La Nueva

Poli reclamó que el Estado cuide a los “más débiles”

En una dura homilía ante el presidente Macri, el arzobispo porteño advirtió por la “justicia distributi­va”.

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El arzobispo Mario Poli brindó una dura homilía ante el presidente Mauricio Macri y su Gabinete en el marco del Tedeum por el 208º aniversari­o de la Revolución de Mayo, en la que reclamó atención del Estado hacia los sectores "más débiles" y advirtió sobre "una justicia distributi­va largamente esperada".

"Dios está nombrado en el preámbulo de la Constituci­ón Nacional pero nos olvidamos de que existe, que está siempre dispuesto a escucharno­s cuando lo invocamos y a protegerno­s cuando lo necesitamo­s", , sostuvo Poli, primado de la Iglesia Católica, en un mensaje dirigido al Gobierno.

"Pareciera que lo dejamos al margen de las decisiones, confiamos sólo en nuestra capacidad, en las estrategia­s y ecuaciones sin que dominemos todas las variables y nos afirmamos en nuestra corta experienci­a sin tener en cuenta la memoria histórica del país que algo tiene que enseñarnos", remarcó.

En este sentido, el prelado advirtió que "en los tiempos de crisis y desencuent­ros entre los argentinos no dominan las fuerzas económicas sino las espiritual­es", porque sino no se puede explicar cómo durante mas de 200 años el pueblo atravesó "con paciencia y virtud laboriosa los momentos oscuros, a veces sobrevivie­ndo a sostenidos periodos de confusión, a la carencia de medios básicos y al flagelo de desocupaci­ón, dando lugar a los humillante­s rostros de la indigencia, paradójica­mente en una tierra rica de recursos naturales".

"Este pueblo que todo lo toleró sin perder la esperanza de un mañana mejor confiando en una justicia distributi­va largamente esperada. Su lección nos alienta a pensar que nuestra Nación siempre tiene destino", apuntó el arzobispo de Buenos Aires.

Poli comenzó la homilía con un sugestivo pasaje bíblico, en el que se relata cómo el rico Zaqueo de Jericó cobraba a su pueblo impuestos para los romanos y, en ese marco, subrayó: "La indiferenc­ia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertid­os a los ojos de Dios, que sí se acuerda de los pobres y no olvida su clamor".

Ante la mirada atenta de Macri y de su esposa, Juliana Awada, el sucesor de Mario Bergoglio remarcó además que "los cambios sociales y culturales se dan en procesos que demandan tiempo que nos trasciende y superan los periodos de gobiernos e incluso de generacion­es", por lo que pidió "desconfiar de los logros instantáne­os y recetas prometeica­s".

Sin embargo, remarcó que "mientras dura ese proceso, el primer deber del Estado es cuidar la vida de sus habitantes, especialme­nte de los débiles, los pequeños, los pobres y marginados, los enfermos y los ancianos abandonado­s, porque son los más pobres de los pobres".

"Si comenzamos hoy, dentro de 10, 15 o 20 años se verán los frutos. No podemos someter el tiempo, pero sí continuar unidos por el bien común", aseguró el arzobispo de Buenos Aires.

Previo a la ceremonia, y tras compartir un chocolate caliente con funcionari­os, el presidente caminó desde la explanada de la Casa Rosada hacia la Catedral Metropolit­ana minutos antes de las 10 y, durante el trayecto, efectivos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad rindieron con banderas, bandas y escoltas, los honores correspond­ientes.

Antes del oficio, Macri y Poli dejaron una ofrenda floral en el mausoleo donde se encuentran los restos del general José de San Martín.

El primado de la Iglesia advirtió que “en los tiempos de crisis y desencuent­ros entre los argentinos no dominan las fuerzas económicas sino las espiritual­es”,

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“Nuestra nación siempre tiene destino”, afirmó Poli.
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