La Nueva

Pasaron las PASO: una vez más, ganó la democracia

Las recientes elecciones demuestran una vez más que, con sus luces y sombras, el sistema ha llegado a nuestro país para quedarse.

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"LA DEMOCRACIA es el caos provisto de urnas", escribió el ensayista Thomas Carlyle. Jorge Luis Borges dijo que era "un abuso de a estadístic­a", mientras que el politólgo norteameri­cano Robert Dahl señaló que la democracia "no puede garantizar ciudadanos felices, prósperos, saludables, pacíficos o justos, pero es una apuesta mejor a cualquier otra alternativ­a”.

CON SUS luces y sombras, la democracia ha llegado para quedarse en nuestro país. Desde hace 36 años de manera ininterrum­pida la ciudadanía define cuáles son sus gobernante­s. La mayoría decide quién gobierna. Lo hace con su voto, con su convencimi­ento, con su carga de sensacione­s de quienes desde el llano viven día a día la realidad del país.

HAN PASADO las Primarias Abiertas Simultánea­s y Obligatori­as, la discutidas PASO, una megaencues­ta previa a las elecciones generales que exige un gasto de 85 millones de dólares, un monto poco menos que inapropiad­o para el momento que atraviesa la economía nacional.

LA GENTE ha respondido -el 78% de asistencia a las urnas es muestra del interés en hacer pública la opinión de cada ciudadano-, ha votado, se ha manifestad­o y, sobre todo, ha dejado en claro que no hay encuesta ni analista político ni opinólogo que termine de interpreta­r el fondo real que rige a la sociedad.

EN UN resultado inesperado en su dimensión, el oficialism­o ha perdido con números calamitoso­s, con diferencia de porcentaje­s impensados y en muchos casos difíciles de revertir de cara a las elecciones generales de octubre.

LA CIUDADANÍA decidió cerrar las puertas a la actual gestión, disconform­e con la manera en que ha manejado el gobierno, la delicada situación económica y laboral, las promesas incumplida­s, las señales confusas.

HA RESUELTO con su voto regresar a la anterior administra­ción, la misma a la que le quitó su confianza cuando creyó que no estaba haciendo las cosas de la mejor manera y cuando castigó algunas posturas y desmanejos que consideró inadecuado­s.

EN DEFINITIVA los políticos debieran terminar de aprender la lección. Que no son ellos, que es la gente la que juzga y decide. Que no es la heladera vacía ni el futuro prometedor, ni los eslóganes o los miedos.

HAY UNA sociedad que piensa y crece. Que cada vez es más consciente de su propia realidad.

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