La violencia, en primera persona, y la urgencia de romper con los mandatos
En el décimo quinto aniversario de Manos Entrelazadas, su fundadora, Encarnación Quiroga, compartió la difícil situación que le tocó vivir y afirmó que el Estado, en todos sus niveles, debe generar los cambios culturales, sociales y legales.
"Mi matrimonio resultó muy lejos de lo que creí. Mi pareja era militar y su especialidad dentro de las Fuerzas Armadas lo llevaba a navegar en forma continua, lo que traía algún alivio para mis hijos y para mí, ya que diariamente vivíamos en un ambiente cargado de violencia, donde el maltrato, tanto físico como psicológico, se había convertido en parte de la cotidianidad familiar".
Así empezó su relato Encarnación Quiroga, fundadora y máxima referente de la Asociación Civil Manos Entrelazadas, que cumplió 15 años de trabajo en este medio.
Siguiendo con su historia, contó que "mucho tiempo me llevó salir de ese círculo de violencia. Estar alejada de mi familia y la prohibición de tener contacto con otras personas iban aniquilando mis fuerzas para enfrentarme a esta situación".
"Fueron 16 años de miedo, que destrozaron mi autoestima, mi capacidad para poder reconocer que estaba conviviendo con un violento y que nada justificaba el maltrato hacia mi persona".
"Una situación eventual fue lo que me permitió despertar, tomar conciencia y lograr liberarme. Fueron mis hijos los que me dieron la fuerza para denunciar al violento y replantearme qué vida quería elegir para mí y mis niños".
"No fue fácil porque para las mujeres que venimos del interior, a la violencia que agobia y anula, se le suma el desarraigo".
"¿Por qué cuento esta historia personal? Porque mi propia historia me impulsó a pensar y proyectar un espacio para mujeres que pasaran situaciones similares y no se encontraran solas y desamparadas".
Responsabilidad
Quiroga sostuvo que en estos 15 años "fueron muchas las personas que acompañaron y apoyaron a nuestra ONG y siempre voy a estar agradecida por ello".
"Este sueño de crear un espacio para cobijar a las mujeres víctimas de violencia no comienza ni termina acá, en nuestra ONG. Porque romper con la cultura machista es responsabilidad de toda la sociedad, de todas las instituciones. Pero es el Estado, en todos sus niveles, junto con el Poder Judicial, quienes tienen mayor responsabilidad y deben asegurar que se incrementen todas las acciones y se utilicen todas las herramientas y recursos que sean necesarios para crear los cambios culturales, sociales y legales", agregó.
"Hoy, puedo afirmar que este proyecto ya dejó de ser personal para ser de todas y todos, transformándose así en sueños colectivos. Junto con los profesionales, psicólogos, abogados, trabajadores sociales y colaboradoras, elegimos estar acá para contener, acompañar y asesorar a todas aquellas mujeres o disidencias víctimas de violencia de género. Y para interpelar a una sociedad que cultural e históricamente fue y aún sigue siendo patriarcal".
"Es urgente romper con los mandatos si queremos realmente que los derechos de las mujeres dejen ser avasallados. Que no volvamos a llorar una muerte más a manos de femicidas y que no haya más niños que por esta situación queden huérfanos", dijo, tras lo cual se entregaron reconocimientos por la labor realizada a personas allegadas a la institución.
La ONG tiene su sede propia en la Casa 80 del barrio Cooperativo. Su teléfono es (02932) 634586 y atiende las 24 horas.