Con cautela, Chile confirma el interés en comprar el gas de Vaca Muerta
Funcionarios trasandinos y especialistas argentinos analizaron la posibilidad concreta de que el país vecino se abastezca del gas de dos cuencas de gran proyección.
Chile "puede aportar" la demanda estable que requiere la Argentina para desarrollar sus yacimientos de gas natural, especialmente de la formación neuquina de Vaca Muerta, dijo esta semana la ministra de Energía chilena, Susana Jiménez, al comentar los acuerdos recientes entre los presidentes Mauricio Macri y Sebastián Piñera.
En declaraciones que publicó el diario trasandino Pulso, Jiménez explicó que “para que la Argentina pueda desarrollar la producción de sus yacimientos de gas natural en los volúmenes necesarios para satisfacer sus necesidades internas durante los períodos del año de mayor consumo, requiere de nuevas demandas de gas natural que puedan absorber esos mismos volúmenes en los períodos del año de menor consumo interno”.
Según la ministra, los requerimientos chilenos podrían ser atendidos particularmente desde las dos cuencas argentinas con mayor proyección, la neuquina (donde se ubica Vaca Muerta) y la austral, que se conectan respectivamente con las regiones aledañas de Biobío y la zona austral de Chile.
Jiménez consideró que con el protocolo adicional al Acuerdo Binacional de Complementación Económica N° 16 ( vigente desde 1991) “aparece una nueva alternativa de suministro de gas natural para Chile” que optimiza la infraestructura existente (siete gasoductos entre ambos países).
El acuerdo aparece asimismo "como alternativa para la Argentina, ya que podría ser un factor favorable en términos de demanda para el desarrollo de sus yacimientos de gas natural”, remarcó la ministra.
Advirtió, no obstante, que las operaciones dependerán de su factibilidad económica, de la volumetría de la producción de gas en la Argentina y de la capacidad de satisfacer su propia demanda interna.
“Estas operaciones podrán realizarse en la medida que no comprometan el abastecimiento interno y que no se afecte la seguridad de la operación, ni la calidad y confiabilidad de los servicios”, agregó Jiménez.
Según la funcionaria, a diferencia de la década pasada, hoy Chile se encuentra en una situación de gran seguridad energética, gracias al desarrollo de las energías renovables que “le aseguran un abastecimiento para su demanda interna proveniente de diversas fuentes”.
El protocolo adicional suscripto por Macri y Piñera estableció que ambos países establecerán en los próximos 120 días las normativas internas que se requieran para “permitir las operaciones de comercialización, exportación, importación y transporte de energía eléctrica y gas natural”.
“Una medida interesante”
"Sería una medida interesante desde lo geopolítico y para potenciar el desarrollo del shale gas. Pero lo veo lejano en el tiempo. Antes de ponerse a exportar de nuevo, debemos cubrir las necesidades locales. Tendríamos que tener una producción extraordinaria de Vaca Muerta y ni siquiera YPF sabe en qué plazo eso podría suceder", subrayó el especialista en energía y vocero del Centro de Estudio de la Regulación Económica de los Servicios Públicos (Ceres) de la Universidad de Belgrano, Andrés Di Pelino.
La declaración de la funcionaria causó sorpresa del otro lado de la cordillera, ya que el simple recuerdo del gas argentino asusta, dada la traumática experiencia que tuvieron. Por lo que a pesar de que Jiménez asegura que "a diferencia de la década pasada hoy Chile se encuentra en una situación de gran seguridad energética gracias al desarrollo de las energías renovables", analistas coinciden en que después del incumplimiento argentino, el único motivo que justificaría que vuelvan a confiar en nuestro país es la necesidad de abastecerse de una energía más barata de la que disponen.
Tras los acuerdos MenemFrei, a fines de la década del 90 la Argentina comenzó a proveerle gas natural a Chile a través de siete gasoductos que atravesaban la cordillera. Las exportaciones de este insumo llegaron a superar los 20 millones de m3 por día, lo que representaba alrededor del 17 % de la producción local.
Sin embargo, los años de gas barato y abundante para el país vecino se terminaron cuando Néstor Kirchner interrumpió el flujo al desatarse una crisis energética en el año 2004. En consecuencia, el país vecino sufrió una escalada de precios provocados por la obligación de reconfigurar su matriz energética y pasar a depender del diésel y de la importación de gas natural licuado (GNL) por el Pacífico.