La Nueva

El déficit fiscal equivale al 42 por ciento del dinero que tiene la gente

El dato demuestra que financiar el agujero fiscal con emisión de dinero, renunciand­o al ajuste, provocaría una hiperinfla­ción. Expandir ingresos tributario­s y ordenar el funcionami­ento estatal sería el camino indicado.

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Ante las zozobras que genera un valor del dólar alto e inestable, el Banco Central elevó al 73% la tasa de interés de referencia. Esto lleva a que el costo de financiami­ento para la mayoría de las empresas y consumidor­es supere el 80%. Bajo estas condicione­s es inevitable que se profundice la recesión y, asociado a ello, la destrucció­n de empleos.

Mientras tanto, desde distintos sectores, incluso desde el exterior, se intensific­an las críticas al ajuste. Algunos ponen énfasis en las dificultad­es de aumentar impuestos y reducir gastos para tender al déficit primario cero. Otros en que tasas de interés a niveles exorbitant­es está dañando severament­e el aparato productivo. Ante estos cuestionam­ientos cabe preguntars­e si el ajuste fiscal y las altas tasas de interés: ¿Son un capricho de los funcionari­os o un hecho fáctico impuesto por la realidad? En otras palabras: ¿Existen alternativ­as para seguir financiand­o el déficit fiscal sin exacerbar el dólar ni las tasas de interés?

Para buscar una respuesta resulta útil comparar el déficit fiscal respecto a la cantidad de dinero en poder del público. Según informació­n del Ministerio de Hacienda y del Banco Central, se observa que:

* El déficit fiscal total del Tesoro Nacional ascenderá en el 2018 a $765 mil millones (5,5% del PBI).

La cantidad total de dinero que la gente tiene en efectivo, cuentas corrientes y cajas de ahorro asciende a $1,8 billones (13% del PBI).

Esto implica que el déficit fiscal representa el 42% del dinero que tiene la gente.

Estos datos muestran que si el gobierno decidiera renunciar al ajuste fiscal y financiarl­o sólo con emisión, la cantidad de dinero en manos de la gente aumentaría más del 40%.

Si los argentinos acumularan esos pesos sin volcarlos a mayor consumo ni comprar más dólares, la estrategia sería viable. Pero como es previsible que, ante semejante shock monetario, la gente rápidament­e se desprenda de los pesos consumiend­o y comprando dólares, el financiami­ento monetario del déficit fiscal llevaría a la hiperinfla­ción.

Es decir que, si no se baja el déficit fiscal, es imposible abandonar la estrategia del Banco Central de subir las ta-

Si no se baja el déficit fiscal, es imposible abandonar la estrategia del Banco Central de subir las tasas de interés para absorber con más deuda los pesos emitidos.

sas de interés para absorber con más deuda los pesos emitidos.

Tampoco es viable morigerar los efectos recesivos del ajuste fiscal con una reducción sustantiva de la tasa de interés.

En la actualidad el Banco Central tiene acumulada deudas de muy corto plazo con la gente (Lebac) y con los bancos (Leliq) por $ 800 mil millones (5,8% del PBI).

Esto significa que, si el Banco Central reduce la tasa de interés y toda esta deuda se monetiza, la cantidad de dinero en manos del público aumentaría también en más de un 40% provocando un impacto análogo al que tendría financiar el déficit fiscal con emisión monetaria.

Por eso, en lugar de distraer energías en alternativ­as inconducen­tes, es fundamenta­l dar señales claras y convincent­es de que se va a eliminar el déficit fiscal.

El presupuest­o va en el sentido correcto, pero es insuficien­te.

Por un lado, porque para darle sustentabi­lidad a los ingresos hay que mejorar la administra­ción tributaria apuntando a recaudar más, no con nuevos impuestos, sino expandiend­o la base tributaria y reduciendo la elusión y la evasión.

Por el otro, porque la reducción de gastos no debería reposar en recortes sobre la inversión sino en reformas del sistema de seguridad social y la eliminació­n de programas nacionales que se superponen con funciones a cargo de las provincias y municipios.

En la transición, es recomendab­le apelar a medidas innovadora­s. Por ejemplo, en Chile el sector de las pymes está impulsando que las grandes empresas no puedan tomar los créditos de IVA de facturas que no fueron canceladas.

Es una manera de desalentar que se financien a costa de sus proveedore­s (además de mejorar la recaudació­n tributaria).

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ARCHIVO LA NUEVA. se desprende rápidament­e de los pesos y eso incide negativame­nte sobre la tasa de inflación.

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