La viejas estaciones de Ferrobaires, en medio de un proceso de cambio
A seis meses de que oficialmente cesara el paso del tren de pasajeros por la vía Pringles, las cuatro principales terminales del trayecto se mantienen vivas por medio de actividades culturales, gestión municipal o los vecinos.
Hace unos dos años, semanas más, meses menos, dejó de circular el tren de pasajeros de Ferrobaires por la vía Coronel Pringles-Bahía Blanca. Sin embargo, el cierre del ramal recién se oficializó a fines de febrero de este año a través de un decreto de la gobernadora María Eugenia Vidal y se efectivizó el 15 de marzo: a partir de ese día, murió definitivamente el tren de pasajeros entre esas dos ciudades.
Hasta ese momento había nueve puntos intermedios entre la primera terminal y Calderón, de las cuales cuatro se encontraban relativamente activas (Pringles, Sierra de la Ventana, Saldungaray y Cabildo), una desaparecida (Cochrane), dos habitadas por cuidadores (Estomba y Corti) y las restantes (Stegmann y Peralta) estaban desocupadas.
Hoy, por esas vías y esas estaciones pasan hasta cinco trenes de carga diarios, pertenecientes a la empresa Ferrosur. Y las estaciones, viejo patrimonio de la época de oro del ferrocarril en nuestra zona, sobreviven o se reciclan como se puede de acuerdo a las ganas de los vecinos o del municipio en cuestión.
Allí, incluso antes de la desaparición de Ferrobaires, ya estaban en funcionamiento centro culturales, museos o funcionan dependencias municipales. La cuestión, cuentan los vecinos y funcionarios del lugar, es simple: “Si quedan a la buena de Dios, terminan llevándose todo”. Incluso, hace algunos días la Justicia bahiense absolvió al acusado de un robo “hormiga” en una estación porque, se argumentó, el Estado abandonó la propiedad “propiciando su desmantelamiento”.
Por ello, no hay que quedarse quietos. En Cabildo, por ejemplo, funciona una suerte de museo a cargo de los vecinos. En Coronel Pringles, hay un espacio cultural que maneja la comuna. En Sierra de la Ventana se venden pasajes para el tren de la vía La Madrid que pasa por Tornquist. Mientras que en Saldungaray todavía está todo en veremos.
En este lugar, a más de seis meses del inicio de los reclamos de la localidad y del pedido del municipio de Tornquist para darle un uso a las instalaciones, desde la Nación aún no llegó ninguna respuesta. Mientras tanto, en el lugar Ferrosur permitió la instalación de una familia de la localidad para que cuide las instalaciones; los galpones están alquilados a una empresa celulosa, y la empresa ferroviaria ocupa las dependencias que anteriormente usaba Ferrobaires.
Por ahora, los reclamos de la población para que el lugar no quede en desuso no han encontrado eco a nivel gubernamental, más allá del pedido de comodato del municipio: se pidió que allí funcione la terminal de ómnibus, que se vendan tíckets para la línea La Madrid y que se habilite un museo, pero ninguna solicitud llegó a buen término. Esta última parece la opción más posible -incluso hay un proyecto comunitario que impulsa el municipio-, pero habría que esperar hasta el año que viene por lo menos.
"La municipalidad mantiene limpio el lugar hasta que se pueda concretar el proyecto del museo -contó a Nueva.
La el delegado municipal Darío Cardoso-. Si esto se pudiera concretar, podríamos usar la estación como lugar turístico, generando beneficios para el pue- blo".
Al respecto, reconoció que no se descarta la venta de boletos o la habilitación de una terminal de colectivos.
"Son cuestiones a definir. Pero primero debemos conseguir el lugar para que funcione como museo. Después veremos qué hacer", dijo.
En Cabildo, al municipio bahiense -y, por consiguiente, la delegación- le corresponde el mantenimiento del predio del ferrocarril, merced a un acuerdo con Ferrosur.
“Tenemos a cargo la guarda del material, el cambio de luminarias, la reparación de roturas por vandalismo y el corte de pasto, entre otras cosas -señaló el delegado Néstor Bartel-. Lamentablemente, no hemos podido pintar; y estamos tras el proyecto de habilitar un baño en el lugar, para lo cual estamos llevando cañerías de agua”.
La idea, recordó, es en algún momento habilitar una oficina de turismo. Mientras tanto, un grupo de vecinos utilizan el lugar como un espacio comunitario para dar charlas. También se piensa en habilitar un museo, aunque el espacio no cuenta con las medidas mínimas para hacerlo.
“El lugar está bastante cuidado”, comentó.
¿Por qué la importancia de mantener estos lugares con vida? “Si las estaciones quedan a la buena de Dios, terminan llevándose todo”, aseguran desde los pueblos.