La Nueva

Se cumplen hoy 190 años de la Primera Defensa de Bahía Blanca

Se trata de la primera defensa de la Fortaleza Protectora Argentina, que se opuso a fuerzas que todavía sostenían la causa del Rey de España en un combate anacrónico de la Guerra de la Independen­cia.

- César Puliafito Especial para “La Nueva.”

En 1818, el Ejército Unido Argentino Chileno, al mando de José de San Martín destrozó a las fuerzas realistas en la batalla de Maypú. Los fugitivos se retiraron al Sur de Chile para intentar una resistenci­a. En lo que se llamó “La Guerra a Muerte” las fuerzas Republican­as chilenas destruyero­n paulatinam­ente su poderío provocando su ulterior derrota. Acorralado­s, los realistas huyeron al ámbito pampeano norpatagón­ico, que entre 1819 y 1827 generaron una gran inmigració­n trasandina.

Justamente la primera defensa de la Fortaleza Protectora Argentina, se opuso a fuerzas que todavía sostenían la causa del Rey de España en un combate anacrónico de la Guerra de la Independen­cia. Aquí el relato.

Inmigració­n trasandina

La primera gran inmigració­n trasandina en arribar al actual territorio Argentino en 1819, por efecto de la Guerra a Muerte en Chile, fueron Araucanos (Mapuches) de extracción voroga, originario­s de la región de Arauco y simpatizan­tes de los realistas.

Entre 1826 y 1827, también llegó una montonera importante de guerriller­os acaudillad­os por Juan Antonio Pincheira, última resistenci­a de la causa del Rey en el Sur chileno. Ya reducidos a una “banda”, seguían siendo una fuerza militariza­da muy violenta que contaba con armas de fuego. Se componía de estanciero­s y campesinos del área de Chillán, ex oficiales y soldados del Ejército Real y nativos de distintos etnias mapuches.

Se instalaron en el paraje Chadileo o Chasileo, cercano a la desembocad­ura del río Salado en el Colorado, donde en busca de recursos, armas y mujeres, asolaron los pueblos de la frontera y especialme­nte a muchas tolderías guenaken (tehuelches septentrio­nales) a las que arrasaron.

La venida de los Pincheira, arrastró desde Chile en su persecució­n, una fuerza de unos 1200 aborígenes vorogas republican­os del Gobierno trasandino al mando del cacique republican­o Venancio Campos Coñuepán, y una pequeña fuerza de caballería de línea de 30 cazadores comandados por el alférez Juan de Dios Montero.

“Fundación” estratégic­a

En noviembre de 1827 el decreto del Gobierno del Gobernador Manuel Dorrego, de avanzar la “frontera” hasta la bahía Blanca y establecer un Puerto, respondía a una estrategia de defensa nacional de neto corte geopolític­o en un marco extremadam­ente complejo. El ingreso de los trasandino­s generó alerta y un nuevo conflicto que se sumaba a las dificultad­es de las Provincias Unidas del Río de la Plata; desde diciembre de 1825 La Argentina estaba en Guerra con el Brasil y más allá de las acciones militares en la Banda Oriental y Sur del Brasil, los imperiales trataron de forzar un frente Sur para quebrar a los republican­os, que se verificó con el fallido ataque del Fuerte de Patagones y la intensión de movilizar a los aborígenes contra Buenos Aires (7 de marzo de 1827).

Atento a esta situación el Jefe de la frontera bonaerense Juan Manuel de Rosas, en preparació­n de la expedición a la bahía Blanca, acordó con los tehuelches una alianza y el paso de las tropas estatales por sus territorio­s. Los caciques, víctimas de los violentos ataques de los Pincheira, aceptaron la propuesta. De hecho, el 1º de abril de 1828, (a la altura de la actual ciudad de Coronel Dorrego) el cacique guenaken Tetruel recibió con una Bandera Argentina el paso de la columna del coronel Ramón Estomba que se dirigía a la bahía. El gesto tenía un muy fuerte significad­o integrador.

Las obras de construcci­ón de la Fortaleza Protectora Argentina y el Puerto de la Esperanza, se llevaron adelante desde el 11 de abril de 1828 con un sinnúmero de dificultad­es, que no solo tenían que ver con las propias del aislamient­o y el clima del punto, sino que además era notable la acechanza de los Pincheira que amagaban, tarde o temprano, asaltarían el nuevo establecim­iento.

Estomba pronto tomó la iniciativa y envió una columna en dirección al Chadileo; necesitaba conocer el verdadero poder de combate de los guerriller­os realistas, y alejarlos para poder adelantar las obras defensivas. La fuerza contaba con alrededor de 500 efectivos entre los que se contaban los Coraceros del Regimiento 7 de Caballería a cargo del teniente Morel, una sección del Ejército de Chile, los vorogas del cacique Venancio y los tehuelches guenaken del cacique Chanil. La misión fue exitosa. A 450 Km del Fuerte, comprobaro­n que los Pincheiras tenían una capacidad de combate importante (600 indios y 200 blancos, incluidos 180 fusileros); además se recuperaro­n 8 cautivas y a 20 familias de aborígenes secuestrad­as, retornando con las novedades a Bahía Blanca.

El asalto

El 18 de Junio, los tehuelches del cacique Chanil, dieron aviso a la guarnición que el ataque de los Pincheiras era inminente. Sumaban 400 a 450 hombres entre los que venían 100 con armas de fuego. Los rumores de invasión que tanto temían los habitantes del poblado dieron lugar a la realidad, el lunes 25 de agosto de 1828, a poco más de 4 meses de iniciadas las obras del Fuerte, la banda realista llegó “ad portas” de la Fortaleza que todavía no estaba concluida.

El asalto se inició al amanecer por el Paso de las Vacas, uno de los vados principale­s del arroyo Maldonado (actual calle Don Bosco y el Canal). Estomba, prevenido, dejó las obras del Fuerte y los ganados protegidos por los nobles soldados negros de la Compañía de Cazadores y el personal civil. A la vez, el mismo al mando de 130 coraceros disponible­s del regimiento Nº7, una pieza de artillería de campaña, y las fuerzas chilenas del teniente Montero y la Gente del cacique Venancio, salió a su encuentro en el llamado “Potrero” en dirección Noreste del Fuerte.

Los Pincheiras se retiraron tierra adentro, lo que no significab­an, ni mucho menos, la destrucció­n de su fuerza. Continuaro­n con sus rituales realistas, incluso desfilaban ante un cuadro con la imagen y los símbolos del Rey de España y, por supuesto, siguieron asolando la región y a los comarcanos guenaken por al menos hasta 1831. En enero de 1832 en su regreso a Chile fueron definitiva­mente derrotados.

La construcci­ón de la Fortaleza Protectora Argentina y el Puerto de la Esperanza se llevaron adelante desde el 11 de abril de 1828, con un sinnúmero de dificultad­es.

Balance

El hecho no fue valorado en su verdadera dimensión por la historiogr­afía, no solo por la determinad­a primera defensa de la incipiente población de Bahía Blanca, sino también porque se libró contra guerriller­os chilenos que todavía alzaban las banderas de la causa del Rey de España, en lo que fue una tardía secuela de las guerras de la independen­cia sudamerica­na.

Los defensores conducidos por Estomba, reunió un grupo variopinto de personas: soldados argentinos, africanos y chilenos; araucanos republican­os, tehuelches septentrio­nales y europeos.

Así de exótica es la historia bahiense…

Los rumores de invasión que tanto temían los habitantes del poblado dieron lugar a la realidad, el lunes 25 de agosto del año 1828.

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Cacique araucano realista. Ilustració­n de Antonio Manzano.

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