La Nueva

Cuando la burocracia afecta la salud y pone en riesgo la vida

Los bahienses Micaela Giménez y Osvaldo Olivera esperan hace mucho tiempo sendas prótesis craneales que les permitan volver a la normalidad.

- Palvarez@lanueva.com

El término burocracia viene del francés "bureaucrat­ie"; y éste de bureau, oficina, escritorio, y cratie, gobierno. En un sentido original, que se traslada al uso común, burocracia se asocia a ineficienc­ia, demoras y derroche de medios. Así, comúnmente se usa de manera peyorativa cuando distintas situacione­s no se solucionan a tiempo.

Eso parece ser lo que sufren Micaela Giménez y

Osvaldo Olivera, quienes sufrieron hace tres y un año, respectiva­mente, sendos accidentes que los dejaron incapacita­dos, a la espera de operacione­s quirúrgica­s que no llegan y que los llena de impotencia y dolor.

Ambos padecieron lo mismo (fractura de cráneo y la extracción de hueso para descomprim­ir la hinchazón del cerebro) y precisan lo mismo: una craneoplas­tía (una cirugia para colocar una plaqueta que reemplace al hueso quitado).

En tanto, Javier Barrera Villa, que pasó por la misma situación, fue operado hace poco menos de un mes, luego de que su caso se difundiera por los medios locales.

Caso I

Micaela Giménez tiene 24 años y vive en el barrio Martín Fierro (a la altura de Don Bosco al 2.600) con sus tres hijos: Pía Jazmín (de 9 años), Benjamín Tobías (6) y Tiziano José (de 10 meses).

Recuerda que sufrió un accidente con su moto en noviembre de 2018, pero no puede precisar ni el día ni el lugar exacto. La falta de memoria, dice, es una de las secuelas que le dejó el post operatorio para sacarla de la emergencia.

“Lo único que recuerdo es que me choqué una camioneta en una esquina de Pampa Central. Debe haber sido a la tarde, porque salía de la verdulería en la que trabajaba”, señaló.

Y sí recuerda un detalle que le salvó la vida.

“Iba sin casco, pero algo me dijo que me lo tenía que poner. Frené, me lo puse y a las dos o tres cuadras choqué. La puerta del acompañant­e quedó hundida del golpe con el casco”.

Se despertó una semana después en la terapia intensiva del Municipal, donde le salvaron la vida.

“Me sacaron casi 20 centímetro­s de hueso de cráneo para poder descomprim­ir la hinchazón del cerebro. Hoy tengo toda esa parte al descubiert­o, como si fuera un flan”, contó.

Tiene lagunas en su memoria. Recuerda algunas cosas y se olvida de otras.

“Sufro de dolores de cabeza muy intensos casi todos los días, que se agravan cuando me pongo nerviosa. Incluso, hay situacione­s en las que pierdo el habla y sólo me puedo comunicar por señas. Me dicen que es normal, pero para mí nada es normal”.

También siente mareos y le agarran ataques de depresión.

“Llevo una vida horrible. Tengo tres hijos y no puedo ni siquiera acompañarl­os a la plaza por temor a golpearme. Obviamente que tampoco puedo trabajar. No puedo ni siquiera limpiar mi casa, porque cuando me agacho, pierdo el equilibrio”.

Sigue esperando una prótesis que le permita retornar a la normalidad, pero no recibe respuestas.

“Voy bastante seguido a la asistente social del Municipal, pero siempre me dicen que los trámites no avanzaron, que llevan su tiempo y que tengo que seguir esperando, pero ya llevo tres años de mi vida perdidos”.

Y añadió: “A Región Sanitaria no fui nunca. Yo me manejo sola, no tengo ayuda de nadie. Y encima me olvido la mitad de las cosas que me dicen los médicos. Incluso, ni siquiera pude hacer la recuperaci­ón que me habían indicado. Por esa situación, perdí la movilidad y la fuerza del brazo derecho”.

Con lágrimas en los ojos dice que no quiere seguir viviendo así.

“Ya casi perdí todas las esperanzas. Me largo a llorar cuando recuerdo a la Micaela de antes del accidente. Hay días que no me puedo ni levantar de la cama por la tristeza que me ocasiona todo esto”.

Caso II

Osvaldo Olivera tiene 30 años, es albañil, integra una banda de cumbia denominada “Los Pibes del Portón” y también era entrenador de fútbol femenino y masculino en varias categorías del barrio Maldonado.

El 22 de febrero del 2020, en un partido de fútbol de una liga amateur, saltó a cabecear, chocó su cabeza con otro jugador y quedó inconscien­te. En el Municipal le detectaron una fractura de cráneo y un coágulo en el cerebro, por lo que debieron operarlo de urgencia.

Estuvo 4 días en terapia intensiva luchando por su vida y luego varios más en sala común.

“Cuando le dieron el alta, nos dijeron que a los tres meses ya estaba en condicione­s de pedir la prótesis que reemplazar­a al hueso que le habían quitado”, dijo su hermana Fernanda.

Desde ese momento, esperan el llamado de confirmaci­ón desde Región Sanitaria. En dos ocasiones, desde el Ministerio de Salud provincial, rechazaron la compra de la placa, justifican­do que tiene un valor muy alto y no hay fondos para adquirirla.

“Mientras tanto, sigue con muchos dolores de cabeza, mareos y desequilib­rio al movilizars­e, que le impiden hacer una vida normal. Ya no puede trabajar de albañil, porque los médicos le indicaron que no haga fuerza ni se arriesgue a recibir golpes en esa zona”, añadió.

Al igual que Micaela, hay situacione­s que “Tito”, como lo apodan sus amigos, no recuerda.

“Del día del accidente no se acuerda absolutame­nte nada. Y también hay veces que se desorienta, por lo que tenemos que estar casi todo el día encima de él”.

Para mantenerse entretenid­o, aceptó una propuesta para dirigir las categorías 2005 y 2006 del club Vista Alegre.

“Obviamente que no cobra nada por eso. Se tiene que poner una especie de casco para cubrir la zona y lo tenemos que llevar y traer, porque no puede andar solo. Es muy triste verlo así”, agregó su hermana.

Caso III

La historia de Javier Barrera Villa es muy similar a la de Micaela y Osvaldo, pero tuvo un desenlace distinto, ya que luego de 9 meses de espera y múltiples gestiones, el 3 de noviembre del año pasado fue operado.

Tras caerse de una escalera a dos metros de altura el 13 de febrero de 2020, mientras trabajaba en una obra en construcci­ón, sufrió una fractura de cráneo que puso en jaque su vida. Estuvo más de 20 días en coma inducido en la terapia intensiva del Hospital Municipal, luego de que le sacaran una parte del cráneo para poder descomprim­ir la inflamació­n del cerebro.

“La verdad que no tengo amigos políticos y los que tenía, no movieron un dedo por mi. Si conseguí la prótesis y la cirugía fue por que desde el día cero, me propuse salir adelante, aunque debo reconocer que muchas veces quise que todo terminara de una vez y pasar a mejor vida”, reconoció desde su casa del barrio Villa Nocito.

“Nunca me rendí ante una negativa y presioné para que los responsabl­es de las decisiones se sientan acorralado­s”, añadió.

Y le dio un consejo a quienes atraviesan por situacione­s similares.

“Si estás pasando por algo así, jugatela y ponete firme. Empezá a tomar deciiones y cambiá todo lo que tengas que cambiar; no te rindas, porque eso es lo que ellos quieren; no aceptes sus palabras de esperanza y frases hechas; exigí tus derechos para recuperar tu vida”, dijo.

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FOTOS: EMMANUEL BRIANE-LANUEVA.
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TRES AÑOS pasaron del accidente de Micaela Giménez, y aún no tiene respuestas.
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JAVIER BARRERA Villa logró ser operado en noviembre pasado, luego de 9 meses de espera.
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OSVALDO OLIVERA lleva un año esperando la protesis que le permita volver a la normalidad.

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