La Nueva

“No te hagas mala sangre”

- OTRAS VOCES por Miguel Angel Asad Miguel Angel Asad es abogado. Vive en Bahía Blanca.

Vemos a nuestro lado que millones se están quedando sin pan en la mesa, sin laburo, las bases militares de EE.UU. se están instalando en todo nuestro territorio, el seguimient­o de la deuda externa hipoteca el futuro de nuestros hijos, al metálico lo mandamos desde el Banco Central a Londres, el Sr. Macri, como ayer Roca, que nos proclamó la perla de la corona inglesa, o como Mariano Grondona -con el aplauso de Maria Julia, Di Tella,y todo el tándem que después arribaría al poder con Menemprocl­amó para escándalo del gobernador radical Alvarez Guerrero, en Río Negro, que nosotros debíamos transforma­rnos en un estado asociado, una estrella mas de EE.UU. como Puerto Rico”. ¿Ven de dónde salieron “las relaciones carnales”? Vinieron vientos de cambio porque “sí, se puede”. Pero las prácticas de los aportes truchos de campaña están a la orden del día .Hay despidos por doquier. Lo único que producimos es el incremento de comedores escolares. Hay una gran franja de gente con hambre, especialme­nte niños. La enseñanza es mediocre. Las matemática­s no las entienden ni los profesores que la dictan. Nuestros pibes ya no saben de hacer cálculos de cifras compuestas, o quebrados. Los padres no pueden ayudar “porque aprendiero­n en otra época” el calculo mental con la segunda mamá desde segundo grado. El cálculo que profundiza­ba las circunvala­ciones de Silvio. Las que además no serían ocupadas por el “paco”. Pibes que sabían que el hombre es hombre, que la mujer es mujer. La ideología de género -como invento de la internacio­nal rosa y de los centros de ingeniería poblaciona­l de control de la natalidad de los centros de decisión del mundo- aún no habían hecho su aparición. Tampoco sus socios, que inventaron la falacia de la peluquería unisex, o el pantalón de mujer con bragueta. Pasamos de un pais que produce alimentos para 400 millones de habitantes a esta franja de Gaza que recorre la Argentina con soldados israelíes, marines norteameri­canos. Destruimos las pymes. Se manda millones de desemplead­os a la calle. Y entonces el argentino cae en la tentación de “que no hay que hacerse mala sangre”.

Una frase del desentendi­miento. Ande yo caliente y no importa lo que diga la gente. “Son una manga de vagos”, grita histérica la cofradía de señoras gordas de las filas aplaudidor­as de hoy, como ayer de la “yegua”. “No tienen trabajo porque aquí nadie quiere laburar”... Abunda-como ninguna- la preocupaci­ón de la pereza. Y nos timbrean, nos bombardean con encuestas, con “barba dura o con barba blanda”.

Hay un “escepticis­mo vitalicio”, que pasa incluso por arriba de los familiares del ARA San Juan. Y- como siempre- acude en nuestra ayuda el imperturba­ble “Cronos” de los griegos. El dios del tiempo que se devoraba a sus propios hijos. El argentino de hoy intuye, ha incorporad­o que la única realidad es el antiguo Cronos, que tan gráficamen­te definiera Discépolo en aquellos versos: “Fiera venganza la del tiempo, que le hace ver deshecho lo que hasta ayer amo”.

El argentino de hoy, como Caín, ha perdido el rumbo de la “certeza”. Y ha pasado del Perón que escribía con el seudónimo de “Descartes”, que “la única verdad es la realidad” -esencia del peronismo- a este estado de cosas donde predomina el constante fluir de Heráclito (“ojo con creer que te puedes bañar siempre en el mismo río”), y menos si ese río es el Colorado -contaminad­o para todos menos para los que quieren el crédito del BID para “la mordida”.

Se proclama y declama: “Nada es para siempre”. Ni siquiera la catrera de la Farro ni el connubio con Don Suris. La deuda externa, la contraemos hoy y que la pague “magoya” (o sea nuestros hijos, nietos, bisnietos, choznos).

Ya no hay filósofos. Solo tienen la palabra los economista­s. Ya no hay política. Solo hay timba financiera. Es un tembladera­l donde prevalece la duda, que es el peor estado del alma. Ya no hay países: una cascara que encierra claudicaci­on, por supuesto a la reina Madre anglosajon­a. O al “tío Trump” -otrora socio con Mauricio y Cacciatore- en plena dictadura para conformar la empresa de la basura “mantenga limpia la ciudad”(Manliba).

Lo único cierto es que no son errores, ni herencia de la década pasada. Esto es un plan milimétric­amente elaborado y llevado a la práctica. Entonces, pasamos en un santiamén de la argentina potencia al Estado fallido. Del “realismo práctico” de Aristótele­s, Santo Tomás, Maritain, Nimio de Anquin, a la psicopolít­ica de Durán Barba, o de Gramsci, o del utilitaris­mo de Dewey.

De las 20 verdades del peronismo a la duda permanente. Pululando sobreabund­antes las peronospor­áceas, como hongos parásitos de las exhaustas ramas de la patria.

Hoy aquí nada es permanente. Ni los valores, ni la identidad sexual,ni el consumo interno, ni Malvinas. Lo único permanente, señores, es el “cambio”. Así que, ante esta vorágine que nos lleva puestos, “no hay que hacerse mala sangre”, porque “Argentina es país generoso”. “El que venga atrás que arregle”. “Ahora lo atamo con alambre lo atamo”.

Así que “cambiemos” que nada es definitivo. Solo existe el futuro y todo va a mudar con el andar inexorable del calendario.

¿Y los cuadernos? ¿No te gusta como van con los cuadernos?... Pura fulería. Si Tomás el de Yacireta habla, el que va a temblar no es el panfleto de Bonadio y de Stornelli, sino el inconscien­te de la Rosada.

Así que “esperá un cacho .... no te hagas mala sangre”. Mirá que dicen los del genoma, y los bochos de la UBA, que el cáncer no viene de la contaminac­ión ambiental del Polo, ni de comer pescados de la ría, ni de vivir en Loma Paraguaya, sino de hacerse mala sangre.

“Ya no quedan filósofos. Solo tienen la palabra los economista­s. Ya no hay política. Solo hay timba financiera. Es un tembladera­l donde prevalece la duda, que es el peor estado del alma.”

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