Vlek, el atleta que no le teme al paso del tiempo
El bahiense modificó su vida y se mudó a Santa Fe para ir tras su sueño. “Quizás no llegue hasta donde yo quiera, pero lo voy a intentar”, expresó.
Él siguió sus convicciones para no ceder ante el inevitable paso del tiempo. Entiende que esa lucha está perdida, por lo que se propone únicamente a competir ante la vida. La misma que escribe día a día alejado de sus seres más cercanos, pero a su vez abrazado a una de sus pasiones más fuertes: el atletismo.
La historia que transita el garrochista local Santiago Vlek, de 27 años, a casi mil kilómetros de distancia de Bahía Blanca cuenta con momentos de convicciones, miedos, alegrías, tristezas y, lo principal, sacrificio.
“Este año retomé la carrera de educación física y estoy todo el día afuera. Estudio a la mañana, entreno después del mediodía y trabajo a la tardenoche. Mis días arrancan temprano y terminan muy tarde. Pero bueno, es la única manera que tengo de poder estar en Santa Fe; es el lugar donde por ahora quiero estar, hasta que mi carrera deportiva dentro de la pista se mantenga vigente”, manifestó Vlek, uno de los atletas bahienses más destacados del momento, pese a que él sostenga que está “más afuera de la pista que adentro”, ya que también ejerce como entrenador y tiene a su cargo a menores y juveniles de “buena proyeccción sudamericana”.
Con ese “doble” oficio (atleta-entrenador), intenta ganarle al tiempo para no despegarse de su querido deporte.
“Sé que nunca voy a dejar de practicarlo. Obviamente que las expectativas van bajando, porque el tiempo avanza y, a la edad que tengo, es difícil competir contra alguien que se dedique exclusivamente a entrenar. En ese sentido estoy dando mucha ventaja --confesó Vlek-- porque además de entrenar tengo que estudiar y trabajar. Eso te quita tiempo de descanso, de recuperación...”.
—¿Cómo hacés para completar todo eso?
—Soy consciente de todo esto. Hasta el año pasado me enojaba un poco cuando no se me daban los resultados. Ahora lo pienso y lo miro de otra manera.
—¿En qué te apoyás para, estando lejos, seguir sosteniendo tus convicciones?
—Quieras o no siento el atletismo desde que estuve en la panza, por mis papás. Sé que el tiempo no se recupera, pero si sigo es porque creo que puedo. No me gustaría retirarme sin llegar a dónde yo creo que puedo llegar.
“Cuando se me cruza dejar, me apoyo en esa frase. También soy consciente que quizás no llegue hasta donde yo quiera, porque no tengo los tiempos necesarios. Son un montón de ingredientes que no tengo, pero lo voy a intentar”.
Luego de tres años de ausencia en la pista, a causa de los golpes que la vida le preparó para salir más fortalecido, Vlek tomó la decisión de cambiar su vida.
“Me contacté con Guillermo (Chiaraviglio), a quien ya conocía de los torneos. Le dije que quería ir a entrenar un fin de semana y accedió. Ese finde se convirtieron en 15 días y desde ese momento tomé la decisión de irme a Santa Fe. Al día siguiente del cumpleaños de mi mamá (Flavia) agarré el auto y me fui”, repasó Santi, quien está en la capital santafesina desde octubre de 2015.
“Fue una decisión rápida. En su momento dije que nunca me iba a ir de mi ciudad y creía que para hacer lo correcto debía seguir mis ganas --expresó--. Por ahora no me arrepiento. Lo familiar me tira demasiado, pero sé que cada uno debe hacer su camino”.
—¿Ese es el consejo que le darías a un joven?
—Hay una palabra que es el motor principal para hacer las cosas: ganas. Si uno las tiene, no importa dónde o cómo, se las va a rebuscar para encontrar la forma de hacer lo que desea.
“Hay una palabra que es el motor principal para hacer las cosas: ganas. Si uno las tiene se las va a rebuscar para hacer lo que desea”.