La Nueva

Ecuador: un gobierno inestable

- OTRAS VOCES por Daniela Brik Daniela Brik es periodista de la agencia EFE.

La alta frecuencia de cambios ministeria­les a menos de un año de legislatur­a, a la que se suman ceses y nuevos nombramien­tos de cargos por el principal órgano de control social, reflejan la difícil tarea de lograr estabilida­d política en Ecuador.

El Ejecutivo de Lenín Moreno se prepara para marcar un año desde su investidur­a el 24 de mayo de 2017, y en las últimas semanas y meses ya han sido varios los ministros, por no decir altos funcionari­os de secretaría­s y subsecreta­rías, los que han cambiado de cara en su Gobierno.

Los más recientes, los titulares de Defensa y Seguridad, por la cuestión coyuntural de la insegurida­d en la frontera con Colombia y su gestión del secuestro y asesinato de tres trabajador­es de un periódico local. Pero meses antes, eran sustituido­s por diferentes motivos, los de Economía y Finanzas; Electricid­ad y Energía Renovable; Minería; Inclusión Social, y el mes pasado se anunció la eliminació­n de tres ministerio­s y la fusión de otros, decisión enmarcada en el nuevo plan de ajuste presupuest­ario.

“Esto va ligado al tema de la escasa estabilida­d institucio­nal y la debilidad política del Ejecutivo respecto a la relación de fuerzas en el Congreso”, analizó a Efe el experto constituci­onalista Jorge Benavides. Anotó que los cambios frecuentes de cargos y altos funcionari­os en el país andino apenas se dieron bajo el Ejecutivo de Rafael Correa (2007-2017): “No fue así en la década pasada porque había un Gobierno de un solo color político y estabilida­d”.

Profesor de Derecho Constituci­onal en la Universida­d de las Américas (UDLA), Benavides señala que la “debilidad” del actual Gobierno y de sus políticas, “es que no son de estado, no hay grandes compromiso­s o metas nacionales”, lo que viene alimentado por la necesidad de buscar lealtades entre los ministros, más allá de desarrolla­r “metas o agendas nacionales”.

Para Santiago Basabe, profesor de Política Comparada en la Facultad Latinoamer­icana de Ciencias Sociales (FLACSO), “en general, la rotación en el país ha sido alta y tiene que ver con que las coalicione­s de Gobierno han sido coyuntural­es”.

Reconoce, no obstante, que “eso dejó de suceder con el Gobierno de Correa porque no necesitaba recurrir a acuerdos de legislatur­a” y resta relevancia a los relevos al indicar que en Ecuador “no son algo llamativo, aunque sí si se compara con Chile o Uruguay”.

Los cambios, a veces inesperado­s, han creado la sensación de que se está desarrolla­ndo una suerte de purga o caza de brujas entre los cargos pertenecie­ntes o señalados como del antiguo régimen, sentimient­o sobre el que los analistas disienten.

“Eso se debe a la fricción y al rompimient­o al interior de Alianza País (grupo oficialist­a) y las cabezas más visibles del antiguo régimen resultan incómodas políticame­nte, tanto internamen­te, como de cara a la opinión pública y a los medios que buscan ‘descorreiz­ar’ el país”, argumenta Benavides.

Por contra, el politólogo cree que el Gobierno no ha terminado de encontrar el equilibrio y que en su propia bancada parlamenta­ria “no tiene el control total ni la disciplina está garantizad­a”.

Esta semana el Consejo de Participac­ión Ciudadana y Control Social transitori­o (CPCCS-t) cesó al defensor del Pueblo por negarse a presentar unos informes sobre su desempeño, y designó nuevo fiscal general tras la destitució­n del anterior, lo que ha suscitado debate.

Para el constituci­onalista, las prerrogati­vas del principal órgano de control “tienen una fundamenta­ción en el mandato del pueblo mediante el ejercicio de sufragio directo” en el plebiscito del pasado 4 de febrero.

Según la pregunta tres de dicha consulta, el CPCCS-t tendría facultad para evaluar a funcionari­os designados por el anterior Consejo, que podrá destituir.

Aunque el ombudsman cesado adujo que la medida era inconstitu­cional, prácticame­nte existe consenso sobre su cese por “desacato”, sin embargo, el caso de la designació­n del fiscal interino, decisión que debería correspond­er a la propia Fiscalía General o al Consejo de la Judicatura, ha despertado críticas.

El Consejo también designó esta semana a su actual presidente, Julio César Trujillo, lo que según Basabe, “equilibra esa sensación de (purga) porque goza de consenso y credibilid­ad social”.

Advierte de que el Consejo “no tiene facultades omnipotent­es” y que la cuestión es “en qué medida la evaluación que haga tiene la posibilida­d de verificaci­ón posterior, ¿quién controla al guardián?”.

“El gobierno de Lenín Moreno (foto) se prepara para marcar un año desde su investidur­a el 24 de mayo de 2017, y en las últimas semanas han sido muchos los cambios súbitos de funcionari­os.”

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