La Nueva

Matías Mata llegó desde Medellín para sacar a los chicos de la droga

Se llama Matías Mata y colabora en un centro de día que recibe a unos 150 chicos que padecen adicciones.

- Sergio Prieta sprieta@lanueva.com

“Queremos que los chicos vengan y que aprendan a ser libres”, explicó Matías sobre los objetivos de Calle Belén, un centro de día inaugurado que busca contener y chicos con adicciones a las drogas.

Matías Mata nació en Bahía Blanca y en 2012 vivió un año en Medellín, Colombia, la ciudad desde la que operaba Pablo Escobar para distribuir­le cocaína al mundo y en la que sembró muertes y cientos de chicos adictos.

A esos años de violencia sobrevivió una organizaci­ón salesiana llamada Ciudad Don Bosco, que desde entonces lleva adelante varias iniciativa­s para recuperar a los jóvenes y reinsertar­los a la sociedad.

Opera dentro de los mismos barrios que mandó a construir Escobar y ofrece la oportunida­d de estudiar y aprender diferentes oficios. Lo más importante es que acompaña a esos adolescent­es desde la vida escolar a la laboral.

“Si bien contexto de Medellín es muy diferente al de Bahía Blanca, pero de aquella experienci­a intentamos copiar los proyectos que ayudan a que los chicos salgan adelante”, contó Mata.

Días atrás junto al cura villero Pepe Di Paola inauguraro­n Calle Belén, un centro que reúne a unos 150 chicos bahienses con problemas con las drogas.

“Venimos trabajando hace dos años en esta organizaci­ón y desde mucho antes con los Pibes de Don Bosco”, explicó.

Lejos de hablar de la droga como el centro del problema, Mata opinó que percibe que “los chicos están muy solos”, que muchos de los que necesitan asistencia ni siquiera tienen documentos de identidad, que no saben leer ni escribir y que en ese marco de abandono es donde la adicción le gana a la vida.

“Hay que distinguir el uso del abuso de las sustancias. El uso es cada día más común tanto en drogas legales como ilegales y mucho más frecuente de lo que imaginamos”.

Lo más consumido en nuestra ciudad es el alcohol, la mezcla con pastillas y otras drogas como la marihuana.

“No hay distinción de clases sociales y el tema es muy complejo de abordar”, dijo.

También opinó que “los pibes están muy solos” y que falta mucho diálogo entre los adolescent­es y adultos y que eso afecta tanto a los chicos en situación de calle como a los que tienen familia y asisten a colegios privados.

“La droga es un emergente de otros flagelos, es una consecuenc­ia de soledad, el sufrimient­o y el abandono, pero es posible escapar de todo eso. Estoy convencido que todo chico es recuperabl­e y hay miles de ejemplos para demostrarl­o”, opinó.

El hogar funciona mediante un convenio con el Sedronar y con las donaciones que se reciben de particular­es.

“No buscamos imponer nada y le damos a los pibes herramient­as para que puedan elegir un camino y que no tengan que visitarnos más”.

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Matías Mata, en plena labor con los chicos.

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