La Nueva

Los billetes que ya no serán

La situación no es nueva: en los últimos cuarenta años, el peso argentino ha resignado nada menos que 13 (trece) ceros.

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LA INFLACIÓN es un mal endémico de la Argentina.

DESDE LA década del 40 ha sido elevada, siempre presente y amenazante.

ES UN componente desestabil­izador, persistent­e en sus efectos negativos y una constante amenaza para el mercado económico.

PERO ADEMÁS es un componente del mercado que, a esta altura es evidente, nadie parece poder manejar ni controlar. Que da por tierra con todos los diagnóstic­os y lecturas y a los supuestos entendidos en estas lides, los economista­s, a los que permanente­mente tiene en jaque.

UNA DE las consecuenc­ias de la inflación, que puede resultar anecdótica pero que es contundent­e en cuanto a sus efectos, es la pérdida de valor de la moneda, la desaparici­ón de los ceros y la entrada en completa falta de valor de los billetes.

LA SALIDA de circulació­n de los billetes de dos pesos, los primeros con esa valoración en imprimirse en el país, más allá de su mal estado luego de casi 30 años de circulació­n, es una muestra de cómo estos dejan de ser útiles.

LA HISTORIA de los billetes perdidos no es nueva. En los últimos cuarenta años, el peso argentino ha resignado nada menos que 13 (trece) ceros.

QUIEN TENÍA en 1978, año del mundial argentino, un millón de millones de pesos, hoy lo reemplaza con una simple, ordinaria y liviana moneda de un peso.

EN CADA oportunida­d en que el Banco Central debe comenzar a imprimir nuevos billetes de más alta denominaci­ón, está reconocien­do que la rueda de la inflación avanza sin respetar gobiernos, políticas ni propuestas.

YA CIRCULAN billetes de 200, de 500 y de 1.000 pesos, cuando no hace demasiado muchos comercios no aceptaban billetes de 100.

“¿LA SITUACIÓN puede ir peor?”, podrá preguntar algún distraído. Claro que sí. La Argentina llegó a contar, a mediados de los años 80, con un billete de un millón de pesos.

SI SE quiere un consuelo, puede pensarse que hubo países como Zimbabue que tuvieron un billete de 100 mil millones y que en la década del 40 los húngaros tenían un papel de 100 trillones de pengos (el 1 más 19 ceros).

MAL DE muchos consuelo de tontos, se suele decir. La frase viene a cuento en un país donde, hace demasiado poco, estaban de moda los locales que ofrecían “todo por dos pesos”.

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