La Justicia fijó la lupa en el clan gitano y su polémica tradición
El rescate de una menor que iba a ser vendida para matrimonio abrió una investigación por una posible estructura delictiva disfrazada de tradición cultural.
El escándalo en la Estación Sud, cuando rescataron a una chica de 15 años que iba a ser vendida para un matrimonio forzado, abrió el abanico. Buscan desentrañar si, bajo el disfraz cultural, existe una estructura ligada al delito. ¿Cómo “negocian” a las jóvenes gitanas? ¿Cuánto recaudan los niños en la calle?
Lamentablemente hay un ataque mediático contra los gitanos, se los está difamando mucho en la televisión y las tradiciones que inventan no son reales”.
Jorge Bernal, como presidente de la Asociación Iden- tidad Romaní Aicra-Skokra en la Argentina, representa el sentimiento de esa comunidad.
Siente que los discriminan, que meten a todos en la misma bolsa.
En la Argentina hay más de 300 mil gitanos. Las mayores concentraciones se encuentran en la Capital, Gran Buenos Aires, Mar del Plata y Comodoro Rivadavia, aunque están por todos lados.
Son los Rom, que proceden de Rusia, Grecia y Moldavia y hablan la lengua original; los Calé, llegados desde España y los Ludar, de Rumania y Serbia.
Entre tradiciones, creencias, mitos y verdades está la realidad, que apunta a la existencia de delitos graves, como matrimonios forzados o explotación infantil.
Después del promocionado caso de Coronel Suárez y el reciente operativo en la Estación Sud -donde un hombre frustró la "venta" de su hija-, la Fiscalía Federal de Bahía Blanca avanza con una causa que busca esclarecer determinadas conductas gitanas.
Testimonios, documentación, pruebas de campo y tareas de inteligencia que se reunieron en los últimos días llevaron a los investigadores a internarse en una problemática que limita entre la cultura y la ilegalidad.
En Bahía, según dicen, existen dos grandes grupos de gitanos, uno que está afincado en el sector Noroeste/Villa Rosas y el otro en la zona alta, sobre el barrio Don Bosco.
Buscan a otra menor “vendida”
Como integrantes del clan que vive en cercanías del Hospital Penna, una hermana de la chica de 15 años "rescatada" en la terminal ferroviaria -cuando la auxilió su padre no gitano, a quien no veía hace más de una décadaya había sido vendida como parte de un contrato matrimonial impuesto.
madre, la abuela y el marido de la abuela de las dos menores -no se los identifica para preservar la identidad de las chicas- siguen detenidos, a la espera de que la jueza María Gabriela Marrón resuelva la situación procesal.
Se los investiga por el intento y por el caso consumado, que por ahora no pudo ser esclarecido porque aún no saben qué destino tuvo la víctima.
Creen que la abuela era una especie de líder de la organización del grupo del barrio Don Bosco, donde un allanamiento permitió el secuestro de dinero, celulares, documentación y cuadernos con anotaciones.
¿Qué se estableció con el cuadro probatorio reunido? que las chicas son preparadas para ser entregadas en su adolescencia a matrimonios forzados y que los chicos mendigan o se dedican a la venta ambulante en las calles. Son como 20 menores en ese grupo. Y todo lo administra “la abuela”.
Los ingresos, al menos hasta el escándalo que permitió las detenciones en la Estación, eran suculentos. Por una menor virgen han llegado a pagar hasta 300 mil pesos. Algunos de los “compradores” abonaban todo en efectivo y otros, el 50% con billetes y el resto con un vehículo u otros bienes.
“Existe una negociación y un acuerdo entre las partes”, ratificó un investigador que analizó las pruebas.
Los varones también generan recaudaciones asom- brosas: algunos días de verano han logrado sumar hasta 5.000 pesos cada uno, con la venta de repasadores, apósitos, medias o utensilios de cocina. O pidiendo a la salida de bares y restaurantes.
“Es una estructura bien organizada”, dijo otro vocero de la fiscalía a partir de los testimonios recolectados.
“No vamos a permitir delitos”
El fiscal Horacio Azzolín está a cargo de la investigación de posibles delitos en torno a la comunidad gitana.
“Sabemos cuáles son las pautas culturales y las respetamos, pero no vamos a permitir que, disfrazado de una pauta cultural, se cometan delitos”, sostuvo.
Confirmó Azzolín que trabajan en la hipótesis de un matrimonio forzado consumado y otro en grado de tentativa (el de la Estación), en perjuicio de dos hermanas.
“Estamos analizando esta cuestión, aparentemente cultural, de los matrimonios arreglados con chicos muy chicos, para saber si se puede constituir una modalidad de trata de persona. Al menos en un caso tenemos probado que la chica no tenía la voluntad de asumir ese rol, más allá de que es menor”, dijo.
La prueba que se está acumulando en Bahía servirá para la denominada causa Coronel Suárez, que derivó en una serie de allanamientos en junio pasado, permitió rescatar a dos menores “vendidas” supuestamente por gitanos y derivó en la detención de varias personas.
Las menores pueden llegar a ser vendidas hasta por 300 mil pesos. El pago se pacta entre las familias. Generalmente es parte en efectivo y el resto con vehículos.
¿Como Capuletos y Montescos?
El límite entre cultura y delito es lo que deben definir los investigadores para avanzar con la acusación penal.
Pueden existir tradiciones reñidas con la costumbre occidental cristiana, que se adviertan como extrañas, pero que no necesariamente configuren una acción delictiva.
“Una cosa es pautar matrimonios, con voluntad de casarse a futuro... Capuletos y Montescos, como Romeo y Julieta, y otra es cuando casan a chicos sin tener consentimiento, con abusos sexuales. Se entregan a chicos como si fueran vehículos”, explicó Azzolín.
En ese sentido dejó en claro que, al vivir en nuestro territorio nacional, deben respetar la ley Argentina.
“Cuando se fuerza un matrimonio con una menor en el medio, con un pago disfrazado de dote, dejamos de laLa
do las pautas culturales y hablamos de delito”, remarcó.
Acerca del operativo en la terminal de trenes, informó que esperan que se resuelva la situación procesal de los 3 sospechosos que están detenidos en la delegación Bahía Blanca de la Policía Federal.
El fiscal federal también fue consultado sobre otros delitos en este marco, como la mendicidad infantil.
“En ese caso venía trabajando la Municipalidad con parte de la comunidad, es lo que se conoce a posteriori del operativo. No hemos imputado a nadie porque estamos en plena investigación, juntando antecedentes para saber si es una cuestión de trabajo infantil o una explotación”, afirmó.
Una “novela” que empezó en la región
El controvertido desenvolvimiento cultural de los gitanos se hizo visible en nuestra región a mediados de año, cuando en Coronel Suárez se realizaron distintos allanamientos que permitieron rescatar a dos hermanas -una aún menor- que fueron víctimas de trata.
Sus padres fueron detenidos bajo la acusación de venderlas y también cayeron los presuntos “compradores”, entre ellos el árbitro de fútbol Daniel Eduardo Sandoval y el gitano Ramón Singer, quien falleció hace unos días mientras estaba detenido en la cárcel de Ezeiza.
Durante una audiencia que tuvo lugar ante la Cámara Federal de Bahía Blanca estuvo presente “M”, la “esposa joven” de Sandoval, quien reclamó por su libertad, pese a que para la ley es víctima de su marido.
Sandoval estaba “casado” con “M” desde que ella tenía 13 años y él 45. Comparten una hija de 4 y hasta pocos días antes del operativo la apariencia de una familia normal, con fotos en las redes sociales de cumpleaños y vacaciones en la playa.
“Y”, de 17 años y hermana de “M”, estuvo a punto de co- rrer la misma suerte, aunque dos denuncias anónimas al teléfono 145 (Programa Nacional de Rescate de víctimas de trata) y su resistencia al servilismo alertaron a las autoridades.
Los padres, al parecer, iban a cobrar iban a cobrar 50 mil pesos y dos camionetas.
El caso de “M” fue distinto. Dicen que su padre la “cedió” a cambio de que le instalaran una gomería “con todos los chiches”.
“Le entregaron la piba a Sandoval porque el padre de la chica quería poner una gomería y así la puso, con muchas herramientas”, confiesa una vecina que conoce a todos y habla de los “negocios” como si no hubiera personas entre la mercancía.
Para ellos, solo se trata de costumbres
Familiares de “la abuela”, la gitana detenida por el caso de la Estación, remarcaron que en estos casos no existen delitos sino costumbres.
“Somos gitanos, pero vivimos en la Argentina y se hace lo que dice la ley, pero hay que ser justos”, dijo una de ellas a Canal 7.
También negaron la versión sobre la venta de la menor rescatada, al justificar que es “una tradición”.
“Por ejemplo, dos personas se conocen y mi mamá va a hablar con tu papá o la persona que esté a tu cargo para hacer el compromiso. Vos tenés que dar una dote, para asegurar que esa familia no te moleste. Es feo lo que voy a decir, pero es como comprar un auto”, comparó.
Desde la “transacción”, la chica pasa a “pertenecer” a la familia del novio.
“Es por eso que se paga, como esa costumbre tenemos miles. Se arregla de acuerdo a cuánto se pagó el ultimo gitano”, continuó una de ellas.
Por último, destacó que tienen la costumbre de la venta callejera para “ganarse el mango dignamente”.
“Cuántos vendedores hay en Bahía y no son gitanos”, finalizaron.