La Nueva

“Cuando el Che terminó la charla, Diego hizo una arenga”

Marcelo Richotti recordó la noche que Maradona se metió en el vestuario de Peñarol durante el entretiemp­o con Atenas. Fue en el Superdomo de Mar del Plata.

- Fernando Rodríguez ferodrigue­z@lanueva.com

uchas cosas sucedieron en el desapareci­do Superdomo de Mar del Plata, la gran carpa de la avenida Juan B. Justo, donde hacía las veces de local Peñarol en sus primeros años de Liga Nacional. Esas historias de locos, como bien definen los milrayitas, incluyen una con Diego Maradona como principal protagonis­ta y que tenía entre sus actores a dos bahienses: Néstor García y Marcelo Richotti.

Jugaban Peñarol-Atenas, en enero de 1994. Los marplatens­es tenían un gran equipo, lo cual se reflejaba en las 17 victorias consecutiv­as.

“Había un allegado al plantel que venía diciendo que lo conocía a Diego y que algún día lo llevaría a la cancha. ¿La verdad? No le creíamos mucho”, contó Richotti, por entonces base y figura del equipo.

Terminó el primer tiempo, los equipos se fueron a los vestuarios y afuera em

Mpezaron movimiento­s extraños.

“Como el Superdomo era de lona se escuchaba todo. Y empezamos a preguntarn­os qué pasaba afuera”, rememoró Marcelo. De repente se abrió la puerta del vestuario.

“Entró el Diego y nos quedamos paralizado­s; teníamos la piel de gallina. Saludó uno por uno, con esa grandeza y humildad, como si nos conociera de toda la vida”, repasó Marcelo.

Claro, no había que olvidarse que estaban en pleno entretiemp­o.

“Se sentó y escuchó la charla del Che que, la verdad, no sé ni qué dijo, je. En mi caso traté de prestarle atención, pero lo tenía a Maradona a mi lado y pensaba: ‘esto no puede estar pasando acá, es una locura’”, confesó Richotti.

“Cuando el Che terminó de dar la charla -agregó Marcelo-, el propio Diego hizo la arenga, pusimos las manos todos juntos y salimos a la cancha”.

Afuera, naturalmen­te, se habían congregado todos los periodista­s.

“Él caminó por la cancha, pasó por el banco de Atenas, se sacó fotos y cuando llegó a nuestro banco me saqué la foto con él, pero a nuestro alrededor había como 50 personas”.

El segundo tiempo Diego lo siguió sentado en el banco de Peñarol.

“Era uno más del cuerpo técnico”, aseguró Marcelo.

El vínculo entre el 10 y Peñarol continuó.

“Siguió la campaña, no se desligó. Cuando salimos campeones recuerdo que él estaba en Israel. Algo increíble”, resaltó.

Marcelo Richotti, basquetbol­ista de raza, pasional y de no guardarse nada, se identifica con el legado que dejó el 10.

“Más allá del talento que tenía, como deportista no

“Traté de prestarle atención (a la charla técnica), pero lo tenía a Maradona a mi lado y pensaba: ‘esto no puede estar pasando acá’”, contó Richotti.

se podía dejar de admirar su entrega, su pasión, su mentalidad ganadora; ir a buscar la pelota, pedirla, jugársela, llevar el equipo para adelante”, enumeró.

“Marcaba diferencia por su talento y, también, por su liderazgo, carácter, sus ganas de ganar. Eso no se puede dejar de reconocer. Lo demostraba en cada partido, en cada charla de fútbol. Esa mentalidad debe tenerla presente cualquiera que quiera practicar deporte de alto rendimient­o. Fue un ejemplo a seguir”, elogió.

Finalmente, esa noche Peñarol perdió y no pudo convertirs­e en el único equipo con más triunfos consecutiv­os. Eso desencaden­ó en que más de un rival cabulero le pegara debajo del banco alguna foto de Maradona.

Segurament­e, todo esos, a pesar de sus creencias se quedaron con las ganas de sacarse una foto con el 10 y, encima, Peñarol se coronó campeón.

Una temporada -con la foto incluida- para encuadrar.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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