Ignacio Salas: “Pensé que nunca más iba a tocar una pelota”
El jugador de Cabildo tuvo que dejar el fútbol liguista por una displaxia de cadera. Hoy vive el deporte desde otro lugar. “Jamás imaginé que una lesión me complicaría la vida”, dijo.
Ignacio Salas nunca se imaginó que el 8 de noviembre de 2014 jugaría su último partido en la Liga del Sur. Con sólo 28 años, el futbolista de Cabildo tuvo que dejar la actividad debido a un displaxia de cadera.
Para muchos, “Nacho” se fue del “medio” para dedicarse a su profesión, la de ingeniero agrónomo. Pero, lamentablemente, fue la lesión la que lo marginó del ámbito futbolístico local.
Estuvo dos años sin tocar una pelota, aunque a los 32 años pudo volver a una cancha en la Liga de Profesiona- les, no sin antes transitar una ardua y extenuante recuperación, que incluso le trajo complicaciones en la vida cotidiana.
Con otra mirada de las cosas, el ex jugador de Pacífico de Cabildo, Olimpo, Liniers y Tiro Federal le contó su experiencia de vida. “La primera operación fue en julio de 2015 con el doctor Gerardo Zanotti (el mismo que operó al delantero de River Rodrigo Mora), pero salió mal y me apretaron el nervio clural. Incluso, hice todos los pasos requeridos en cuanto a la recuperación, pero veíamos que no avanzábamos en la evolución de la lesión en el cuadriceps. Volví a hacerme estudios y determinaron que había una lesión en el nervio. Pero, lamentablemente, no había un estudio específico y no quedaba otra que volver a operar, algo que ocurrió en febrero de 2016”, relató.
“Lo más grave era esperar que el nervio estuviera cortado, el cual iba a quedar de esa manera porque ya no había soluciones o que haya un atrapamiento y que pudieran operar”, agregó.
¿Fue casi una moneda al aire?
--Tal cual. Había que ver de qué lado caía. Fui a esa segunda operación, otra vez en el Italiano con el doctor Jorge Boretto y, por suerte, el nervio no estaba cortado sino apretado. Volví a hacer todas las sesiones de kinesiología.
“Como estuve 6 meses en el que no llegaron las señales al músculo, se empezó a atrofiar, perdí masa muscular y las terminales nerviosas dejaron de funcionar. Había un tiempo límite y, por fortuna, con trabajo me pude recuperar. Claro que me llevó dos años y recién a fines de 2017 pude volver a tocar la pelota”, dijo ya más aliviado.
--Debe haber sido un gran alivio.
--Seguro. Pero al fútbol lo había sacado de mi cabeza por una cuestión de salud y, además, no podía ni patear la pelota. Mi novia Lucía me organizó un partido como para sentir que había vuelto a jugar, ja.
“Ahora, con todo el apoyo de Fede Zurita, de los quinesiólogos Diego Martínez, Fabio Pontet, mi cuñado Agustín Baldjian y los profes José Fernández y Sergio Paulet, sigo mejorando día a día. Estoy jugando en un equipo de la Liga de Profesionales, los Agrovetefar”, añadió.
A la par del fútbol, Ignacio no descuidó su otra carrera.
“Por suerte, todo me pasó cuando ya me había recibido de ingeniero agrónomo y trabajando. Me recibí en el 2013 y, si bien no estaba sólo con el fútbol en mi cabeza, no estaba en los planes todo lo que me pasó.
--¿Hubo algún disparador de la lesión?
--Cuando estaba en Liniers empecé con algunas molestias y en Tiro prácticamente no pude jugar porque ya no estaba bien. Luego pasé a Automoto, pero ya convivía con las molestias. Y hasta que en Cabildo me dije que algo tenía que hacer. Es que cuando tenés esa edad, jamás te imaginas que una lesión así me complicaría la vida.
“Siempre me acuerdo de una situación y no puedo no reírme. Cuando jugaba en Liniers, sentí como una especie de electricidad en un partido y como justo había estado el recital de Arjona, los chicos me gastaban que había quedado un cable suelto y que por eso me daba electricidad”, amplió.