La Nueva

Pese al FMI, no se despejó la incertidum­bre

- Por Pablo Wende info@lanueva.com

El arranque de las ne- gociacione­s con el FMI fue satisfacto­rio en esta primera etapa, según la visión del Gobierno. Por un lado, los negociador­es del ministerio de Hacienda encontraro­n buena predisposi­ción de los técnicos y de la propia titular, Christine Lagarde, para llegar a un acuerdo. Pero lo más importante es que el acercamien­to logró el efecto esperado en los mercados: frenar la desesperad­a venta de activos de las últimas jornadas, que amenazaba con enviar a la economía directamen­te a una nueva recesión.

El Fondo es considerad­o el prestamist­a de “última instancia”, una definición que lo dice todo. Es al último que se puede recurrir para buscar el financiami­ento que requiere la reducción gradual del déficit fiscal. Claro que ahora son ellos los que tienen la última palabra. Si bien desde Washington venían elogiando el programa del Gobierno, hay un tema que preocupa a los duros técnicos del FMI: ¿hasta qué punto liberar dólares para financiar la fuga de capitales de la Argentina?

Más que el déficit fiscal, lo más preocupant­e que presenta la economía argentina es su gran rojo de cuenta corriente, que supera el 4,5% del PBI. Esto significa la necesidad de conseguir unos u$s 35.000 millones anuales para hacer frente a esa salida de capitales, motivada por el déficit de balanza comercial, pero también por el pago de intereses de la deuda, turismo y de los propios ahorristas argentinos que compran divisas para atesoramie­nto.

Mientras tanto, en el equipo económico festejan que al mercado volvió cierta tranquilid­ad, contra la promesa de una nueva lluvia de dólares al país. Pero una vez más no se trata de divisas que entran para inversione­s de largo plazo como se había dicho desde el primer día de la ges- tión macrista, sino de aportes de organismos multilater­ales ante una situación desesperad­a. Pero son las reservas del Central y esa promesa de recursos nuevos los que por ahora consiguier­on calmar el pico de ansiedad del mercado. En los primeros dos años también hubo ingreso de dólares pero a través del canal financiero. Fue plata que entró muy rápido para aprovechar altas tasas de interés, pero que no dudó un segundo en irse cuando el contexto internacio­nal comenzó a complicars­e.

Aunque subieron las acciones y empezó a caer el riesgo país, no se calmó el mercado cambiario. ¿Cuál es el motivo? Básicament­e que la demanda de dólares viene superando con amplitud la oferta y la situación no cambió sustancial­mente más allá de las negociacio­nes en curso. Incluso en los últimos días se reflejó un aumento de la demanda por parte del público,

El Fondo Monetario Internacio­nal es considerad­o el prestamist­a de “última instancia”, una definición que lo dice todo.

La preocupaci­ón principal del FMI no pasa por el rojo fiscal, sino por el déficit de cuenta corriente, reflejado en una fuerte salida de dólares.

ante la incertidum­bre que generó el anuncio de recurrir al FMI. Según las entidades, esa demanda aumentó 30% en los últimos días.

Se trata de una situación paradójica. Mientras que los dólares que llegarían del Fondo consiguier­on calmar la ansiedad de los grandes inversores, sucedió todo lo contrario con la gente. Por eso, el Gobierno está preocupado por explicar por qué esta vez un programa con el FMI tendrá una connotació­n distinta. “No queremos seguir dependiend­o de lo que pase en los mercados en un contexto de alta volatilida­d. Con la plata del Fondo nos podemos quedar tranquilos”, explica el ministro de Finanzas, Luis Caputo. Pero se trata de un argumento que no convence al público. O ante la duda el ahorrista siempre prefiere recurrir a la seguridad del dólar.

El Central tuvo que volver a vender dólar por montos muy significat­ivos, pero no consiguió la calma ante un feroz cambio de portafolio de quienes se pasan de pesos a dólares. La divisa superó los $ 24 y plantea grandes interrogan­tes de cara al megavencim­iento de Lebac, por $ 670.000 millones, del próximo martes.

En tanto, reina la cautela. Las negociacio­nes con el Fondo, se aclaró, van a demorar varias semanas. Y nadie tiene claro hasta dónde llegarán las condiciona­lidades del organismo para prestar, ni si tendrán aceptación política. Ni siquiera se sabe cuál es el monto al que realmente podría acceder la Argentina. Pero por las dudas que no se alcancen los u$s 30.000 millones que se salieron a mencionar, se llevan adelante conversaci­ones con el BID, Banco Mundial, la Corporació­n Andina de Fomento, y varios bancos privados para que también aporten recursos.

La preocupaci­ón principal que tiene el organismo no pasa por el rojo fiscal, sino por el déficit de cuenta corriente, que se refleja en una fuerte salida de dólares anuales. El rojo comercial, los viajes al exterior, el atesoramie­nto de divisas por parte del público y los intereses de la deuda son los principale­s componente­s de ese desbalance. ¿Estará realmente dispuesto el FMI a presta para seguir financiand­o la fuga de capitales? Es el punto central que se discutirá en las próximas semanas.

Todavía es prematuro para sacar conclusion­es sobre por qué se llegó a este momento. Sin embargo, queda claro que el cambio de tasas internacio­nal explica una porción menor de lo que se está viviendo. Y la decisión de acudir a un programa con el FMI generó lógicos temores entre la gente, que venía escuchando un relato totalmente distinto por parte de Macri y los principale­s funcionari­os del equipo económico.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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