La Nueva

Básquetbol de oro

- CON LAS FORMAS DEL AYER por Mario Minervino mminervino@lanueva.com

ace 46 años, en julio de 1972, la selección bahiense de básquetbol vivió una jornada histórica al derrotar al selecciona­do nacional de Méjico.

La noche anterior a este partido, había temblado el estadio Osvaldo Casanova del club Estudiante­s, con el triunfo del combinado local frente a la preselecci­ón olímpica de los Estados Unidos.

Un día después, un marco imponente en el Norberto Tomás, de Olimpo. Había llegado Méjico, que venía de derrotar al combinado argentino en Buenos Aires.

Los bahienses estaban satisfecho­s con el triunfo anterior y acaso esta noche era una excusa para seguir festejando. Cabrera, De Lizaso, Cortondo, Scheines y Monachesi se presentaro­n en la formación inicial. Los mejicanos, sin el canastero Guerrero, su goleador, golpeado en una rodilla.

El encuentro es parejo y ninguno logra despegarse en el marcador. El primer tiempo termina 41 iguales, con Bahía en alto vuelo.

La segunda parte mantiene la paridad. Pero los mejicanos sacan una pequeña diferencia e intentan manejar el partido con una zona cerrada. Pero la producción local no decae y aparece Raúl López, quien “rompe” las redes y mantiene el partido a tiro. Hay una detención de 12 minutos, por una agresión a un jugador visitante, y luego llega el final.

Los testigos recordarán lo que un periodista de esta casa definió como “tres minutos finales para el recuerdo” de Cabrera, además del doble final, victorioso y ganador de López.

Fue un definitivo 74 a 73 para los nuestros.

En dos noches consecutiv­as, Bahía había vencido a estadunide­nses y mejicanos.

Solos, sin refuerzos, sin lungos, con talento, empuje y corazón. Algunos de los tantos ingredient­es que convirtier­on a la ciudad en capital del básquetbol argentino. Por siempre.

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