De ayer a hoy, la casa del Club Midgistas del Sur
Conocé los orígenes del Héctor Evaristo Plano, a poco de cumplir 18 años del desembarco en Aldea Romana.
“Mucha gente, incluso periodistas, decían que no se iba a poder cumplir el proyecto y que no se iba a correr más Midget”, expresó Carlos Saldamando.
Comúnmente se considera que conocer el pasado permite comprender mejor el presente.
El desembarco del Midget en Aldea Romana, la decisión detrás de la ejecución de la casa propia, a casi 18 años de su concepción, probablemente sean interrogantes sin respuesta para más de uno.
El punto de partida de esta historia nos traslada en el tiempo, a principios de 1999, años donde la categoría militaba en el antiguo Carlos Gertiser del Club Dublin.
"Mientras se corría el campeonato (NdR: Estival 1998/99) vino un señor y me dijo: 'Te voy a dar una mala y buena noticia a la vez.' Esa noticia fue que, por ordenanza municipal, nos clausuraban la pista, medida que nos incentivó a crear nuestra propia casa", contó Carlos Saldamando, presidente, por entonces, del Club Midgistas del Sur.
"Mucha gente, incluso periodistas, decían que no se iba a poder cumplir el proyecto y que no se iba a correr más Midget. Pero la mayoría -agregó- lo hacía desde el desconocimiento, y sin saber que hacía mucho tiempo antes se había trabajado y corrido en el terreno (NdR: el actual predio del CMS). Por eso, no era casualidad lo que queríamos hacer". —¿Qué le genera ver lo que es hoy el estadio? —Se me vienen muchas cosas lindas a la cabeza. Hemos tenido mucho trabajo realmente, pero lo hicimos con gusto y a veces te genera gran felicidad ver como está actualmente. A partir de ese momento se priorizó y todos nos metimos de lleno en trabajar para lograrlo.
—¿Qué pensó cuando le comunicaron la clausura?
—Yo, desde un principio sa- bía que ese era el lugar para la futura casa del club, porque el terreno era nuestro y ya se habían disputado carreras. La gente que nos acompañaba apoyó la idea, así que se comenzó a trabajar.
—¿Cuáles fueron los obstáculos? ¿Había gente que no apoyaba el proyecto?
— Tuvimos muchas dificultades, como todo. Nos encontramos con que en el lugar hacía muchos años que habitaba una familia. Así que para empezar hubo que consensuar. Después, lo más complicado fue la limpieza del terreno y la compactación del suelo. Si bien muchos no confiaban en los trabajos, hubo muchas personas que venían y me decían: “Vos seguí para adelante, no te preocupes por lo que dicen los demás”.
"Esas cosas -agregó- te iban marcando el camino, que a esa altura ya no tenía retorno. Gracias a Dios no nos tiramos para atrás con la decisión".
"Tardamos seis meses"
Otro de los principales responsables de la concepción propia fue Daniel Altamirano, quien en ese momento ejercía como vicepresidente de la entidad.
"Tardamos seis meses en terminar los trabajos. Yo me encargué de desarmar las tribunas de Dublin y armarlas en Aldea Romana, cosa que jamás había hecho. Pero con la ayuda de muchos amigos míos y un par de pilotos que colaboraron se logró", contó.
"Ese fue el trabajo que me encargaron, además de construir las viejas cabinas de transmisión para las radios, el alambre perimetral y el alambrado de boxes, para lo cual me ayudaron Juan Ferro Moreno y Diego Balducci. Me faltó trabajar en la pista, pero lo demás, lo hice casi todo yo", sostuvo.
"¿Lo más difícil? Se dinamitó el suelo dos meses con una topadora y la piedra no se rompía. Después se consiguió alguien que hizo las explosiones y ahí sí se pudo sacar en pocos días. Era una placa gigante que no se rompía con nada", rememoró.