Las constantes pegatinas en la Escuela Nº 2, una clara muestra de la barbarie
El cerco protector, de 500 m2 de superficie, se ha convertido en una mega pantalla donde distintas productoras, particulares y empresas promocionan sus propuestas, contrariando leyes nacionales y locales.
Mamarracho. Esa palabra --que refiere a una persona que viste de forma ridícula y extravagante, que no puede ser tratada con respeto-ayuda a calificar el aspecto que ha tomado la histórica Escuela Nº 2 de Vieytes 51, a partir del armado de un cerco protector y del destino que se le ha dado a los 500 m2 de superficie del vallado.
Es que el mismo se ha convertido en una mega pantalla donde distintas productoras, particulares y empresas promocionan sus propuestas, mediante la colocación de afiches que han convertido ese frente en una muestra de altísima agresividad para uno de los inmuebles más relevantes de la ciudad, inventariado como un bien patrimonial de relevancia local y provincial.
La peor decisión
A fines del 2017 la provincia destinó un millón de pesos para construir un vallado-cerco al edificio que desde 1929 ocupa la Escuela Nº 2, en cuyas instalaciones funcionan además otras instituciones educativas.
El mismo recorre los 200 metros de frente del edificio, adelantado un metro sobre la línea municipal y a pesar de su aspecto de cerco de obra, su carácter es "preventivo": se construyó para mantener a los caminantes alejados de los muros de la fachada, para que la eventual caída de algún componente del frente --revoque, moldura, ornamentos-los dañe.
El vallado es una muestra contundente de la falta de mantenimiento del inmueble, la desatención de décadas, el pobre criterio al tomar una medida y la despreocupación por el estado integral del edificio.
Han pasado seis meses de la materialización de la valla y se confirma el uso que, se podía prever, se daría a la empalizada: servir a afiches de publicidad. Comenzó tímidamente y hoy es una gran pancarta lineal, plagada de avisos de todo tipo.
La teoría
La pegatina de afiches es consecuencia, en parte, de la falta de control.
Se aplica para explicar su crecimiento la conocida teoría de las ventanas rotas. La misma refiere al contagio que generan las conductas inmorales o incívicas. Tiene su origen en un experimento del psicólogo Philip Zimbardo. El profesional abandonó un coche en el Bronx de Nueva York, con las patentes arrancadas y sus puertas abiertas. A los tres días no le quedaba nada de valor. Luego lo destrozaron.
Después abandonó otro vehículo en un barrio rico. No pasó nada durante una semana. Entonces rompió la carrocería con un martillo y en pocas horas el coche estaba destrozado.
El experimento dio lugar a la teoría de las ventanas rotas: si en un edificio aparece una ventana rota y no se la arregla, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas. La ventana rota envía un mensaje: aquí no hay nadie que cuide de esto.
Cuando aparece un grafitti en una pared, si no se borra, toda la pared aparecerá llena de pintadas.
Una vez que se empiezan a desobedecer las normas que mantienen el orden, la comunidad se empieza a deteriorar. Las conductas incivilizadas se contagian.