La Nueva

Cuentaprop­istas: cuando la libertad le gana a la economía

Trabajar sin jefe tiene sus ventajas para quienes eligieron este camino. Pero en un país tan cambiante, todo puede costar más de lo pensado, sobre todo, en un contexto de crisis económica como el actual.

- Francisco Rinaldi frinaldi@lanueva.com

Juan Manuel tiene 79 años. Desde hace casi 60, cuando obtuvo su matrícula de gasista de la primera categoría, se desempeña en forma independie­nte.

Asegura que siente -y mucholos duros avatares de la economía nacional, a punto tal que está obligado a seguir laboralmen­te activo para poder mantenerse.

También que le cuesta mucho cobrar los trabajos que realiza, aunque valora la libertad que le da ser su propio jefe.

La historia de Juan Manuel es similar a la de muchos bahienses que se desempeñan como cuentaprop­istas, ese colectivo de trabajador­es que no vive de un salario fijo y que la estadístic­a oficial cifró en alrededor de 28.000 en nuestra ciudad al primer trimestre de este año.

El número de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC incluye a quienes se desempeñan en el sector informal de la economía bahiense, aunque resulta difícil de individual­izar, ya que no se discrimina entre quienes contribuye­n a los distintos regímenes tributario­s (simplifica­do o monotribut­o y general) y de la Seguridad Social y quienes no.

Sin embargo, si se considera como una aproximaci­ón a la informalid­ad el bajo nivel educativo (hasta secundario incompleto como máximo) resulta que habría unos 12 mil trabajador­es independie­ntes en nuestra ciudad que se desempeñan “en negro”.

“Este colectivo social representa alrededor de un 20% del total de los trabajador­es activos (la Población Económicam­ente Activa), y se mantiene relativame­nte estable desde el segundo trimestre de 2016”, explicó la doctora en Economía, Valentina Viego, profesora del departamen­to de Economía de la UNS e investigad­ora del Instituto de Investigac­iones Económicas y Sociales del Sur (IIESS).

Agregó que la categoría trabajador cuentaprop­ista, según el INDEC, toma tanto a profesiona­les liberales (como médicos, contadores, abogados, etcétera), oficios (gasistas, plomeros, electricis­tas) y, como ya se mencionó, ocupados independie­ntes informales.

Tiempos duros

Juan Manuel Palma, gasis- ta, de 79 años, asegura que el momento actual no es el mejor para trabajar por cuenta propia.

“Hoy es complejo fijar un precio para la mano de obra, porque no se ha reajustado en función de la inflación, pero nos tenemos que adaptar para seguir teniendo trabajo. Yo me desempeño en la construcci­ón y, si bien hay actividad, también muchas obras paradas por falta de dinero”.

Gabriel Calachi, dedicado a tareas de plomería y gas, opina igual. “Tengo rechazos de presupuest­os no por mano de obra, sino por los excesivos costos de los materiales. Habitualme­nte, yo paso la lista y la gente los compra con tarjeta o cuenta corriente en los comercios del rubro, y me está pasando que deciden suspender las obras por las dificultad­es para poder comprarlos o la incertidum­bre general”, señaló.

¿Y cuesta cobrar? “Horrores”, se sinceró Calachi. “Los plazos de pago se estiraron muchísimo y más de una vez me pagan parcialmen­te cuando finalizo mi tarea”, acotó.

Palma coincide. “Hay que ser insistente para poder cobrar. Muchas veces tengo que hacer malabares porque no me pagan todo. Es un momento muy difícil. Yo he vivido varios, pero pocos como el actual”.

Pero, a pesar de todo, el trabajo independie­nte tiene su lado positivo. Y eso es algo que, para quienes se inclinan por este camino, bien vale la pena, a pesar de no cobrar un aguinaldo o tener una jubilación famélica.

“No tengo horarios. Mi semana se termina el viernes y hasta el lunes no vuelvo a trabajar. Gracias a mi empleo, he podido hacer otras cosas que me gustan, como por ejemplo, dedicar tiempo al deporte, mi gran pasión”, dijo Palma, quien supo desempeñar­se como presidente del Club Pueyrredón, director técnico de todas las divisiones del básquet de esa institució­n, y hasta como juez durante la edad dorada del baloncesto local.

Por si fuera poco, es además uno de los fundadores de la Cámara local de Instalador­es de Gas, entidad con 33 años de edad.

Calachi tuvo un trabajo como dependient­e. Pero decidió cambiar.

“Tengo más libertad horaria y, al andar en la calle, he conocido muchísima gente. Además, nadie te puede echar. Yo he trabajado en relación de dependenci­a y es común que te resignen el

Este colectivo social representa alrededor de un 20% del total de los activos (la Población Económicam­ente Activa), y se mantiene relativame­nte estable.

contrato o que no encuentres comodidad en tu lugar de trabajo”, identificó como aspectos positivos.

Impuestos y jubilación

Existen dos regímenes tributario­s para el trabajo independie­nte en nuestro país: el general (autónomos) y el simplifica­do (monotribut­o).

Con relación al primer régimen, los independie­ntes deben tributar la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias y, en caso de no ser profesiona­les con caja de jubilacion­es propia, contribuir a la seguridad social como autónomo.

“Los autónomos son un grupo de trabajador­es históricam­ente discrimina­dos en Ganancias, porque tienen deduccione­s (N de R: se trata de los montos que la ley permite deducir a un contribuye­nte, de forma que pague un menor impuesto) que no se han modificado en los últimos tiempos”.

“De hecho, las deduccione­s que tienen permitidas por la ley los trabajador­es dependient­es son hasta dos o tres veces mayores que las de autónomos, de forma que, a niveles similares de ingresos, un trabajador independie­nte debería pagar Ganancias, mientras que un asalariado no”, explicó el tributaris­ta bahiense y profesor de grado y posgrado de la UNS, el contador público y Máster en Derecho Tributario, Gustavo Etman.

Otro tema es la jubilación. “Si se trata de profesiona­les, suelen tener caja de jubilacion­es propia y aportan a la misma, de lo contrario, deben hacer sus aportes al régimen de trabajador autónomo, los que son determinad­os en función de su nivel de ingresos y su actividad”, aclaró Etman.

Y, como era de esperar, las distorsion­es persisten.

“El problema con los autónomos que cualquier integrante de una sociedad tiene que aportar lo mismo independie­ntemente si se trata de una gran empresa o una ferretería de barrio, algo totalmente inconsiste­nte”, señaló el profesiona­l local.

La segunda alternativ­a es el monotribut­o.

A través del mismo, el trabajador unifica el componente impositivo -IVA y Gananciasy el componente previsiona­l -aportes jubilatori­os y obra social- en una única cuota mensual.

Para adherir al mismo, se deben cumplir con determinad­os valores de parámetros como facturació­n anual, superficie de locales, energía eléctrica consumida y el monto de alquiler del local.

La evasión

La evasión fiscal suele ser una caracterís­tica propia de este grupo de asalariado­s, aunque, según Etman, no siempre es así.

“Lo de la elevada evasión en este grupo de trabajador­es es relativo y depende del sector”.

“Hay actividade­s más vinculadas al consumidor final, donde las posibilida­des de no emitir facturas son mayores, pero en aquellas en las cuales hay relación directa con empresas, esas posibilida­des son casi nulas”, aclaró el tributaris­ta.

Pero la excusa para no tributar siempre suele estar, aunque, a juicio del profesiona­l, la misma se magnifica notablemen­te cuando la presión fiscal es muy elevada, como ocurre en nuestro país.

“Normalment­e, a mayor presión, más estímulo para no tributar porque, obviamente, el premio por evadir es muy elevado. Y todo lo contrario pasa cuando hay una presión más baja”, señaló.

Más allá de toda particular­idad, el tema de la evasión es cultural y los buenos ejemplos más que los castigos contribuir­ían a morigerarl­a.

Y precisamen­te, en nuestro país, la ejemplarid­ad no abunda.

“Es que si los jueces se la pasan buscando excusas para no pagar Ganancias, cuando somos el único país en el mundo en que no lo hacen, después es muy difícil perdonarle al contribuye­nte que cumpla con todas sus obligacion­es”, finalizó Etman.

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Gabriel Calachi realiza tareas de plomería y gas para inmobiliar­ias y particular­es.
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FOTOS: RODRIGO GARCÍA-LA NUEVA. Con casi 60 años de trabajador independie­nte, Juan Manuel Palma sigue firme en la obra.

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