Cada vez llegan menos buques metaneros a Ingeniero White
Aunque la medida de importar gas licuado natural, que en su momento se creyó provisoria para combatir la crisis energética nacional, ya lleva una década, los números de los últimos años marcan un sostenido retroceso.
La crisis energética que atravesaba la Argentina de 2008 hizo que el Gobierno nacional decidiera importar gas, en estado líquido, a través del puerto de Bahía Blanca para luego ser inyectado a la red nacional para su distribución. Hoy, diez años después y luego de un pico de importaciones alcanzado en 2013, la merma de las mismas es notoria y responde a diversos motivos.
La medida , que en su momento generó polémica por cuestiones económicas y políticas, también repercutió en las cuestiones ambientales, marcadas por reclamos vecinales y de diversas instituciones que, si bien encontraron un freno en la Justicia, nunca desaparecieron por el riesgo que operaciones tan sensibles como las realizadas en el muelle local de la compañía Mega conllevan.
Si bien luego se le sumó el de Escobar, el puerto bahiense fue el primero en recibir a los enormes buques llamados metaneros, cargados con gas natural licuado (GNL) que luego de ser regasificado en otro buque de igual tamaño pero diferentes características ingresa a la red nacional para contribuir en el abastecimiento de gas a hogares e industrias.
Fue entre el 17 y el 19 de junio de 2008 que el primer metanero, el Excelerate de bandera belga, trasvasó 58.671 toneladas al regasificador Excelsior -– también belga-- y se transformó en el primero de los más de 300 que llegaron al muelle de Cangrejales en estos diez años.
Cada año vienen menos
La crisis energética que se presentaba cada invierno en nuestro país llevó al Gobierno nacional a importar gas, paradójicamente en tiempos en que la Argentina, por compromisos contraídos, exportaba gas a Chile por vía terrestre. La cantidad de barcos y por ende de gas natural licuado importado creció prácticamente cada uno de los primeros años y alcanzó su pico máximo en 2013, con 45 buques, cuadruplicando en cuatro años los 11 del 2009, primer año completo de recepción del combustible.
Luego de un trienio parejo (2013-2015), con un promedio anual de 43 buques, con el cambio de Gobierno el presidente Mauricio Macri decidió que, “dado que las importaciones extra-zona son caras y tienen inconvenientes”, las importaciones que llegaban a través de metaneros de mercados de ultramar comenzarían a sustituirse de manera progresiva.
La medida se reflejó en números oficiales recogidos por el Consorcio de Gestión del Puerto, con una disminución del 38 % para los siguientes dos años (2016-2017), mientras que 2018 sigue por la misma senda, con apenas 6 buques en lo que va del año.
En cuanto a la procedencia de la carga durante estos diez años, el primer puesto de la extensa lista le corresponde a Trinidad y Tobago, que con 138 barcos representó el 46 %, seguido por los 40 buques provenientes de Nigeria y los 24 de Catar que completan el podio. El listado se completó –-de mayor a menor-- con España, Esta- dos Unidos, Bélgica, Noruega, Egipto, Sudáfrica, Mauricio, Argelia, Portugal, Emiratos Árabes y Guinea Ecuatorial, entre otros.
El peligro y las quejas
Como cada proyecto de gran envergadura, la instalación de un buque regasificador de casi 300 metros de eslora a metros del Polo Petroquímico, con la riesgosa operatoria de trasvase de buque a buque que implica, provocó quejas, preocupaciones y hasta la intervención de la Justicia.
Los primeros meses de 2008 el asunto despertó el malestar de muchos vecinos de Ingeniero White, históricamente perjudicados medioambientalmente por su cercanía al Polo Petroquímico, así como de otras entidades ambientalistas, quienes llevaron la causa a la esfera de tribunales.
Luego de escuchar a ambas partes y evaluar los estudios de riesgo e impacto realizados siguiendo las normas internacionales, la Justicia consideró que el regasificador “representaba riesgos ínfimos o nulos, en circunstancias normales”, y que era “tan de interés público preservar la salud de la población y la integridad del medioambiente como asegurar calor y energía eléctrica en el crudo invierno".
El principal temor de especialistas de la materia pertenecientes tanto al sector público como al privado siempre radicó en dos cuestiones: la cercanía del regasificador a la población y el hecho de que el trasvase se realice de barco a barco y no de barco a tierra, impedimento es-