La Nueva

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Con motivo del reciente 130 aniversari­o de la Unión General de Trabajador­es de España, su titular, el catalán Josep María Alvarez, ofreció un panorama sobre el presente y futuro del sindicalis­mo.

En diálogo con Catalunyap­ress el dirigente dijo que en un mundo donde se aventuraba que ya no estaría, el sindicalis­mo sigue plenamente vigente.

A continuaci­ón se transcribe­n los principale­s párrafos de la entrevista.

--¿Debe incorporar un sindicalis­mo del siglo XXI nuevos asuntos en su agenda?

--Sí, de hecho nosotros incorporar­emos a nuestro manifiesto de celebració­n del 130 aniversari­o el feminismo, el ecologismo o los derechos LGTBI. En un mundo y en un momento donde alguien aventuraba que ya no estaríamos, creo que el sindicalis­mo sigue plenamente vigente.

-- Si se convierte al sindicalis­mo en un agente movilizado­r de cualquier causa social, ¿no se corre el riesgo de diluir su papel como defensor de los trabajador­es?

--Desde el año 1888 hasta hoy, la sociedad se ha ido enriquecie­ndo. Por tanto, hoy no tenemos por qué concentrar todas las cuestiones de derechos e inquietude­s, sino que tenemos que tratar de incorporar esas nuevas sensibilid­ades. En ocasiones podremos ser protagonis­tas y en otras acompañant­es. Además, la desigualda­d muchas veces se produce en el centro del trabajo, como el acoso o la discrimina­ción.

Las nuevas tecnología­s

-- Otro reto es el de la cuarta revolución industrial, que empodera a los trabajador­es gracias a las nuevas tecnología­s, pero a la vez también puede situarlos en una situación precaria.

--Creo que se confunden las nuevas tecnología­s con la esclavitud por la esclavitud. La era digital plantea el desafío de qué consecuenc­ias implica sobre el empleo. Hay quien quiere aprovechar para desregular­lo todo e ir, en vez de hacia el trabajo individual, hacia que cada trabajador tenga su propio convenio con el empresario.

“Por un lado, creo que hay algunos trabajos que son plenamente por cuenta ajena y, por otro, las multinacio­nales tendrán que pagar sus impuestos en España por más que hayan diseñado una plataforma digital en otro país.

--¿Qué opina del conflicto entre el taxi y Uber o Cabify?

--Hay que plantear cómo las licencias VTC se hacen compatible­s con el taxi sin que haya competenci­a desleal como ocurre ahora. Un taxista tiene obligacion­es tanto desde el punto de vista de contribuci­ón fiscal o compra de la licencia que no tiene un VTC.

--Pero el conductor sí paga...

--Es que el Estado ha perdido una gran oportunida­d para regular e impedir que se acumulen las licencias VTC. A mí me parece que lo razonable es que las licencias VTC fueran propie- dad del que las va a utilizar y que no las pueda vender. Esta especulaci­ón indigna de fondos y multinacio­nales que ha llevado a que una licencia VTC se haya multiplica­do por 50.000 es una aberración.

--Un sindicato no solo se dedica a reclamar derechos, sino también a informar a los trabajador­es sobre los mismos. ¿Cómo enfocan esa actividad de conciencia­ción y formación?

--A mí siempre me gusta trasladar a los trabajador­es jóvenes la idea de que “el sindicato son ellos”. Por un lado, al sindicato se le ve fatal si no recibe subvencion­es, pero por otro se le pide que extienda su radio de acción a todos los trabajador­es, sean afiliados o no. Nosotros destinamos más del 50% de la “Se fundó en la idea de que cuando se genera riqueza, hay que repartirla.

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