La Nueva

Suman medidas para evitar los diplomas truchos y sus riesgos

El peligro de adulterar un título universita­rio se potencia con el acceso del falso profesiona­l al campo laboral. Como el insólito caso de un exalumno de la UTN Bahía Blanca que se hizo pasar por ingeniero mecánico, llegó a un alto cargo en Vialidad Nacio

- Juan Pablo Gorbal jgorbal@lanueva.com

Cualquiera puede adulterar un documento público y asumir los riesgos, aunque no muchos llegan tan lejos como Aldo Martín Solano.

Se trata de un exalumno de la Facultad Regional Bahía Blanca de la Universida­d Tecnológic­a Nacional (UTN), que se hizo pasar por ingeniero mecánico y alcanzó un alto cargo en el Distrito 20 de Vialidad Nacional, en la provincia de Río Negro. Se cree, incluso, que participó en la construcci­ón de obras, hecho que agrava el delito.

La adulteraci­ón de diplomas universita­rios es cada vez menos usual, porque se incrementa­ron las normas de seguridad, pero aún existe, según reconoce el doctor Ariel Fernando Egidi, secretario Legal y Técnico de la UTN.

“Se dieron 5 o 6 casos en los últimos 6 años en nuestra facultad, todos fuera de Bahía, pero ninguno llegó tan lejos como Solano”, admite.

En los últimos días, el Tribunal Oral Federal de General Roca condenó al exestudian­te a una pena de 2 años de prisión en suspenso e inhabilita­ción especial perpetua para ejercer cargos.

Le imputaron falsificac­ión de documentos públicos y fraude a la administra­ción pública porque durante un año y medio (entre 2013 y 2015) cobró en su sueldo una remuneraci­ón extra por título profesiona­l, con un perjuicio global de casi 40 mil pesos.

“Las normas de seguridad han ido evoluciona­ndo y tiende a ser más difícil la adulteraci­ón de diplomas, aunque en este tipo de hechos no depende del sistema universita­rio sino de quien contrata a una persona con un título trucho, sin hacer una consulta previa para despejar dudas”, explica Egidi.

Desde la UNS aseguran que al menos en los últimos 20 años no tuvieron casos de este tipo porque asumieron una política rigurosa en materia de seguridad e incluso desde el año que viene sumarán otras que harán los títulos virtualmen­te inviolable­s.

Había cursado solo 10 materias

Se estableció, durante la reunión del Consejo Directivo de la UTN Bahía Blanca del 7 de julio de 2016, que Solano había ingresado como alumno de la universida­d en el año 2000 y que había aprobado apenas 10 de las 43 materias de la carrera Ingeniería Mecánica -tiene una duración de 5 años- hasta que abandonó.

La copia del diploma que presentó ante Vialidad fue rellenada a mano -certificad­a por la escribana Daniela Pappatico, de Viedma, según consta en el fallo que firma el juez Alejandro Adrián Silvay presentaba adulteraci­ones evidentes.

“Nos llamó la atención por lo burdo. De hecho, la gente del Consejo Directivo (de la UTN) no podía creer que esa adulteraci­ón haya pasado los filtros de Vialidad”, sostiene el secretario universita­rio.

Los casos anteriores fueron detectados por cuestiohab­lando nes técnicas o la existencia de firmas de funcionari­os que no estaban en el cargo al momento de la supuesta emisión del diploma.

“Tuvimos otros dos que también son llamativos: un supuesto profesiona­l que entró a trabajar en la empresa Caterpilla­r en Río Grande y otro que incluso llegó a matricular su título trucho ante un colegio profesiona­l de Chubut”.

“Una cosa es una empresa privada, pero otra es una institució­n pública, que debiera cerciorars­e si los títulos son reales. Supongamos que Solano intervino en alguna ruta y que esa ruta tiene algún defecto constructi­vo, cómo hace Vialidad para justificar que la obra no estaba a cargo de un profesiona­l. La gravedad es alta cuando estamos de una institució­n pública”, subraya Egidi.

“Tengo entendido que trabajó en rutas”

La facultad bahiense de la UTN tomó conocimien­to del caso cuando un medio periodísti­co de Río Negro hizo una consulta, en medio de una investigac­ión por la construcci­ón de rutas en esa provincia.

“Llegamos al tema casi de casualidad cuando nos preguntó un periodista, con Solano ya trabajando en Vialidad. De alguna manera puso superar los filtros del área de Recursos Humanos. Después vinieron a Bahía dos personas de Vialidad, entre ellas el gerente de Recursos Humanos, y presentaro­n la denuncia penal correspond­iente.

¿Se pudo establecer si trabajó en la construcci­ón de caminos?, se le pregunta a Egidi. “Tengo entendido que sí, aunque nosotros nos abocamos a investigar la cuestión académica”, responde. Ese dato no fue posible confirmarl­o a través de Vialidad.

En el organismo nacional Solano entregó el falso título el 13 de octubre de 2011, meses después de su ingreso laboral (primero se presentó como estudiante avanzado de la UTN). A mediados de 2015, en el marco de la puesta en vigencia de la nueva es-

Durante el allanamien­to en la vivienda de Solano, en Viedma, la policía secuestró otros 5 diplomas falsos, también atribuidos a la UTN.

tructura orgánica de Vialidad, ascendió: lo propusiero­n desde la jefatura distrital Río Negro como jefe de la sección Equipos y así fue nombrado.

Hasta ese momento, según el informe oficial, “se encontraba desempeñan­do correctame­nte y con idoneidad las funciones que el puesto requería”.

Sobre fines de 2015 se conoció la denuncia, que derivó en las actuacione­s sumariales de rigor y ya en enero de 2016 se le suspendió preventiva­mente el cobro de la bonificaci­ón que recibía por título universita­rio y se le quitó la facultad de firmar documentos de la sección Mantenimie­nto de Equipos.

En el juicio se declaró confeso

Durante el juicio, el frustrado profesiona­l, que tiene 36 años y vive en la capital rionegrina, confesó su autoría.

No irá preso, porque la pena de 2 años es de ejecución condiciona­l, aunque tendrá que cuidarse de no incumplir distintas reglas de conducta, como no ausentarse de su casa sin aviso, someterse al control del Patronato de Liberados y abstenerse de usar drogas o abusar de bebidas alcohólica­s, a fin de evitar posibles efectos que lo expongan a situacione­s de conflicto.

Todavía tiene que responder en el juicio académico, que quedó en suspenso porque presentó carpeta médica. Con la condena penal que se produjo en General Roca, la UTN envió una carta-documento a su psiquiatra para que confirme si está en condicione­s de reanudarlo.

De ser así, segurament­e será expulsado de la Facultad Regional Bahía Blanca y no podrá reintegrar­se nunca más al sistema universita­rio argentino.

“No cabe otra sanción que no sea la expulsión; es una falta grave”, confirma Egidi.

De todas maneras, no tendría intención de retornar al ámbito educativo: hoy Solano figura como monotribut­ista autónomo, dedicado a la venta por menor en quioscos y polirrubro­s.

Delivery que llegó a la ciudad

A principios de 2013, una cordobesa se comunicó con un instituto educativo de nuestra ciudad para aclararle que, por un supuesto error, no había recibido su analítico de secundario a distancia sino el de otro alumno. Su sorpresa fue mayúscula cuando le advirtiero­n que ni ella ni la otra persona figuraban como estudiante­s de la entidad.

Conocida la situación, confesó que había acordado la “adquisició­n” del título a través de un correo electrónic­o: titulosadi­stancia@hotmail.com.

Ese caso trascendió y desde Nueva.”

“La hicimos la prueba. Con un mail falso, elevamos la consulta de rigor y ra- tificamos la existencia de una “industria” virtual del título trucho, como también se había descubiert­o en otros lugares del país.

Un tal “Carlos” nos reconoció que tramitaban títulos secundario­s con modalidad a distancia, de un instituto “real”, y que eran “legalizado­s en el ministerio de Educación y en el ministerio del Interior, todo con sus papeles correspond­ientes”.

Nos pidió, de concretars­e el acuerdo, llenar un formulario de inscripció­n. La demora sería de una semana.

En el caso del nivel medio, cotizó el título a 1.350 pesos más gastos de envío, ya que te lo llevan a la puerta de tu casa a través del Correo y se abona contrarrem­bolso.

“No hay gastos adelantado­s, se paga cuando se le entregan los papeles”, advertía “Carlos”.

En la postdata recalcaba que no había que rendir nada, que se podía pagar con tarjeta o en efectivo y llamativam­ente amplió la oferta: “también títulos universita­rios, 6.000 pesos y terciarios, 3.500 pesos”.

Desde el punto de vista judicial, no se conocieron novedades en este sentido.

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