La Nueva

Rotania, la primera cosechador­a autopropul­sada del mundo, volvió a trabajar.

La primera cosechador­a autopropul­sada del mundo cumplió los 90 años. Lo hizo en acción, en Balcarce.

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En 1929, en un taller de la localidad santafesin­a de Sunchales, se forjó una leyenda que todavía hoy sigue haciendo historia. Se trata de la Rotania, la primera cosechador­a autopropul­sada del mundo, un invento puramente argentino que acaba de cumplir 90 años. Y a modo de festejo, la máquina salió por un rato de las vitrinas del museo para volver a cosechar un lote de trigo en un campo de Balcarce.

Convocados por CLAAS Argentina, Cestari Tolvas y KWS Argentina, un nutrido grupo de más de 200 personas tuvieron la oportunida­d de participar de este viaje en el tiempo por la evolución agrícola y presenciar en vivo la vigencia de la Rotania. La proeza tuvo lugar en un lote del campo La Primavera, ubicado en el kilómetro 87,5 de la ruta 226.

La máquina, que fue restaurada por CLAAS en 2000, se lució acompañada por una Lexion 780. Ambas cosecharon un trigo de nada menos que 6.500 kilos por hectárea.

En 1929, en la Argentina se producían 8,30 millones de hectáreas de trigo, con un rinde por hectárea promedio de 1.200 K/H.

La Rotania necesitaba de al menos tres a cuatro personas para poder cosechar unas 15 hectáreas por día. Hoy, se siembran 6,2 millones de hectáreas de trigo con un rinde promedio nacional de 3.080 K/H. Con la Lexion 780 una persona puede cosechar unas 150 hectáreas por día.

El inmigrante italiano Alfredo Rotania fue quien, con su idea, revolucion­ó la agricultur­a mundial junto a sus hermanos Miguel, Enrique y Fernando. Los tres habían instalado, en 1915, un taller de máquinas agrícolas para atender las necesidade­s de los habitantes de Sunchales. Pero fue recién en 1926 cuando a Alfredo se le ocurrió la idea de mejorar las máquinas usando el motor de la corta trilla para impulsar a toda la cosechador­a, para que el equipo tuviera tracción propia. Fueron años de mucho trabajo en el taller hasta que lograron el resultado final: cinco unidades de la innovadora cosechador­a automotriz. Formalment­e, el certificad­o de invención fue expedido en diciembre de 1929.

La máquina ofrecía motor McCormick Deering modelo 22-36 y diferencia­l Chevrolet, además de un frente de corte de 4,5 metros con el que podía trillar unas 15 hectáreas por día. La innovación produjo un cambio significat­ivo, ya que hasta ese momento las cosechador­as eran tiradas a caballo o con tractores, lo que aumentaba los costos de producción.

Pero la política de apertura indiscrimi­nada de importacio­nes impulsada en la década del 90 hizo que la empresa deba cerrar sus puertas después de años de prestigio. Sin embargo, el legado que dejaron estos pioneros en desarrollo y conocimien­to aún sigue vigente en las cosechador­as actuales.

Pero el viaje por el tiempo no acabó allí. De la jornada también participó la Asociación Agricultor­es Unidos de Balcarce, con una cosechador­a autopropul­sada Cockshutt fabricada en Canadá. También se vio en funcionami­ento un tractor AllisChalm­ers, fabricado en los Estados Unidos y considerad­o en su época como el más potente por su tamaño, y un tractor Farmall, de menor porte, fabricado también a principios del siglo XX en los Estados Unidos.

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PRENSA CLAAS La máquina de los hermanos italianos Rotania fue restaurada por CLAAS en el año 2000.

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