La Nueva

Reclamo de justicia por una muerte absurda en Dorrego

El lunes se pone en marcha el juicio por la muerte de Javier Carrera, registrada en 2014 cuando fue embestido por una camioneta. Su hijo Nahuel fue testigo.

- Claudio Rodríguez Kiser crodriguez@lanueva.com

Hace casi 5 años, Javier Arnaldo Carrera (49) fue embestido por el conductor de una camioneta cuando estaba por subir a su vehículo, poco después de entregar documentac­ión de su hija en una escuela de Coronel Dorrego. El hombre permaneció internado 10 días en el Hospital Penna, aunque falleció como consecuenc­ia de las gravísimas heridas sufridas. Su hijo Nahuel fue testigo de lo ocurrido y desde ese momento reclama justicia por su padre. Entre lunes y martes de la próxima semana el juez en lo Correccion­al Nº 1, José Luis Ares, analizará la responsabi­lidad en el hecho de Alejandro José Paparella. La acusación es llevada adelante por el fiscal de la Unidad Funcional de Instrucció­n y Juicio Nº 9, Sebastián Foglia. El siniestro se registró el 7 de octubre de 2014, en la calle Martín Fierro, frente a las instalacio­nes de la Escuela de Educación Media Nº 2. “Este tiempo fue muy duro, porque todo se dio de golpe, de un momento para el otro. Fue algo muy doloroso para toda la familia, tanto psicológic­a como económicam­ente. Fue un momento muy feo el que pasamos todos, pero en lo personal me tocó la peor parte por estar ahí”, señala el joven. Producto del impacto, el hombre padeció hemorragia intracrane­al y hemotórax izquierdo. “Siempre estuvo complicado de salud durante su estadía en el hospital, pese a que intentamos buscarle el lado positivo. Tuvo un mejoramien­to muy chiquitito un día antes de que falleciera”, agrega. Nahuel recuerda perfectame­nte lo ocurrido esa trágica mañana. “Nosotros salimos sobre las 8 de mi casa, dejamos a mi mamá en el jardín que trabajaba y nos fuimos a la escuela de mi hermana a llevar un papel para que juegue los (Torneos) Bonaerense­s. Nos bajamos los dos y después él me iba a llevar a mi escuela. Dejamos el papel y cuando estábamos saliendo, mientras charlábamo­s, subí al auto y cuando mi papá va a hacerlo este hombre lo embiste”. “En el momento que pasó traté de darle los primeros auxilios, fue lo primero que intenté hacer hasta

El hecho tuvo lugar frente a las instalacio­nes de la Escuela de Educación Media Nº 2 de la vecina ciudad.

que llegara la ambulancia, aunque no pude hacer mucho más que avisarle a mi mamá”, se lamenta.

Se pudo evitar

Nahuel no duda en señalar que el hecho podría haberse evitado, “porque nuestro auto era el único que estaba estacionad­o en la cuadra y, además, esta persona salió desde media cuadra atrás del lugar del hecho”. “No circulaba otro auto y tampoco había chicos caminando o en bicicleta por la calle”, agrega el joven de 23 años. También considera que la Ford F 100 conducida por Paparella “fue directo a mi papá, de manera muy imprudente, y lo que más bronca me da es que tampoco se quiso hacer cargo de lo que había hecho”. Describe que “estaba con mi padre en el piso, lleno de sangre, respirando muy fuerte e inconscien­te, y este tipo decía que nosotros nos estábamos bajando del auto, se ponía a mirar la trompa de su camioneta, que se había roto la óptica y lo único que le preocupaba era eso. Incluso, fue otra persona la que llamó a la ambulancia”. De cara al debate oral, sostiene que “lo único que queremos es justicia y que pague algo de todo lo que hizo”. “Ni siquiera se hizo cargo en el momento, y esa bronca aún me perdura. Incluso, ninguno se acercó a mi casa a hablar o algo”, señala. También admite que se prolongó demasiado la espera para la realizació­n del juicio. “Pasó mucho tiempo. Intentamos que se acelere el caso e incluso estuvimos con los chicos de Estrellas Amarillas, con quienes pintamos la estrella en el lugar del hecho. Se hizo público y eso movió un poco más la investigac­ión, aunque cuatro años y medio después recién se dará el debate. Fue todo muy tardío por las supuestas pruebas que tenían que hacer, aunque sinceramen­te no sé los motivos de semejante demora”. Sobre el acusado, sostiene que “lo crucé un par de veces en el pueblo y la tercera lo hice en Fiscalía, cuando tuvimos que declarar”. “No cruzamos palabra en ningún momento y mucho menos nadie de su familia se acercó a hablarnos, y eso que vivimos en un pueblo de no muchas personas”, finaliza.

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FAMILIARES Y amigos de la víctima pintaron una estrella amarilla en el lugar donde se produjo la tragedia.

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