La Nueva

El día que se desató el incendio tampoco fue una casualidad

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En 1982 el escritor Gabriel García Márquez publicó, en el diario “El País”, una nota titulada "Las esposas felices se suicidan a las seis", en referencia a aquellas mujeres que, habiendo sido amas de casa toda su vida, terminaban sin sus hijos y con el marido cosechando frutos de su trabajo sin reconocer su esfuerzo.

Los especialis­tas en incendios tienen una consigna emparentad­a con esa aseveració­n: "Los edificios desocupado­s se incendian los sábados".

¿Por qué? Por el simple hecho que es el día en que no se cuenta con el detector de incendios más adecuado que existe: el ser humano con sus sentidos.

"Cuando no hay nadie en el lugar es el momento más propicio para que un incendio se inicie, no se controle a tiempo y se propague", mencionó Germain.

Para compensar esa ausencia, la respuesta está en la electrónic­a, en los detectores y las alarmas, hoy con una capacidad de percepción y respuesta magnífica.

"Un foco mínimo de fuego es captado de inmediato y acciona los elementos para combatirlo. En el caso de los tableros eléctricos es imperdonab­le que sean el origen del incendio: hay controles que hacen imposible que eso ocurra. Un sensor de aspiración tiene una precisión 700 veces mayor que los sensores tradiciona­les", explica.

En el caso puntual de la cúpula del Banco Nación, mencionó que existen al menos tres sistemas de detección temprana que hubiesen confinado el foco.

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