La Nueva

De la inundación a casi desaparece­r en apenas dos años

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Entre agosto y noviembre de 2017 se dio una serie de precipitac­iones en toda la provincia de Buenos Aires, que causaron varios inconvenie­ntes en todo el territorio.

En nuestra región, las lluvias registrada­s en la sierras y en la cuenca de las Encadenada­s del Oeste hicieron peligrar la localidad de Bonifacio. La imagen de la tragedia era el cementerio bajo agua, donde solo asomaban las cruces. En Guaminí el nivel de agua también era impactante.

Algunos kilómetros hacia el sur, en Carhué se negaban a que se abrieran las compuertas de Rolito, para aliviar al sistema. El recuerdo de la inundación de la villa Epecuén todavía está fresco y esta laguna no tiene posibilida­d de trasvasar su agua hacia ningún lugar.

Esto también casi provocó que el problema pasara a mayores, con ánimos más que caldeados tanto en Carhué como en Guaminí.

Paralelame­nte, la Provincia comenzó a trabajar en la mejora y refunciona­lización del Partidor de Piñeyro, que -de acuerdo a lo establecid­o por el manual de la cuenca- puede enviar agua hacia el sistema o bien hacia la cuenca del Salado, a través del Vallimanca.

Además, se pusieron en marcha nuevamente las bombas del sistema que trasvasa agua desde Cochicó hacia Alsina, que no funcionaba desde hacía dos décadas. También se contrató una consultora para que realizara un nuevo plan director de la cuenca.

A mediados del año pasado, se inauguró el nuevo Partidor de Piñeyro. Según las autoridade­s, a partir de ese momento el exceso de agua no sería un problema.

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