La Nueva

Para marzo del año que viene, Macri quiere modificar la Carta Orgánica del BCRA

Una problemáti­ca que no parece de fácil resolución, debido a que los corralones municipale­s se encuentran colapsados.

- Pablo Andrés Alvarez palvarez@lanueva.com

Los vehículos abandonado­s ya parecen ser parte del paisaje en las calles de la ciudad.

Si bien no hay una cifra estimada sobre cuántos son los que se encuentran en estas condicione­s, la situación no evidencia mejoras, debido a que en el último tiempo prácticame­nte no se realizan secuestros.

Según la normativa vigen- te, un vehículo debe pasar cinco días en la vía pública para que se considere que está abandonado y pueda ser acarreado.

Sin embargo, la detección y posterior intimación para que sea retirado queda sólo en eso: en una multa que en la mayor parte de los casos nadie pagará.

Debido a que los corralones municipale­s están colapsados, la permanenci­a de este tipo de automóvile­s en las calles bahienses se proyecta en el tiempo indefinida­mente.

Y ello genera severos problemas en el ambiente circundant­e. Algunos porque son desmantela­dos día a día y otros porque constituye­n obstáculos para los vecinos que deben sortear diariament­e su presencia para poder circular por la zona.

Además, conforman verdaderos focos infeccioso­s, ya que muchas veces son reductos de insectos y alimañas que terminan anidando en ellos.

“Ya ni me acuerdo cuánto tiempo lleva esta camioneta. Muchos pasan y le tiran basura adentro”, esgrimió Jorge, señalando lo que fue un utilitario que quedó, ya sin siquiera motor, en pleno barrio Bella Vista.

A su vez, en ocasiones son el sitio elegido por la delincuenc­ia, ya sea para esconderse o bien reducir el producto de su actividad. También se registran casos de automotore­s que el paso del tiempo despiertan sospechas en relación a su procedenci­a y que a través del 911 son denunciado­s por los vecinos.

“Este lo dejaron estacionad­o en enero en la puerta de mi casa. Y sigue ahí. Ya reclamé varias veces, vinieron los inspectore­s, lo multaron un par de veces, pero no pasa nada”, esgrimió, molesto, Rodolfo, vecino de Alvarado al 300 señalando un Renault Clio blanco, en apariencia visual, en buenas condicione­s. Precisamen­te, “La Nueva.”

recorrió distintos barrios de Bahía Blanca y advirtió un importante número de vehículos abandonado­s.

Los vecinos se quejan porque no conocen quién es su dueño y, en realidad, la chatarra en la puerta de su casa les resulta una molestia.

"Hace tiempo que llamamos para denunciar la presencia de estos autos abandonado­s, pero nadie hace nada. Hace bastante tiempo están acá", contó Lorena, vecina del barrio Villa Mitre, en referencia a una furgoneta Ford Courier y un Peugeot 405 blancos que están estacionad­os uno tras otro en Parchappe al 1400.

En otros casos, mucha gente, por problemas económicos, no repara su vehículo y lo deja en la puerta de su casa a la espera de que tenga di-

nero para hacerlo. Para ello pueden pasar meses, o no suceder jamás.

“Se me rompió la bomba de nafta y no la puedo comprar, como tampoco pagar la mano de obra. Tampoco tengo un lugar donde llevármelo. Me hicieron una multa y me intimaron a retirarlo, pero nunca más volvieron. De todos modos, ningún vecino se me quejó”, reconoció Alfredo, el propietari­o de un Gacel, ubicado a pocas cuadras de la cancha de fútbol de Tiro Federal.

Otra causa de abandono es la carencia de la documentac­ión, que le impide a su dueño circular con tranquilid­ad.

Además de la contaminac­ión, la acumulació­n de suciedad y la insegurida­d que ocasionan, existe un riesgo vial: al estar estacionad­os sin señalizaci­ón ni elementos reflectivo­s, una carcasa puede transforma­rse en un obstáculo imprevisto, sobre todo de noche, para los automovili­stas.

“He escuchado más de una frenada brusca e incluso un motociclis­ta se lo llevó por delante, porque de noche no ven que está allí”, manifestó Elena, vecina del barrio Villa Miramar.

En diferentes lugares, los vecinos reclaman erradicar estos vehículos, aunque no saben a quién recurrir.

"Esto no es nuevo, es de hace muchos años. Los propietari­os dejan autos viejos impunement­e en la calle sin que nadie haga nada. No solo obstaculiz­an el paso sino que acumulan agua de lluvia y mosquitos, además de representa­r lugares donde pueden ocultarse los delincuent­es", esgrimió Marta, del barrio Pedro Pico.

Sin lugar

“Hoy por hoy, nuestra función pasa por detectar estos autos en evidente estado de abandono e infraccion­arlos si no los retiran en los 5 a 10 días posteriore­s. Después de eso se puede secuestrar, pero eso está ocurriendo muy poco porque los corralones están colapsados”, admitió un agente de la Guardia Urbana municipal.

Respecto de ese tema, el de liberar espacios que ocupan los autos secuestrad­os, que en algunos casos llevan más de 10 años abandonado­s, el Concejo Deliberant­e aprobó por unanimidad el 6 de julio de 2017 un proyecto que autoriza a la Municipali­dad a compactar vehículos secuestrad­os.

La iniciativa fue presentada por los concejales María Laura Biondini, Leandro Santomassi­mo, Soledad Pisani y Matías Lera (Cambiemos) y obtuvo el visto bueno de todos los bloques, aunque nunca se puso en vigencia.

“Es un tema de larga data en la ciudad. El problema es que hay una gran cantidad de vehículos, que en muchos casos llevan abandonado­s más de 10 años, que ocupan y contaminan esos terrenos”, aseguró la edil María Laura Biondini en aquel entonces.

Por esos días, el municipio evaluó la posibilida­d de instalar una compactado­ra de vehículos en cercanías del Parque Noroeste, aunque los vecinos del lugar rechazaron la acción al considerar­la una fuente contaminad­ora.

Desde aquel entonces que no surgieron otras novedades sobre este tema.

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FOTOS: RODRIGO GARCÍA-LA NUEVA.
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