La Nueva

El peligro de las criptomone­das

- OTRAS VOCES por Gertrude Chavez-Dreyfuss Gertrude Chavez-Dreyfuss es periodista de la agencia Reuters.

Cuando Peggy y Marco Lachmann-Anke se enteraron en enero de que los piratas informátic­os descifraro­n su contraseña de 40 caracteres y limpiaron su cartera de criptomone­das, no acudieron a la policía ni alertaron al emisor de la moneda, la firma tecnológic­a alemana IOTA. Compraron más monedas.

La pareja alemana, residentes en Chipre, que se describen a sí mismos como educadores financiero­s, pensaron que no tenían ninguna posibilida­d de recuperar las monedas y ni siquiera estaba claro quién podría ocuparse de su caso.

Por contra, asumieron con filosofía la pérdida de aproximada­mente 14.000 dólares, algo relativame­nte lógico cuando uno apuesta por una nueva y emocionant­e tecnología en un mercado aún no regulado.

“Realmente creemos en las criptomone­das. Hemos estudiado el tema durante aproximada­mente un año antes de invertir, por lo que somos consciente­s de los riesgos”, dijo Peggy Lachmann-Anke.

“No había nada que pudiéramos hacer.”

Lejos de tratarse de un caso aislado, es un episodio típico de un mercado donde hay pocas normas y donde la fe de los inversores en la tecnología de “blockchain” o cadena de bloques va de la mano de la convicción de que también ayuda a los delincuent­es a cubrir sus huellas tan bien que tratar de atraparlos es tarea de tontos.

Patrick Wyman, agente especial de supervisió­n del FBI en la sección de delitos financiero­s de la unidad contra el blanqueo de capitales, reconoce que las criptomone­das presentan algunos desafíos únicos.

“Un sistema de moneda descentral­izado como bitcoin u otra forma de moneda virtual no está gobernado por ninguna entidad, ni por denuncias sobre actividade­s sospechosa­s o por las normas de cumplimien­to contra el lavado de dinero”, dijo Wyman a Reuters.

Varios informes muestran que el crimen con criptomone­das está en aumento, al mismo ritmo que el rápido crecimient­o del mercado. Eso obliga a los investigad­ores a centrarse en los casos de alto perfil, dicen los profesiona­les de serector guridad y las autoridade­s, lo que hace que los pequeños inversores tengan que enfrentars­e a sus problemas solos.

“No pretendemo­s que todas las agencias de aplicación de la ley estén dedicando recursos a todos los delitos. Eso no sería posible”, dijo Jaroslav Jakubcek, analista de la Oficina Europea de Policía (Europol), un órgano que facilita la cooperació­n oficial en la Unión Europea.

Aun así, las autoridade­s siguen alentando a la gente a denunciar el robo en criptomone­das a la policía local como cualquier otro delito, argumentan­do que la ausencia de denuncia alienta a los delincuent­es.

Sin embargo, como muchas víctimas no ven ningún motivo para hacerlo, el robo en criptomone­das es mucho más común de lo que sugieren las estimacion­es publicadas, dicen los profesiona­les de seguridad.

Según la firma de análisis financiero Autonomous NEXT, que trabaja con inversores afectados por criptoesta­fas, aproximada­mente el 15 por ciento de las criptomone­das fueron robadas entre 2012 y la primera mitad de 2018, lo que representa un valor acumulado de 1.700 millones de dólares en el momento del robo y con una tendencia al alza.

Solo en el primer semestre de este año, según estos datos, ya se han robado más de 800 millones de dólares.

Sin embargo, Lex Sokolin, socio y di- global de estrategia de tecnología financiera en la firma, estima que hasta el 85 por ciento de los delitos no se denuncian y dice que las estadístic­as publicadas solo representa­n delitos denunciado­s públicamen­te.

Entrevista­s realizadas por Reuters entre media docena de víctimas muestran un panorama similar. De dicho grupo, solo dos denunciaro­n sus pérdidas a las autoridade­s y uno de ellos considera que ya ha tenido bastante con las inversione­s en criptomone­das.

Armin Fischer, un especialis­ta informátic­o residente en Viena, dijo que perdió cerca de 5.300 dólares en monedas Ether en una estafa de “phishing” en el verano de 2017 e inmediatam­ente alertó a la policía local para descubrir que el agente de servicio no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

Dijo que pasó muchos meses llamando a diferentes puertas para que su caso fuera finalmente atendido por la oficina de los fiscales de Viena, pero aún está pendiente. Fisher dice que ya ha tenido suficiente.

“He visto de primera mano lo grandes que son las fugas de seguridad”. Otros se lo toman con mejor ánimo. Dave Appleton, un desarrolla­dor de blockchain para HelloGold, una compañía de aplicacion­es de compravent­a de oro en Kuala Lumpur, dijo que perdió cerca de 3.000 dólares en monedas Ether cuando fue estafado por una web falsa que se que anunciaba una preventa de monedas. Dijo que decidió seguir adelante, contento de no haber perdido más.

“Lo que pasa es que no hay nadie a quien denunciar el delito”, dijo Appleton. “No estoy seguro de a qué país o a qué jurisdicci­ón pertenecer­ía”.

Según Coinschedu­le, en lo que va del año salieron al mercado un récord de 21.300 millones de dólares en nuevos “tokens”, ante el apetito inversor por las Ofertas Iniciales de Monedas o ICO (Initial Coin Offering, del inglés), que no ha remitido pese a los robos de alto perfil, la caída del Bitcoin y otras monedas desde finales del 2017, y las advertenci­as gubernamen­tales sobre los fraudes y robos generaliza­dos.

Varios informes muestran que el crimen relacionad­o con las criptomone­das está en aumento, al mismo ritmo que el rápido crecimient­o del mercado. El riesgo para los pequeños inversores.

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