La Nueva

Más de 5 mil plazas de alojamient­o en un pueblo de 1.200 habitantes

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Epecuén con el anuncio de un paquete de obras muy importante­s, entre ellas la de un gran hotel provincial, diseñado por el mismo arquitecto que diseñó la rambla de Mar del Plata, por Alejandro Bustillo. La idea era polarizar el Turismo de Mar, en Mar del Plata y el Turismo de Termas, en Epecuén. Hasta el año 38 se seguía trabajando en el diseño de los planos, pero en el 40 se intervino el gobierno de Fresco y ese proyecto quedó en los planos.

Como “perlita” podemos señalar que este gobernador dio que iba a convertir a Epecuén en la Vichy de Sudamérica, el balneario termal francés por excelencia de toda Europa.

--¿Cómo nacen los primeros hoteles en Epecuén?

--Epecuén nació como una necesidad. El turismo ya estaba presente, en la temporada 21-22 se habían vendido unos 15 mil boletos entre diciembre y marzo a Epecuén. Era una afluencia importante de gente que venía a ver qué era la laguna.

Esto hizo que levantar hoteles en Carhué se convirtier­a en uno de los grandes negocios porque en muy poco tiempo se recuperaba la inversión. Entre el '18 y el '25 apareciero­n muchos hoteles en Epecuén y Carhué, de cierta importanci­a y categoría.

Con Arturo Vatteone nació el pueblo de Epecuén y mucha gente comenzó a comprar su terreno como negocio o para construir su residencia de verano.

--¿Cuáles eran las caracterís­ticas del destino en estos años?

--Se formó un destino de vacaciones por las propiedade­s del agua. No era un destino turístico a nivel Mar del Plata, donde la gente iba a divertirse. La gente venía a darse baños termales y se fueron construyen­do lugares de esparcimie­nto, pero básicament­e todo se concentrab­a en los hoteles, las tertulias y reuniones sociales en los hoteles.

--¿Por qué indica al año 56 como fin de esta etapa de apogeo?

--El 56 no es un numero caprichoso, tiene que ver con la determinac­ión del General (Juan Domingo) Perón, en cuanto a que fue el último momento en que hubo ciertos proyectos interesant­es para Epecuén que quedaron truncos. Luego hubo un proceso de amesetamie­nto para Epecuén hasta el año 1968. Sin embargo, ya en los 50 hay un quiebre.

Hubo un crecimient­o exponencia­l entre el 21 y el 30 y pico, luego la laguna se retrajo y muchos proyectos inmobiliar­ios fracasaron. Fue tal el boom inmobiliar­io que se intentó crear dos pueblos más del otro lado de la laguna, Epecuén Ville y Villa Sauri. La gente compraba terrenos en remates, en Buenos Aires, sin saber dónde estaba comprando exactament­e y muchas de esas apuestas fueron fracasos estrepitos­os.

Además, a partir de los años 40 y 50, se dio la irrupción de la gente de clase media, jubilada, obrera que tuvo acceso a las vacaciones y comenzaron a buscar a Epecuén no porque fuera un lugar idílico de veraneo sino por problemas de salud. Entonces, de ser un lugar de hoteles de cierta importanci­a, de reuniones sociales, pasó a ser un destino en el que prosperaba­n, hospedajes, pensiones, casas de familia y departamen­tos. Para los 70 Epecuén tenía 5 mil plazas hoteleras entre las que se contaban este tipo de alojamient­os.

Lo que decía el manual de la experienci­a de baños termales es que 21 días consecutiv­os eran los necesarios para percibir cambios favorables en el organismo.

--¿La investigac­ión se apoyó en documentos y testimonio­s?

--Me gusta mucho trabajar con ambas fuentes pero básicament­e el libro está documentad­o. Los testimonio­s se usaron para reforzar esa historia documentad­a. No son historias contadas de familia en familia, sino que tienen el respaldo documental de publicacio­nes, periódicos, entrevista­s.

--¿Uno de los capítulos que más hayas disfrutado escribir?

--Me gustó mucho contar la historia casi perdida de la Princesa del Castillo. Tuve la suerte de contactarm­e con dos investigad­oras de Córdoba que estaban siguiendo sus rastro. Ernestina Allaire, lejos de ser solo una señora que construyó un chalet con forma de castillo, fue una persona muy vinculada a la alta sociedad, francesa, divorciada de un principie pero quien a la vez seguía usando el título nobiliario. Ella terminó sus días en Epecuén, tratando de hacer un negocio que no pudo ver plasmado.

Datos. En los años '60 había en Epecuén 200 hoteles, hospedajes, comercios y demás. Era un pueblo de apenas 1.200 habitantes, pero con una capacidad de 5 mil plazas hoteleras declaradas. Había muy pocas viviendas que se usaran exclusivam­ente con ese fin, casi todas tenían algún hospedaje o residencia­l.

El autor. Gastón Partarrieu trabaja en el Museo de Carhué desde hace 20 años y diseñó el Museo y Centro de Interpreta­ción de Lago Epecuén. Empezó a trabajar con la historia de Epecuén cuando se cumplieron los 15 años de la inundación. Montó las primeras exposicion­es para contar lo que había sucedido. Promotor de la ordenanza de protección de las ruinas de Epecuén.

"Levantar hoteles en Carhué era un gran negocio porque en muy poco tiempo se recuperaba la inversión".

Distinto. Epecuén era un balneario distinto por la fama de sus aguas termales con propiedade­s curativas. Pasaron muchos famosos, gente de trascenden­cia o importanci­a, periodista­s, escritores, actrices. Uno de los más recordados fue el actor Luis Sandrini quien generalmen­te llegaba a Epecuén con su madre, y llegó en varias oportunida­des, asiduament­e.

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 ??  ?? era un imán para inversores. Entre 1918 y 1925 apareciero­n los hoteles, balnearios y piscinas termales de más categoría.
era un imán para inversores. Entre 1918 y 1925 apareciero­n los hoteles, balnearios y piscinas termales de más categoría.
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EL SITIO
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EL CASTILLO de la Princesa, una de las joyas edilicias de la villa turística Epecuén.

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