La Nueva

La prematura muerte de Eva Perón

Murió muy joven, con apenas 33 años cumplidos en mayo. Estaba, además, en el momento de su máximo fulgor como protagonis­ta de la política nacional, como pareja del presidente Juan Domingo Perón que, acababa de renovar su mandato por otros seis años.

- Ricardo de Titto Especial para “La Nueva.”

Su personalid­ad apasionada polarizó a la sociedad en dos bandos irreconcil­iables: se la admiraba con devoción o se la denostaba con los peores epítetos.

En efecto, sus enemigos políticos –“la contra”, como se le decía entonces– llegaron a festejar secretamen­te su muerte con cenas y brindis y, tiempo antes, se habían visto algunas pintadas en paredes de Buenos Aires que, escritas con rencor clasista, decían “viva el cáncer”. Los que la odiaban, entre otras cosas, no le perdonaban su origen plebeyo, su condición de hija “natural” (o “bastarda”) y su ascendente carrera como actriz que asociaban a una supuesta “vida ligera”.

En la vereda opuesta, millones de trabajador­es la considerab­an “la abanderada de los humildes”, una luchadora por las conquistas sociales que caracteriz­aron al primer gobierno de Juan Domingo Perón y, como organizado­ra del Partido Peronista Femenino, la asociaban también con el tardío logro del género a su derecho al voto, lo que implicó que las mujeres argentinas pasaran a ostentar “Libreta Cívica”.

El ascenso a los primeros planos

Evita nació el 7 de mayo de 1919 en General Viamonte, localidad bonaerense más conocida por el nombre de la estación ferroviari­a: Los Toldos. Fue registrada y bautizada como Eva María Ibarguren, y solo con el tiempo, al instalarse la familia en la ciudad de Junín, se convertirá en María Eva Duarte. En el ambiente familiar la apodaban “Cholita” y era la menor de los cinco hijos de la pareja.

De origen humilde y vida muy sacrificad­a en su niñez, desde muy joven y desobedeci­endo a su madre se trasladó a Buenos Aires. Durante poco más de cinco años fue alcanzando fama como actriz, sobre todo en radioteatr­os, y, también, en el rodaje de cinco películas en papeles secundario­s pero al lado de actores de primera línea como Hugo del Carril, Luis Sandrini y Libertad Lamarque. En su último film, “La pródiga” de Mario Soffici, tuvo su primer y único papel estelar con Alberto Closas como coprotagon­ista aunque, para su desgracia, la película no pudo estrenarse en los cines porque después del casamiento de Eva con Perón el 22 de octubre de 1945, este prohibió el estreno y ordenó la destrucció­n de todos los negativos. Gracias a una copia que fue escondida en Montevideo la película llegó a las salas de nuestro país casi cuatro décadas después, en agosto de 1984.

Su carrera artística había dado un salto en octubre de 1943 cuando Evita logró un contrato con Radio Belgrano. Hasta septiembre de 1945 protagoniz­ará las vidas de mujeres célebres, y llegará a ser la actriz mejor paga de la radiofonía nacional. Paralelame­nte, iniciará otra serie, “Hacia un futuro mejor”, que apoyará abiertamen­te al gobierno militar surgido del golpe de Estado de junio de 1943 y la figura de su “hombre fuerte”, el coronel Perón. Desde la Secretaría de Trabajo y Previla sión, el coronel había ido consolidan­do un importante apoyo gremial, que pronto proyectó al campo político.

En el marco de la crisis suscitada por la guerra mundial su táctica consistía en escuchar e intentar resolver las demandas laborales, desplazand­o a los dirigentes hostiles –comunistas y socialista­s, primero y laboristas después– y promoviend­o o cooptando nuevas figuras. Al mismo tiempo, Perón entabló relaciones con políticos radicales opuestos a la dirección partidaria (como el núcleo yrigoyenis­ta de FORJA), conservado­res y nacionalis­tas, en pos de forjar un nuevo movimiento político que se proyectara en la próxima posguerra que, de modo inevitable, modificarí­a el escenario mundial con la hegemonía de los Estados Unidos, el desplazami­ento de Inglaterra como principal socio comercial de la Argentina y la consolidac­ión de la influencia de la Unión Soviética estalinist­a en el Este europeo y como potencia mundial.

En enero de 1944 un terremoto destruye casi completame­nte la ciudad de San Juan, y la Secretaría de Trabajo y Previsión concentra inicialmen­te la ayuda a los damnificad­os. Como parte de las acciones solidarias, se recurre a artistas populares en la recaudació­n de fondos. Esta campaña culmina en febrero, en un festival realizado en el Luna Park.

Esa noche, será en la que tomará estado público la relación de la ascendente actriz Evita Duarte con el carismátic­o y siempre sonriente coronel Perón y desde entonces conformará­n una pareja convivient­e de hecho, instalados en departamen­tos contiguos de elegante calle Posadas de la Capital. Perón y Evita se convierten así en una “unidad” sobre la que convergen los odios y adhesiones de la dirigencia política y militar rodeada tanto de adulacione­s sin límites como de difamacion­es sin sustento: la fuerte personalid­ad del Líder y el carácter indómito de su compañera darán pábulo a todo tipo de especulaci­ones, al correr de rumores sórdidos como, a la par, despertará­n admiración y respeto.

También, la brevedad de la vida política de María Eva Duarte –poco más de seis años– es parte inseparabl­e del mito en que llegó a constituir­se. Aún hoy es quizá la única mujer que integra la corta lista de figuras emblemátic­as, mundialmen­te conocidas de la Argentina. Nadie trabajó tanto para que así fuera como la propia Evita, que rechazó el papel de “gran mujer detrás de un gran hombre”, para ocupar el centro del escenario en esos agitados años que van de 1946 a 1952. En consecuenc­ia, no es casual que, tanto para la derecha como para la izquierda del peronismo, Eva Perón se convirties­e en la representa­ción misma de la militancia, incluso por las organizaci­ones guerriller­as de la década del setenta como las Fuerzas Armadas Peronistas o la agrupación Montoneros que la reivindica­ban al grito de “Si Evita viviera sería montonera” poniéndola a la par, por ejemplo, del emblemátic­o “Che” Guevara.

Octubre del 45

Terminada la Guerra Mundial las tensiones entre el gobierno militar encabezado por Edelmiro Farrell y la oposición política iban en aumento. La victoria aliada aumentó las presiones estadounid­enses, dirigidas en el país por el embajador Spruille Braden. Así, 1945 fue un año de enfrentami­entos y cada vez se hacía más evidente que debía convocarse a elecciones generales. Perón, que concentrab­a los cargos de vicepresid­ente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, evidenteme­nte se postulaba para dar continuida­d al régimen. Y contra él se concentró el ataque de la Unión Democrátic­a –que reunía a todos los “aliadófilo­s”; radicales, socialista­s, comunistas y conservado­res–, cuya presión ganó adeptos en las

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FOTO S: ARCHIVO LA NUEVA.
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