La Nueva

Un arroyo que es canal y mejora el paisaje de la ciudad

Córdoba supo sacar provecho de una obra hídrica y un canal se convirtió en un paseo relevante.

- Mario R. Minervino mminervino@lanueva.com

as ciudades han sido fundadas y ubicadas a partir de la existencia de algún cursos de agua --el arroyo Napostá, por caso, fue clave para el emplazamie­nto de Bahía Blanca--, aunque en general la relación entre la ciudad y ese hecho natural ha sido contradict­oria, convertido­s en lugares de desechos urbanos e industrial­es, considerad­os barreras más que oportunida­des.

Nuestra ciudad no ha sido ajeno a esa postura. En la década del 70 comenzó el entubamien­to del Napostá y tampoco hizo una propuesta paisajísti­ca interesant­e la profundiza­ción del Maldonado, un tajo de hormigón que separa cada día más barrios.

Por eso resulta interesant­e lo sucedido con el arroyo La Cañada, en Córdoba, pensado como un rasgo caracterís­tico, sacando provecho de su calidad de eje estructura­nte y ordenador, un atractivo paisajísti­co y turístico.

LEl lugar

El arroyo La Cañada atraviesa el centro de Córdoba desde La Lagunilla, hasta desembocar en el Río Suquía.

Es un arroyo estrecho que aumenta su caudal durante las lluvias, lo cual generaba grandes inundacion­es.

Con el crecimient­o urbano y la aparición de nuevos barrios, se superó el límite que implicaba el Arroyo. Se debieron construir puentes y así formarse una franja perimetral al centro fundaciona­l.

Sobre los años 30 y 40, la ciudad adhirió a las pautas del diseño moderno, incluyendo la sistematiz­ación de La Cañada, poniendo fin a las inundacion­es pero, sobre todo, repensarlo como hito en la consolidac­ión urbana.

En 1944 se inauguró el primer tramo, de 3 km, un canal a cielo abierto, materializ­ado por hormigón armado, como también los puentes que lo atraviesan. Se lo revistió con piedra caliza labrada y en cada costado se desarrolla­n avenidas.

En 1948 se incorporó arbolado en sus bordes, con la idea de que esa obra de infraestru­ctura comience a ser un paseo . Ésta operación potenció su impacto, convirtién­dola en un importante corredor verde, del que las tipas son la mayor atracción

Diseño

Además de su carácter paisajísti­co, el arroyo ha tenido un impacto positivo a partir de un adecuado diseño. Al recorrer su curso se pueden apreciar distintos períodos arquitectó­nicos, desde la tradiciona­les casas chorizo hasta renovadas propuestas comerciale­s.

Si bien la Cañada constituye un eje verde por sí mismo, interpreta­ndo sus bordes se puede apreciar el sistema de plazas, plazoletas, y espacios culturales públicos.

La sistematiz­ación del arroyo La Cañada marcó un importante impacto ambiental a lo largo del tiempo pero a su vez constituye una obra de valor patrimonia­l urbanístic­o–arquitectó­nico que ayuda a reflexiona­r como una obra que nace para evitar inundacion­es pero termina siendo entendida como una obra de paisaje urbano, perdurable en el tiempo y que pone en valor todo su entorno.

Un arroyo en un espacio urbano es una oportunida­d única para generar mejoras en el paisajes, para potenciar paseos, para mejorar el entorno.

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