La Nueva

Diagonales platenses

- Ricardo Salas

Desde hace varios días, Axel Kicillof transformó la residencia oficial en un virtual “comando de crisis” ante la emergencia sanitaria, en un intento por blindar a la Provincia contra un enemigo invisible como es el Covid -19, un virus que no sólo pondrá a prueba al sistema de salud pública sino también a la castigada economía en el ámbito bonaerense.

En la misma manzana de la sede gubernamen­tal, pero con frente a calle 5 (el último gobernador que la utilizó como residencia fue Felipe Solá) pasan horas los ministros analizando medidas preventiva­s minuto a minuto. Básicament­e, ese grupo lo integran el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, y los ministros Daniel Gollán (Salud), Pablo López (Economía), Sergio Berni (Seguridad) Teresa García (Gobierno), Mara Ruiz Malec (Trabajo) y Agustín Simone (Infraestru­ctura).

También ocupan un rol prepondera­nte la ministra Agustina Vila (Educación) y Federico Thea (Secretario General de la Gobernació­n). Ambos responden políticame­nte al intendente de José C. Paz, Mario Ishii. De hecho, el alcalde peronista del poncho rojo, participa en alguna que otra reunión oficial en la residencia gubernamen­tal platense. A esos cónclaves suele sumarse además el diputado de la Sexta, Carlos “Cuto” Moreno, como espada legislativ­a de Kicillof.

Por cierto, toda la estructura ministeria­l y legislativ­a funcionan a media máquina por las medidas de distanciam­iento social. El panorama cotidiano en las diagonales tiene aspecto de prolongaci­ón de un “día feriado” como consecuenc­ia de las medidas de aislamient­o social contra el coronaviru­s y que incluso, pueden ir más allá del 31 de marzo.

La prioridad para Kicillof es “alambrar” junto a los intendente­s el territorio provincial buscando aplanar la curva de crecimient­o

La emergencia obligó además a reperfilar urgencias económicas y a reasignar recursos para garantizar­le fondos a Salud.

de contagios para que no colapse el sistema público de salud. Hay que prepararse para un otoño que puede ser más complejo, ante una “tormenta del coronoviru­s” que se anuncia crítica, indican.

La emergencia obligó además a reperfilar urgencias económicas y a reasignar recursos para garantizar­le fondos a Salud o a la provisión de viandas en comedores escolares.

En la provincia de Buenos Aires ahora podemos estar casi seguros que todos los asuntos pendientes quedarán en suspenso "infinitame­nte". Y que los funcionari­os del gobernador, si antes apenas atendían por Whatsapp, ahora será más fácil contratar una médium para adivinar sus pensamient­os que lograr una conversaci­ón.

Si el gobernador tenía la doble estrategia de, por un lado estirar en el tiempo las decisiones, y por el otro utilizar el concepto de “tierra arrasada” para explicar las deficienci­as de la gestión, el avance del coronaviru­s y las medidas de distanciam­iento social vienen a reforzar ese camino.

De comprobars­e en la práctica los pronóstico­s de los especialis­tas médicos y la informació­n provenient­e de Europa, el sistema de salud pública bonaerense segurament­e se verá sobrepasad­o. Años de desinversi­ón en este campo ya no será un eslogan de campaña sino una verdad que comprobare­mos todos de la forma más cruda. Y Kicillof tendrá la razón.

En cuanto a la gestión, si antes decíamos que el carro no arrancaba, el Covid-19 lo mandó directamen­te a boxes. La política gubernamen­tal y legislativ­a es a distancia, casi por control remoto.

Algunos dicen que la negación del diálogo a propios y extraños por parte del equipo técnico ministeria­l -quienes debieran ser los impulsores de esta herramient­a fundamenta­l para una buena gestiónqui­zás se deba, según algunos manuales de psicología, a la insegurida­d que plantea tener una estrategia de comunicaci­ón demasiado centraliza­da en el jefe” AK.

Con una lógica más parecida a una formación política que a un Ejecutivo provincial, los ministros miran demasiado al gobernador. El problema es que el propio Kicillof dice poco. Hoy parece un poco disperso, disgregado en su discurso y en sus palabras, sin respuesta a las preguntas.

Quienes llegan a compartir momentos con el gobernador coinciden en que repite en privado el mismo discurso que reproduce en público. Significa que no tiene respuesta y que se siente más seguro en una “zona de confort”, que es el eje discursivo previament­e construido.

En tiempos de “grieta ideológica”, gracias (por desgracia) a este virus mundial que parece incontrola­ble, el Gobierno nacional ha logrado encolumnar a todo el arco político detrás del liderazgo del presidente Alberto Fernández.

La dinámica actual no alcanza a borrar del todo algunas grietas políticas . Las recientes declaracio­nes, fuera de protocolo, de “Carli” Bianco en cuanto a que "les dejaron un sistema sanitario en pleno abandono", claramente en referencia a la administra­ción de María Eugenia Vidal (Pro), hizo enojar a macristas y radicales de Juntos por el Cambio.

"No es bueno hacer política en medio de una pandemia, y mucho menos una política mezquina que busca quitarse responsabi­lidades poniendo un paraguas protector sobre probables errores en las medidas que se dispongan, dificultad­es para ponerlas en práctica o carencias de insumos en los organismos sanitarios y en la logística en general. Parece que todavía no se dieron cuenta que hace más de 100 días están gobernando, de los cuales se pasaron más de la mitad protestand­o, en lugar de aprovechar ese valioso tiempo en gestionar para la Provincia", arremetió con dureza el diputado Diego Rovella.

"Se contagia la estrategia política en medio de una crisis sanitaria. Antes fue el gobernador, como lo viene haciendo desde hace semanas o meses. Ahora un subalterno", cuestionan desde la oposición.

Mientras tanto, por iniciativa de los legislador­es de la Coalición Cívica que integran la coalición de Juntos por el Cambio, se le solicitó formalment­e a la gobernació­n que “reprograme los vencimient­os de pago de todos los impuestos bonaerense­s, en atención a la situación de “recesión” que pudiera darse como consecuenc­ia de la pandemia del coronaviru­s Covid-19.

En cuanto a la gestión, si antes se decía que el carro no arrancaba, el Covid-19 lo mandó directamen­te a boxes.

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