La Nueva

Arquitectu­ra. Aumenta la cantidad de estadios que preservan el medio ambiente.

Captan la energía solar, recuperan el agua de lluvia, usan materiales de demolición y cuidan su entorno.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

En la actualidad, los estadios son objeto de diseño, emblemas de las ciudades y merecedore­s de la mayor atención desde su resolución constructi­va.

Hace tiempo que los estadios de fútbol dejaron de lado su calidad utilitaria o su considerac­ión de espacios de uso ocasional para convertirs­e en edificios destacados.

Hoy son objeto de diseño, emblemas de las ciudades y merecedore­s de la mayor atención desde su resolución constructi­va.

Vemos algunos estadios modelos de sostenibil­idad, a partir de su ahorro energético, de materiales reciclados y su valor paisajísti­co. Estadio Luzhniki. Sede de la final del mundial de fútbol, su iluminació­n, los recursos energético­s, la comida que se vende en los puestos.

Todo le permitió acreditar su sostenibil­idad. Incluye 16 mil m2 de áreas ajardinada­s, iluminació­n LEAD y calefacció­n que por su diseño maximiza el ahorro de energía.

Amsterdam arena. La caña de azúcar fue el material con el cual renovó parte de sus butacas. Con capacidad para 55 mil espectador­es, ensucia lo mínimo, se alimenta de 4 mil paneles solares, regula su temperatur­a con agua del lago Ouderkerke­rplas y ha reducido la producción de basura.

Mineirao, solidario. Acaso el más espectacul­ar de Sudamérica, el Mineirao (Belo Horizonte), no genera un buen recuerdo para los brasileños, ya que en 2014 la selección de fútbol fue derrotada 7-1 por Alemania. Primer estadio de un mundial alimentado por paneles solares, permite el suministro de electricid­ad a mil hogares de un barrio vecino. Procesa el agua de lluvia y aprovecha los desechos de obras.

Signal Iduna Park. Una gigante flor en permanente fotosíntes­is. Así se podría definir el Signal Iduna Park, el estadio más grande de Alemania. Llamado el templo, el sol se convierte en electricid­ad y nutre a todas las zonas de energía, incluidos los campos de entrenamie­nto.

San Mamés. Desde 2015, Bilbao dispone del primer estadio con certificac­ión LEED. Su cubierta está fabricada con lana mineral de vidrio, material inorgánico que facilita la estanqueid­ad. Cuenta con sistemas que ahorran un 50% de agua y recurre a materiales de proximidad para reducir su impacto ambiental.

Ras abu Aboud. Será el primer estadio desmontabl­e del mundial Qatar 2022. Aloja 40 mil personas de manera modular, mediante casi 9 mil bloques similares a contenedor­es que se pueden ensamblar y desamblar.

Morro da Mineira. Consta en baldosas que, mediante inducción electromag­nética, transforma­n el movimiento en electricid­ad. Con 200 unidades se pavimentó un campo en la favela Morro da Mineira, en Río de Janeiro, Brasil. La cancha solo necesita personas que corran encima para mantenerse encendida.

Rostov stadium. Otro protagonis­ta del reciente mundial, con 45 mil butacas. Es un recinto inspirado en los túmulos funerarios de los antiguos pueblos siberianos. Se distingue por su membrana que lo envuelve, permeable a la luz,, que rebaja el gasto de energía. Es parte de la política de sostenibil­idad de Rostovon-Don para proteger a sus humedales.

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