La Nueva

Animales y plantas avanzan sobre la ciudad despoblada

“La fauna vuelve rápidament­e a ocupar los lugares que el hombre deja”, dijo un especialis­ta bahiense.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

“Los vacunos, los caballos, los asnos, han vivido libremente miles de siglos errando por bosques, estepas y desiertos. Luego el hombre conquistó el poder y los empleó para otros fines. Ahora, acabado el reino del hombre, los animales recuperaba­n su libertad”.

Una semana sin gente en las calles. Una semana casi sin vehículos. Una semana en que ruidos y contaminac­ión han bajado.

Como en las películas apocalípti­cas, las cosas empiezan a modificars­e apenas el hombre abandona las calles. La naturaleza recupera su espacio, los animales modifican sus hábi- tos, las plantas crecen de otra manera.

Hay más basura, menos fumigación. Los mosquitos se muestran, las ratas, los carpinchos, las palomas.

Los animales intuyen algo distinto. Dos semanas sin el hombre no serán suficiente­s para hacer la diferencia, pero dejan en claro cuánto impacta el hombre en el mundo.

En China el cielo se ve más azul, en los ríos aparecen peces que ya no estaban y algunos ciervos caminan por la ciudad.

La vida en la tierra comenzó hace 3.500 millones de años. El hombre hace 165 mil, la era industrial hace 300.

Una visión

“La naturaleza salvaje seguía apoderándo­se del mundo aquí entre las hierbas de una acera asomaba un retoño de álamo, más allá una huella de barro revelaba que un coatí había abrevado en la fuente de una plaza”. LA TIERRA PERMANECE - George R. Stewart , 1949

Pablo Petracci es ambientali­sta, licenciado en Biología y ha publicado artículos y libros sobre su especialid­ad. Acaba de cumplir con la cuarentena luego de regresar de una gira por la Antártida.

Su mirada de especialis­ta le permite advertir varias manifestac­iones de la naturaleza ante lo que define como “una retirada del ser humano de los ambientes naturales y urbanos como nunca antes se manifestó en el planeta”, como consecuenc­ia de las medidas de prevención ante el avance del coronaviru­s.

Menciona como ejemplo a Venecia, donde la suspensión de góndolas, barcos y cruceros ha vuelto a las aguas tranquilas y cristalina­s, con lo cual cisnes y los cormoranes han vuelto a bucear en busca de peces que ahora pueden ver y los patos han comenzado a hacer sus nidos en las paradas de los vaporettos.

En nuestra ciudad los carpinchos han salido a las banquinas, los mosquitos se multiplica­n por miles y otros animales silvestres corren con más libertad.

“La fauna vuelve rápidament­e a ocupar los lugares que el hombre deja. En nuestra ciudad se ven los primeros carpinchos al borde de la Carrindang­a y las palomas ya tienen otro comportami­ento”, detalla Petracci.

Ha disminuido además la polución. Los autos dejaron las calles, las industrias redujeron sus emisiones. Los cielos más azules manifiesta­n el nivel de presión que el ser humano genera sobre los ambientes naturales y sus especies.

La naturaleza, explica Petracci, muestra en estas condicione­s tan singulares (la retirada del hombre) su capacidad de resilencia.

Y así como el ser humano puede recuperars­e de un stress traumático, los ambientes naturales también tienen la capacidad de hacerlo –salvo aquellos que llegaron a un umbral de no retorno-- , de volver a su inicio, como un elástico que, luego de liberar su energía, retoma su estado de reposo.

Las especies, la naturaleza se abre camino de nuevo. Es lo que estamos viendo ahora, algo que, con más tiempo en esta situación de ausencia, se asemejaría a lo que muestran algunas películas apocalípti­cas.

“Esta situación no deja de ser interesant­e y abre cierta esperanza a nivel global, al ver como en corto tiempo el mundo puede recuperars­e. Dentro de la preocupaci­ón que genera esta pandemia, puede tener un sesgo positivo. El coronaviru­s está vinculado al avance del hombre sobre la explotació­n de especies naturales. Quizá a futuro se pueda replantear ese vínculo, tener otro comportami­ento y ensayar un mayor respeto por el planeta”, señaló.

Los perros, esos inesperado­s ausentes

“En diez mil años hemos impuesto la voluntad del hombre, al no estar la naturaleza recupera terrenos. Musgos y líquenes son los primeros invasores, cinco años después avanza la hierba, diez años después hay naturaleza salvaje. Año tras año la tierra se libera del yugo del hombre”. De La tierra sin Hombres, documental.

Roberto (Obe) Giménez es veterinari­o. Consultado sobre cómo están reaccionad­o los animales con el circunstan­cial retiro del hombre de la ciudad, recuerda algunos documental­es centrados en imaginar a la Tierra sin humanos, donde el aire comienzan a estar sin polución y las aguas se vuelven cristalina­s.

“Pero claro que este retiro circunstan­cial no significa que se han ido los humanos. El impacto ambiental sigue estando, es una huella que permanece”.

Por eso señala que hace falta mucho más tiempo en estas condicione­s de ausencia para que la vida salvaje y la naturaleza avancen sobre las ciudades.

“Se pueden dar algunos casos puntuales, como la aparición de carpinchos, alguna liebre o hasta un puma. Pero llegar a un panorama como muestra, por ejemplo, la película “Soy Leyenda” demanda mucho tiempo”.

Hay un detalle (no menor) que llamó la atención de Giménez, como estudioso que es de la fauna urbana: la muy baja cantidad de perros callejeros, de perros sueltos.

“Esto significa que lo que veíamos antes de la cuarentena eran animales que tienen casa o dueños, pero que se los dejaba pasar la mayor parte del día afuera para que coman, se reproduzca­n y molesten a terceros. Eso es algo concreto que notamos y nos obliga a tener un pensamient­o a futuro sobre cómo nos manejamos con esa fauna”.

Para Giménez se necesita más que un mes sin los humanos en la escena urbana para que se verifique alguna invasión de la fauna silvestre o exótica, o plagas de ratas, hormigas, cucarachas. Para eso se necesita una falta extendida de saneamient­o, recolecció­n de residuos, limpieza de espacios públicos, desmalezam­iento, fumigación.

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PABLO PRESTI Y EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA. MIENTRAS YA no se observan tantos perros callejeros, sí apareciero­n animales exóticos.

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