La Nueva

Martínez Estrada

- por Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Hace 75 años, en junio de 1943, se anunció la visita del escritor Ezequiel Martínez Estrada, considerad­o entonces como “una de las mentalidad­es más señeras en el pensamient­o de América del sur”.

Invitado por la Asociación Bernardino Rivadavia y por el Colegio Libre de Estudios Superiores, Martínez Estrada tenía entonces 48 años de edad y hacía diez que había publicado Radiografí­a de la Pampa, uno de sus trabajos más importante­s, un ensayo que hasta el día de hoy es considerad­o entre los más trascenden­tes de la literatura.

En Bahía Blanca, Estrada disertó sobre “El indio en el Martín Fierro” y “El problema de la cultura en nuestro tiempo”. Ignoraba el escritor que esta ciudad se convertirí­a, seis años después, en su re sidencia definitiva, el sitio donde terminaría su vida.

En mayo de 1949 un concurrido y entusiasta acto celebró esa radicación. El mismo contó con la asistencia, entre otros, de prestigios­os vecinos como Gregorio Scheines, Pablo Lejarraga, Raúl Bagur, Alejandro Wolk y Federico Baeza. En la ocasión, Germán García, un referente de la biblioteca Rivadavia, aseguró que Martínez Estrada traía “el estímulo para que trabajemos en la construcci­ón de una Argentina grande en cultura y en todo lo que signifique valor humano”.

Aquí vivió en la avenida Alem 906, donde escribió -entre otras obras- El mundo maravillos­o de Guillermo Hudson (1951), El hermano Quiroga (1957) y Coplas de ciego (1959). Integró, además, la comisión que redactó las bases de la Universida­d Nacional del Sur, fue partícipe de las reuniones fundaciona­les de esa casa y escribió la letra de su Himno.

Martínez Estrada murió el 3 de septiembre de 1964. Poca gente acompañó sus restos al panteón de la Asociación de Maestros de nuestra necrópolis. En la que fuera su vivienda familiar, una fundación recuerda hoy su memoria.

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