E mero “Como la espuma de un mar enorme”
La reconocida obra de teatro bahiense que llegó a competir a nivel nacional realiza hoy la última función.
—¿Cómo notás el crecimiento o la dinámica en las cuerdas bahienses a lo largo de los años?
—Como en todo grupo humano, hay movimiento. Gente que va y gente que viene. Por ahora somos cuatro comparsas las que participamos de la Llamada. La movida del candombe siempre está activa. De repente hay integrantes que se van de la ciudad, otros que vuelven. También están los que se cambian de cuerda porque quieren probar otros estilos de toques. Nosotros, por ejemplo, en Umirá, tenemos gente que se fue de la ciudad pero que vuelve a tocar especialmente para la Llamada. Al parecer somos más de 120 personas entre todas las comparsas. Eso siempre se va renovando.
Candombe canción
—¿Qué novedades y proyectos tienen para el futuro?
—Una de las novedades más lindas es que a partir de las comparsas de candombe se comenzó a explorar mucho más el candombe canción. Surgieron bandas como La Templada, Bien de Viento (estará en el Festival Provincia Jazz en noviembre) y el grupo de mujeres Bloom Tumbá. También hay una comparsa de chicas candomberas. Hay una movida que está naciendo y donde se está trabajando.
—¿Se viene los viajes?
—Tenemos la posibilidad de viajar a la zona y seguir conociendo gente. Hay proyectos de ir a Capital, a Tandil y a Olavarría. Ahora se viene el encuentro Patagónico. Está buenísimo porque se genera mucha unión. Siento que cada vez se va avivando cada vez más la llama del candombe. Pronto vamos a estar difundiendo la visita de candomberos importantes.
—¿Cómo le explicarías su significado a alguien que no sabe nada de candombe?
—El candombe es unión y familia. En torno a los tambores y a la danza compartimos este cariño que le tenemos a esta cultura que tantas cosas lindas nos está regalando. odo personaje prepotente y autoritario disfraza su fragilidad levantando la voz. Necesitan que haya otro que reciba los latigazos verbales. Pero su problema es la soledad.
¿Por qué callan los castigados?
¿Cuánto son capaces de aguantar?
La obra refleja metafóricamente los niveles de violencia, soledad, ridiculez y fragilidad que puede llegar a manejar los injustos estereotipos dominantes: clase social alta/baja, hombre/ mujer, patrón/empleado... Un dramón hermoso a partir de los textos de un humorista: Urdapilleta.
Aunque claro, lo metafórico muchas veces puede tener no sólo uno, sino un par de significados intrínsecos.
Todo comenzará en las calles Santa Fe e Ingeniero Luiggi y terminará en las calles Neuquén y Beruti. Están todos invitados.
TAquí está el juego más interesante de la obra. Marilú es un nombre de mujer, pero está interpretado por un hombre (Matías Sanders). Este personaje es quien recibe de manera sumisa los castigos. El otro (Sofía Fernández), muestra descarnadamente la violencia cotidiana hacia Marilú con ejemplos sutiles y clarísimos.
“Marilú, dónde está mi membrillo! Usted viene a llenarse la panza conmigo...”, le reclama. Marilú agacha la cabeza y mira de reojo. No habla. No se atreve a contradecirla. Prefiere callarse por más que tenga razón.
“Yo voy a hacer de ella una tortuga de bien”, le cuenta sobre un animalito.
Nosotros nos preguntamos: ¿por qué los poderosos suponen que el bien es la violencia, fragilidad y prepotencia que ellos representan? Por favor, dejen a las tortugas ser tortugas y nada más.
No vamos a revelar el final, pero lo recomendamos. Si la vas a ver intentá leer la obra a través de la batalla eterna entre el sometedor y el sometido, entre el abusador y el abusado, entre el poderoso y el pobre diablo.
Lo que unos tienen y otros, por más que lo deseen, jamás podrán alcanzar.
Sólo quedarán sombras en forma de recuerdos esporádicos.
Lo cierto, deprimente y crudamente real es que todo es efímero. Los momentos felices mucho más. Como la espuma de un mar enorme.
La ola de pasión por los tambores comenzó a sumar bailarinas y tocadores. Hasta apareció un luthier en el barrio Noroeste (Diego Giovagnetti).