La Nueva

El caso Justina, a corazón abierto

Es mucho más que el legado de una niña. Es un salto de madurez y solidarida­d. De amor y entrega. Nunca será fácil para nadie.

-

A FINES de 2017, el corazón de Justina Lo Cane dejó de latir.

EL ÓRGANO no tenía más fuerzas ni capacidad para mover la sangre.

LA CARDIOPATÍ­A transgénic­a que la niña de 10 años sufría desde los 18 meses de vida había llegado a su punto final. Los últimos meses los pasó en terapia intensiva, a la espera de un milagro.

PERO NO un milagro divino. Sino humano. Justina necesitaba que alguna de las 800 personas que cada día mueren en el país se convirtier­a en donante y que algún corazón de todos los llamados a convertirs­e en nada le diese otra oportunida­d de vida. Pero eso no sucedió.

JUSTINA, QUE tenía cabellos rubios y lacios, ojos enormes ojos y una sonrisa que apostaba a seguir creyendo, no recibió nunca el corazón. “No podemos parar de llorar”, escribiero­n sus papás a poco de la pérdida, quienes por meses trataron de despertar conciencia sobre la necesidad de ser donantes.

A CASI un año de aquel triste final, la historia de Justina ha logrado que los legislador­es sancionen una ley a la que se conoce con su nombre y que significar­á un antes y un después en la materia.

ES QUE a partir de que se aprobó la ley, todos los mayores de 18 años serán donantes de órganos, salvo que ellos mismos, en vida, hayan manifestad­o, de manera clara y certera, su oposición a esa condición.

NUNCA HA sido fácil el tema de la donación de órganos. Para nadie. En medio de leyendas sobre la comerciali­zación de los mismos, lo complejo que resulta tomar esa decisión para los familiares del fallecido en un momento de tanta tristeza y la idea que cada uno tiene en relación a una ablación.

PERO NADIE puede negar la trascenden­cia de la donación. Los cientos y cientos de personas que esperan cada día ese milagro que les permita vivir. Porque los trasplante­s son parte de una medicina avanzada que garantiza los mejores resultados de esas intervenci­ones.

LA LEY Justina es mucho más que el legado de una niña. Es un salto de madurez y solidarida­d. De amor y entrega. Nunca será fácil para nadie.

PERO MIENTRAS una familia llora la pérdida de su ser querido, otra verá el milagro de la vida. Dios, que dicen sabe de cuentas y entregas, segurament­e escribirá ciertos nombres en sus libros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina