La Nueva

“Que vengan cuando sea, pero por favor que vengan…”

Marcos Galeano, preparador físico de Sansinena, está haciendo lo imposible para intentar repatriar a sus dos hijas.

- Sergio Peyssé speysse@lanueva.com

"Con mi señora tratamos de buscarle el lado positivo, hacerles ver que Tacna es una ciudad sin casos de coronaviru­s", contó Marcos.

“Estamos bien, pero resignadas. Todo hace indicar que hasta el 1 de abril no vamos a tener chances de movernos de Racna”, contó Antonella.

“Trato de estar tranquilo aunque no pueda. Mis hijas siguen varadas en Perú, sin respuestas positivas y sin esperanzas de volver en lo inmediato”.

Poco más para agregar. Con solo ponerse en la piel de Marcos Galeano, actual preparador físico del plantel de Sansinena en el torneo Federal A, podés llegar a imaginar lo que siente un padre que tiene a sus dos hijas (Antonella, de 25 años, y Agostina, de 20) aisladas -a causa de la pandemia del coronaviru­s- y sin posibilida­des de retorno, en un país del mismo continente pero a más de 3.000 kilómetros de Bahía Blanca.

Aunque las preguntas surjan casi sin previo análisis, el “Profe” Marcos pidió contar, sin interrupci­ones y para no olvidarse de nada, como se inició y cómo continuó esta historia inimaginab­le, este viaje de placer que se convirtió en “pesadilla”.

Las chicas venían pagando el viaje desde hacía un año. Y llegaron a Cusco el 10 de marzo. El 16 tenían previsto ascender al Machu Picchu.

“Cuando arribaron a Aguas Calientes, el pueblo que está antes de las ruinas, el gobierno peruano cerró el acceso al centro turístico. En ese momento todos dispararon hacia los trenes, pero ellas se quedaron hablando conmigo y mi señora (Andrea) lamentándo­se por no llegar a donde tenían previsto”, contó Marcos.

Tanto él como su señora les aconsejaro­n que salgan del lugar lo más rápido posible y fueran al aeropuerto de Cusco. Pero no llegaron a tiempo.

“Con el aluvión de 3.000 turistas que reclamaban cambiar pasajes para retornar a sus hogares colapsó enseguida. Fue tanta la gente que quedó a la deriva y deambuland­o por la ciudad que las agencias y los hoteles empezaron a cerrar para no tener problemas con extranjero­s inquietos y desesperad­os”, repasó.

“Al no poder reprograma­r el viaje -continuó relatandoc­on un grupo de chilenos tomaron un micro hacia Tacna (ciudad al sur, a 755 kilómetros de Cusco) con la idea de cruzar, vía Arica, hacia Chile, que cerraba la frontera 24 horas después que Perú. Era un viaje de 13 horas, pero Gendarmerí­a detuvo tantas veces el micro en la ruta que tardaron un día en llegar a Tacna. Conclusión: no pudieron pasar a Chile”.

Y ahí Antonella y Agostina entraron en un cuadro de desesperac­ión.

“A la una y media de la mañana del miércoles 18 -contó- nos avisan llorando que habían quedado varadas en Tacna. Pasaron esa noche sin dormir y sin comer por el lío que había de gente llegando a ese sitio queriendo hacer lo mismo que ellas. Al otro día fueron a la terminal de ómnibus con la intención de retornar a Cusco o Lima, ciudades donde iban a contar con más chances, pero Perú había decretado el estado de sitio y el panorama se complicó aún más”.

La intención de ellas fue alquilar un auto para salir de ahí hacia una ciudad más grande.

“De la concesiona­ria le dijeron que era imposible – explicó- porque Gendarmerí­a las iba a parar en la ruta y las iba a dejar varadas en ese lugar, sin importar si era un sitio poblado o la nada misma”.

—No les quedó otra que quedarse en Tacna. ¿Cómo siguió la historia?

—Había una chance de ir a Cusco, pero el gobierno peruano informó que los vuelos no podían bajar debido a condicione­s climáticas adversas. Esa ciudad está saturada de extranjero­s, los hoteles tienen superpobla­ción de clientes, la gente duerme en la calle y muchos no tenían ni para comer. Por eso lo mejor fue que se queden en Tacna, donde encontraro­n un lugar óptimo y saludable para descansar. Dentro de toda la odisea que pasaron, al menos sabemos que están pasando la estadía bastante bien.

Encima de males, el presidente argentino Alberto Fernández decretó “la suspensión del regreso al país de los argentinos varados en el exterior”.

“Para colmo eso. En los últimos vuelos que salieron de Lima (aviones Hércules del ejercito) se subió gente que no debía, se completaro­n las 140 plazas disponible­s y los turistas argentinos con imperiosa necesidad de volver no pudieron hacerlo. Según el Consulado, esos pasajes fueron utilizados por argentinos residiendo en Perú que no encontraba­n otra forma para retornar a nuestro país. Fue increíble que no se haya hecho un control y que no se haya respetado el orden de prioridad”, señaló el ex PF de Olimpo en Primera división.

“Para reorganiza­r a los argentinos, el gobierno peruano dividió en tres regiones al país. En la sur, donde están mis hijas, la sede para concentrar todos los pedidos es Arequipa. En ese lugar tenían confirmado un avión que iba a llegar desde Argentina, pero al conocerse la medida de no repatriar a nadie por medio de Alberto Fernández, la esperanza se esfumó por completo”.

—Todo cuesta arriba.

—Sí, encima existe la posibilida­d de que se extienda la cuarentena pese a que ellas llevan 15 días encerradas en una ciudad donde están por obligación y no por placer.

“Con mi señora tratamos de buscarle el lado positivo, hacerles ver que Tacna es una ciudad sin casos de coronaviru­s ni contagio. Para salir a un mercado le tienen que avisar a un gendarme, y a la vuelta si o sí le deben mostrar el ticket de compra. De no cumplir esas reglas, arresto efectivo por un día y atomáticam­ente te inician una causa”.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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“EL viaje de placer que se convirtió en sufrimient­o”, así titularían esta nota Agos y Antonella.
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MARCOS, a la distancia, intenta mantener la calma.

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