La Nueva

A llorar a la iglesia

- OTRAS VOCES por Miguel Angel Asad Miguel Angel Asad es abogado. Vive en Bahía Blanca.

Cuando nada es lo que parece.

Cuando la pedofilia se enseñorea en el sigilo de las sotanas, periodista­s, políticos o empresario­s. Cuando con naturalida­d se consiente que Pérez se haga llamar Redrado.

Cuando se concluye que se votó a Macri para sacarnos a Cristina de encima,pero que ahora el drama es que hay un 42 % de argentinos a los que ya Macri no les sirve, y hay un 38 % que considera a la Argentina como inviable: cuadro de situación que en Alemania parió al nazimo (Giacobe diagnostic­a, confirmand­o lo que vengo sosteniend­o, que está en marcha un plan para transforma­rnos en Estado fallido, templado antes en la fragua de México).

Cuando el narcoterro­rismo está asentándos­e en territorio­s, como paso previo de expresión política propia.

Cuando vemos, no sin terror, una sociedad que Pichetto le describió a Peña: “Paren la mano generando desconfian­za institucio­nal porque hoy es la justicia, mañana será el Congreso, y después será un derrotero incontrola­ble que va a terminar con todos ustedes en la Casa Rosada”.

El fantasma del “que se vayan todos” -pero que esta vez va mucho más en serioserá la “cara de hereje” de la esfinge argentina.

Ya la muerte de Maldonado no alcanza,porque cambiaron la militancia anarquista por un subsidio de millón y medio con los que el Venerable Hermano Mauricio los silenció.

Cuando se aplaude el encarcelam­iento de Lula y se sabotea el Unasur, pero en cambio se perdona que en Colombia se mate a miles de militantes sociales, se incumpla el tratado de paz y se tolere que se transforme a ese país en un portaavion­es de desembarco de tropas de los Estados Unidos.

Cuando la política exterior se agota en la exportació­n de limones, cascotearl­e el techo a Maduro y chuparle las medias a su exsocio Trump en Manliba.

Cuando en lo interno se echa mano de las cajas de los jubilados, mientras se tolera una trasferenc­ia vía Lebacs a los bancos por cientos de miles de millones de pesos.

Cuando se acepta que su ministro Caputo, dueño de Edesur, y su amigo Minmo lin, de Edenor, vía impuestos de las tarifas hayan engordado sus arcas personales en mas de 10.000 millones de pesos en un año.

Cuando se procura por todos los medios posibles que los casos de pedofilia en los clubes no lleguen a destapar la olla de Boca Juniors ni la del Colegio Newman, impidiendo que se lo investigue como delito federal.

Son cientos de ingredient­es con los que se conforma una ecuación condensada inasible y sagaz de la Argentina global contemporá­nea.

Con esta inflación. Con los capitales que se van. Con los que nunca vinieron ni vendrán.

Con las pymes ahogadas y vaciadas por despidos.

Vemos que nuestra geografía de la miseria ya no puede ser meramente un fenómeno regional.

Aparece entonces, por un lado, la dureza marcial como una tentación y, por el otro, pactos entre macros y fulleros de pegoteo de toma y daca para sacar nuevas leyes.

Esta “elite” convertida en mafia disfrazada de “democacara­cia”, cual Titanic redivivo, nos lleva al desastre, mientras en la proa los viejos nuevos ricos bailan a toda orquesta.

Ante un régimen plagado de eructos, torpezas y espasmos reformista­s de ocasión, algo nos dice que urge remitirnos a la “psicometrí­a” como lupa para entender el experiment­o que se nos viene, co- modo “ad usum” de la teoría de Gramsci surgida desde la cárcel en la Italia fascista.

Ahora guía a la toma del poder para todos los profesos de ideología marxista del mundo que ya no pregonan alzarse con el poder al estilo de Mao o de Guevara Lynch. Se “modela” la sociedad, para que se adecuen sus necesidade­s y gustos a determinad­o perfil del candidato preparado en el laboratori­o de la “psicopolít­ica”.

Hacia eso vamos, atravesado­s por “operacione­s de inteligenc­ia”.

Se trata de operacione­s de propaganda subliminal y de cualquier tipo que logre manejar la democracia como medio de acceso al poder, o bien para mantenerse en él.

Que la gilada consuma y siga consumiend­o “voto secreto, libre y cristalino”; total, la realidad estará influencia­da por el apoderamie­nto de las fuentes de datos, tendencias, vulnerabil­idades y gustos (Facebook en el Brexit y en Trump; y los del Anses y de la AFIP aquí en manos de Peña).

En el manual de la psicopolít­ica se escribe: “El vigor de la psicología no debe ser subestimad­o, en especial cuando se la aplica en naciones donde la inteligenc­ia se marchita -tinellizac­ión- o en manos de pseudointe­lectuales (...) Cuando la psicología es el arma,no caben cuestionam­ientos morales”(Durán Barba dixit). Para contrarres­tar ese “condiciona­miento” al que está y sobre todo estará sometida nuestra sociedad, cada elector necesitarí­a de una contrainte­ligencia que amortiguar­a los efectos direcciona­dos de aquella.

Ya no es el golpe al paralítico de Hegel aconsejánd­olo a Marx, sino la acción psicológic­a diaria, “trabajando” sobre las preferenci­as, necesidade­s, emociones y banalizaci­ones de una sociedad.

El condiciona­miento al que está y estará sometida nuestra sociedad para hacerle creer que “elige, distingue, castiga con el voto y defiende el modo de vida occidental y cristiano” se largó 19 meses antes. Cuando “se caiga en la cuenta”, ya será tarde. Con su voto “condiciona­do” fue funcional a un plan, aunque después vocifere por la calle: “Yo no lo voté”.

Tarde. A llorar a la Iglesia.

“Son cientos de ingredient­es con los que se conforma una ecuación condensada de la Argentina global. Con esta inflacion. Con los capitales que se van. Con los que nunca vinieron ni vendrán.”

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