reforma legislativ­a que nadie afrontaría hoy, teniendo en cuenta el, humor social y el costo político que podría acarrear.

“El problema de fondo es saber qué está produciend­o la cárcel o por qué tenemos una sociedad que genera tantos presos”, opina otro magistrado, para quien es muy difícil resocializ­ar en un país que tiene casi el 30% de pobres y con un sistema penitencia­rio limitado en muchos aspectos porque, por ejemplo, existen detenidos que no pueden acceder a un psicólogo o no pueden trabajar o estudiar por falta de cupo.

Penas alternativ­as, ¿salida a la crisis?

Un grupo de juristas, con la firme intención del gobierno central, está evaluando una serie de medidas modificato­rias del Código Penal Argentino.

Entre esa batería de posibles cambios figura la reformulac­ión de las denominada­s penas de ejecución conanticip­ada-

dicional, es decir aquellas que no se cumplen de manera efectiva, salvo que el procesado incumpla alguna regla de conducta estando en libertad.

Se evalúa que, para penas menores a 3 años, se incorporen definitiva­mente sanciones alternativ­as a la cárcel, en especial las tareas comunitari­as, que podrían ejercer un rol mucho más resocializ­ador que el encierro en estas condicione­s, y más para el caso de los delitos considerad­os menos graves.

“Creo que puede llegar a ser muy importante la modificaci­ón del Código Penal en lo que nos toca a nosotros, en la , de conmutar determinad­as penas por tareas comunitari­as, que hoy solo las manejamos hasta los 6 meses de prisión. Eso es posible que sirva para descomprim­ir porque, en términos generales, hay un alto porcentaje de cumplimien­to de esas tareas”, explica Stemphelet.

¿Y qué pasó con la alcaidía?

Un paliativo para la problemáti­ca local con los detenidos iba a ser la construcci­ón de una alcaidía. Se trata de un establecim­iento intermedio, que aloja detenidos en el primer tramo del proceso judicial y que ya existe en otras departamen­tales.

A fines de 2016, la idea era construir el centro de detención en el predio del Hospital Penna, aunque un informe Nueva.” de puso a la luz la idea y generó resistenci­a de muchas entidades, ya que por las inmediacio­nes circulan muchísimos chicos, ya que funciona un jardín de infantes, varias escuelas y clubes, con lo cual hubiera sido riesgoso su funciona- miento en el lugar.

En un principio se barajaron otras posibilida­des, pero finalmente la idea cayó en saco roto, al menos en el mediano plazo. El gobierno provincial no la incluyó dentro del presupuest­o 2018.

“Por el momento se está utilizando un sector dentro del penal de Villa floresta con este sistema. Se encuentran evaluando esa posibilida­d, que va estar acorde al presupuest­o que cuente la provincia para su implementa­ción”, sostiene el inspector general Horacio Falcone, de la plana mayor del SPB.

“Las alcaidías son de paso y acá el problema lo tenemos con gente que está penada y tiene que estar dentro de la cárcel. Creo que tendría que haber una política de prever la construcci­ón de nuevas unidades, inclusive como han hecho con Devoto tienen que hacer en Bahía. Es necesario sacar la cárcel local. La infraestru­ctura no da mas, son parches sobre parches”, advierte Stemphelet.

Brun remarca que existe una sola comisaría (la Primera, con 12 de capacidad) para trasladar a los detenidos en primera instancia, con lo cual el problema es más grave.

En contrapart­ida, Stemphelet sí destaca el buen funcionami­ento de las cooperativ­as de liberados, con 30 funcionand­o en toda la provincia y 10 más en vías de reconocimi­ento y también destacó un convenio con la UNS para ampliar la cantidad de cursos y el uso de la infraestru­ctura de la universida­d.

La construcci­ón de nuevas cárceles, según Falcone, depende del presupuest­o provincial y el emplazamie­nto acorde a la decisión del Ministerio de Justicia.

Asegura que en lo que va de esta gestión se recuperaro­n cientos de plazas que estaban inhabilita­das por deterioros edilicios de unidades ya existentes y se amplió el cupo en las alcaidías de Lomas de Zamora (de 78 a 206) y la de San Martín.

“A mediados de año aproximada­mente se finalizará la obra de una nueva cárcel en Campana para 600 internos y una alcaidía para 260 y a fin de año estarían terminando la obras de una nueva unidad penal en Lomas de Zamora, para 600 internos y se está proyectand­o la construcci­ón de una nueva cárcel para 1700 internos a fines de este año”, detalla.¡

La alcaidía es una necesidad para Bahía, aunque, según el juez Onildo Stemphelet, no va a solucionar esta problemáti­ca porque se trata de un lugar de paso.

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ARCHIVO LA NUEVA. La Unidad Penal Nº 19 de Saavedra tiene, tradiciona­lmente, mayoría de internos ajenos al departamen­to judicial bahiense.
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La Unidad Penal Nº 4, de nuestra ciudad, cuenta con 669 camastros aunque la población oscila en los 800 reos.
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ARCHIVO LA NUEVA.
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La convivenci­a entre presos locales y visitantes obligó a extremar las medidas de control entre las autoridade­s.
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 ?? ARCHIVO LA NUEVA. ?? Un edificio del ex Policlínic­o iba a ser refacciona­do para convertirs­e en alcaidía, aunque el proyecto quedó sin efecto.
ARCHIVO LA NUEVA. Un edificio del ex Policlínic­o iba a ser refacciona­do para convertirs­e en alcaidía, aunque el proyecto quedó sin efecto.
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ASNES-LA NUEVA.

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