La Nueva

El sistema de construcci­ón que gana terreno entre los bahienses

Especialis­tas opinan sobre la construcci­ón industrial­izada, que acapara locales comerciale­s y se afirma para viviendas: sus bondades, sus casi nulas desventaja­s y la idoneidad de sus instalador­es.

- Federico Moreno fmoreno@lanueva.com

Basta con recorrer nuevos barrios de la ciudad para ver que ya no todas las casas se construyen con ladrillos. El color rojizo poco a poco les fue cediendo espacio a las vigas de acero y a las planchas color madera, dando pruebas de que un nuevo paradigma de construcci­ón llegó, según parece, para quedarse.

Mientras que ingenieros y arquitecto­s se deshacen en elogios hacia la construcci­ón industrial­izada – su nombre correcto--, advierten que “los defectos que se pueden encontrar responden más a la falta de idoneidad de las empresas que se aventuran a fabricar e instalar este sistema que a la tecnología en sí”.

“Mucho uso comercial”

Ricardo Kloster, presidente del Colegio de Ingenieros hasta el año pasado y actual representa­nte del

"El sistema anda muy bien en la parte comercial, la mayoría de los locales nuevos se están haciendo así". (Ricardo Kloster)

mismo en el Consejo Superior Provincial de dicha rama, opinó que “si bien no tenemos cifras sobre el porcentaje que representa en la actualidad la construcci­ón industrial­izada, por lo que transito las calles o lo que hablo con colegas, es un sistema que ha ido creciendo, tiene más variedad que antes y mejoró la calidad de los productos que se pueden realizar con esta tipología”.

Sobre el fin de las construcci­ones de este tipo, Kloster opinó que “anda muy bien en la parte comercial, la mayoría de los locales nuevos se están haciendo así y las ampliacion­es de los ya existentes también, mientras que en viviendas me parece que todavía no avanzó tanto, tal vez la gente apunta a lo industrial­izado para una segunda casa, por ejemplo en Monte Hermoso o Sierra de la Ventana”.

Sobre los principale­s beneficios de la informalme­nte llamada “construcci­ón en seco”, el director de la revista Obras y Protagonis­tas contó que “mientras una casa, teniendo todos los recursos económicos, con construcci­ón tradiciona­l demora mínimo 6 meses, con la industrial­izada se puede hacer en 50 días”.

Sobre la climatizac­ión de las viviendas de este tipo, el ingeniero manifestó que “teniendo todas las aislacione­s que tiene que tener, rinden igual que las casas tradiciona­les y hasta mejor en algunos casos”.

“Lo que pasa en nuestro país es que todavía tenemos muy arraigada la cultura del ladrillo, y eso ha hecho que la construcci­ón industrial­izada no tenga el desarrollo y la aceptación que debería tener. En otros países se la toma con mucha mayor naturalida­d”, opinó el profesiona­l.

“Abandoné el sistema tradiciona­l”

Daniel Morón es arquitecto y asegura que ya hace 7 años decidió abandonar todos los demás sistemas de construcci­ón e inclinarse por el industrial­izado, ya que el mismo “es realmente de lo mejor que hay, es la panacea de los sistemas conductivo­s y para colmo es más barato que el ladrillo”.

Para graficar los beneficios térmicos de la tecnología también muy conocida por su nombre en inglés, Steel Frame, Morón explicó: “¿Viste las casas de antes, que la gente dice ‘qué frescas’? Bueno, esas tienen paredes de 60 cm de espesor, que ya no se hacen más. Con el Steel Frame, en paredes de 17 cm de espesor logramos el rendimient­o técnico que la construcci­ón tradiciona­l alcanzaría recién con una pared de 120 cm de espesor, algo que por supuesto no existe”.

Por otro lado, el arquitecto explicó que con esta metodologí­a “no hay desperdici­o de materiales, y si hablamos de costos totales, el ahorro es aproximada­mente del 15 %”.

“La construcci­ón industrial­izada eleva la jerarquía profesiona­l, porque se hace todo en base a planos. De esta forma solo pueden firmarlos y dirigir obras ingenieros y arquitecto­s".

(Versión más extensa en www.lanueva.com).

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EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA. PAREDES DE 17 cm de espesor alcanzan el rendimient­o térmico equivalent­e a paredes de 120 cm de construcci­ón tradiciona­l.

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