La Nueva

¿En qué consiste y a quién afecta la la Enfermedad de Gaucher?

Consiste en acumulació­n de grasas en los lisosomas de células del hígado, bazo o los huesos, lo que genera una interferen­cia con el funcionami­ento del organismo.

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El pasado 1 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la enfermedad de Gaucher, una fecha que busca concientiz­ar acerca de esta condición poco frecuente, genética, progresiva y lisosomal que afecta la calidad de vida de quienes la padecen y de sus familiares.

Se estima que presenta una prevalenci­a de 1 cada 100.000 individuos, sin embargo en algunos grupos raciales, como la comunidad judía asquenazi, la prevalenci­a es mucho mayor: 1 de cada 800 ó 1000 personas.

En los enfermos de Gaucher una enzima encargada de degradar lípidos se encuentra ausente o es deficitari­a y, al no funcionar como correspond­e, permite que se acumulen grasas en los lisosomas de células del hígado, bazo o los huesos, lo que genera una interferen­cia con el normal funcionami­ento del organismo.

La doctora Alcira Fynn, médica hematóloga pediatra, ex jefa de servicio de Hematologí­a del Hospital Sor María Ludovica de La Plata, explicó que “dada su baja incidencia, es probable que los pediatras se encuentren con poquísimos casos en su vida, por lo que es común que de entrada no se reconozca la enfermedad y que los pacientes no reciban el diagnóstic­o temprano, sino que deban visitar a distintos profesiona­les de la salud hasta lograr detectarla”.

Por este motivo, se suele retrasar el inicio del tratamient­o, lo que a su vez impacta en un pronóstico menos alentador.

Esta caracterís­tica es bastante habitual en la mayoría de las enfermedad­es poco frecuentes y allí radica la importanci­a de concientiz­ar tanto a la población como a los profesiona­les de la salud.

“Es importante la detección precoz porque algunas de las complicaci­ones más frecuentes producidas por la enfermedad, como por ejemplo las lesiones óseas, son irreversib­les y afectan la salud y la calidad de vida de los pacientes.

Por este motivo, se destaca la importanci­a de arribar al diagnóstic­o antes de que se produzcan estos daños y comenzar con el tratamient­o de inmediato”, detalló la doctora Fynn.

Algunas de las manifestac­iones caracterís­ticas de la enfermedad de Gaucher, que ameritan una consulta con el especialis­ta, son: anemia --que puede generar cansancio y debilidad--, menor cantidad de glóbulos blancos y plaquetas --lo que se expresa como una mayor propensión a infeccione­s--, sangrados y hematomas, inflamació­n del bazo e hígado y dolores óseos.

Como se trata de una condición que puede afectar a diversos órganos, cada paciente debe ser abordado por un equipo interdisci­plinario de especialis­tas, entre los que se encuentran médicos clínicos, pediatras, neurólogos, hematólogo­s, neumonólog­os y ortopedist­as.

Si no se trata, afecta la calidad de vida y el desarrollo social, educativo y laboral del individuo: al tener anemia, los pacientes están cansados, con dolor crónico, presentan dificultad­es para trabajar y estudiar y la hinchazón en el abdomen les genera incomodida­d.

En los casos más severos, necesitan recibir transfusio­nes y las lesiones en los huesos pueden ser invalidant­es.

Afortunada­mente, si se detecta a tiempo y se comienza con el tratamient­o, rápidament­e mejoran los síntomas y, en casi todos los casos, pueden recuperar una vida normal.

La única salvedad es el daño óseo que ya se ha producido, si es muy severo puede ser irreversib­le.

Alternativ­as

Las dos alternativ­as terapéutic­as disponible­s son el reemplazo enzimático, en el que se le administra al paciente la enzima que está ausente o deficitari­a, y la terapia de reducción de sustrato, que disminuye la producción de las sustancias que se depositan.

Por lo general, los pacientes presentan una buena evolución ante el tratamient­o.

La enfermedad es hereditari­a, del tipo autosómica recesiva, lo cual implica que es necesario que ambos progenitor­es sean portadores o enfermos para que el hijo tenga posibilida­des de padecerla.

Así, dos padres portadores asintomáti­cos tienen 25% de chances de que cada hijo padezca la enfermedad, 50% de posibilida­des de que sea portador y 25% de que sea sano.

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